Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > TOCA EN EL SOLÍS EN MARZO

Rossana Taddei y un show de cumpleaños antes de un viaje sin boleto de vuelta

La cantautora se presenta en el Teatro Solís el 19 de marzo y habla sobre la presencia femenina en la música, sus próximos proyectos, y la conexión musical con su hermano Claudio
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29 de febrero de 2020 a las 05:02

Para Rossana Taddei todas las cosas suceden por alguna razón. Prefiere no forzar nada. Por eso, cuando se puso en contacto con el Teatro Solís para programar un espectáculo allí, y le dijeron que solo estaba disponible el 19 de marzo, alteró los planes que tenía –que implican volver a Suiza, su otra tierra, donde se crió, y sin boleto de regreso – y dijo que sí. Porque el 19 de marzo es su cumpleaños. Y el show del Solís será una forma especial de celebrar sus 51 años y los 35 años de carrera musical.

“Será un repaso de músicas de casi todos mis discos”, cuenta la cantautora, nacida en Montevideo, criada en la región suiza de Ticino y con una vida y trayectoria entre ambos países. La base del espectáculo será un trío conformado por ella en guitarra y voz, su pareja y socio creativo Gustavo Etchenique en batería y percusión, y el músico y productor (habitual socio de la banda Buenos Muchachos) Gastón Ackerman en piano, teclados, trompeta, saxo y voz. “Es un formato íntimo pero vamos a ir jugando, pasaré de estar sola a un dúo, después dúo con el otro y luego trío. Y hay un sector de sorpresas que se están armando. Habrá invitados también”, anticipa Taddei.

En la previa de ese show que funciona como un doble aniversario, y de un viaje que por segunda vez en su vida solo tiene boleto de ida, la cantautora habló con El Observador sobre cómo fue repasar todo su recorrido musical para armar esta presentación, los proyectos que la esperan en Europa, la lucha por una mayor presencia femenina en los escenarios y la conexión musical que perdura con su hermano Claudio, fallecido en agosto de 2019.

¿Cómo es pararse ante todo su repertorio y tener que elegir solo algunas canciones para el espectáculo del Solís?

Estoy caminando ese camino desde hace un tiempo y vengo alineada, sincrónica, con el camino musical y el camino vital. Como esta música y estas canciones forman parte de mí, no quiere decir que sean autobiográficas pero sí que están alineadas a este camino. Entonces en este momento no tengo que forzar nada, dejo que pase todo. Las canciones que vengo anotando para el repertorio son las que día a día se me van presentando. Algunas son las que forman parte de mi repertorio habitual, el que vengo haciendo y está basado sobre todo en mis dos discos más recientes, Cuerpo eléctrico y Semilla. Pero a veces me despierto a la mañana y me acuerdo de aquella canción que está en De Minas a París, que es de 1992, la empiezo a tocar, y está alineada, dice algo sobre hoy, que todavía me conmueve. Muchas llegaron de esa forma, desde ese lugar, casi del subconsciente, que nos va de alguna manera armando el presente. Y creo mucho en eso también, que lo que uno piensa y va sintiendo, si está alineado, va sucediendo. Eso está desde la primera canción que hice en mi vida, que es Al revés, y la voy a tocar el 19 de marzo. Está alineada a lo que es hoy. La hice cuando tenía 19 años, pero habla sobre algo actual, que es la diversidad. Yo en ese momento ya visualizaba algo que se habla ahora. Y hay otras, cada una tiene su historia y aplica a este concierto desde su lugar. 

¿Qué proyectos esperan en el viaje a Europa que emprende luego de este show?

Voy a Suiza como base, que es mi otra tierra, mi otro lugar dentro de mí. Tengo un circuito que se viene armando desde 2008, cuando me invitaron desde el festival Estival Jazz, que se hace en la ciudad de Lugano. Yo me crié en Pregassona, que queda a 15 minutos en ómnibus de Lugano. Es un festival de jazz, enorme, pero también de world music, y donde grabé el disco Feliz. Desde entonces, año a año se fue agrandando ese circuito. Todo en mi camino en la música ha sido año a año, es una difusión que las propias canciones van haciendo y las puertas se van abriendo. También con las colaboraciones con otros músicos. En una de mis últimas visitas hicimos un show con Etchenique en la embajada uruguaya en Francia, en París, y nos quedamos una semana. En esos días nos encontramos con el “Pájaro” Canzani, que hace 30 años vive allá y nos conocemos de hace mucho. Cantamos juntos, y todo eso dio lugar a que grabáramos, compusiéramos unas canciones, tenemos un par de temas grabados, y hay muchos proyectos allá, colectivos. Un grupo de mujeres, cada una con doble nacionalidad, suiza y otra más. Es súper folclórico, porque cada una trae la música de su lugar, me ilusiona mucho y me recuerda a Trovalina (proyecto musical que tuvo junto a Samantha Navarro y Eli-u Pena).

¿Por qué decidió viajar sin boleto de vuelta?

Es un momento en el que cada vez que vuelvo de Europa me encuentro con que tengo que suspender algo allá porque tengo que volver a Uruguay. La última vez me invitaban a hacer un concierto que me parecía súper interesante y me iba. Y siempre me ocurre eso. Entonces este es un buen momento para probar y anclarme un poco en ese territorio, tocar y abrir un poco allá. Mi idea era tocar en el Solís al regreso, pero como solo estaba esta fecha, di vuelta la movida, me adapté a esto. 

¿Qué tanto tienen que ver los lugares donde vive desde niña – Suiza y Uruguay – con sus canciones?

Todo está junto, y en el proceso de crear todo lo que está alrededor y lo que vaya sucediendo en todos los planos, sea lo interno, vinculado a lo emocional, se vincula con el exterior. Así que todo ese material que se va juntando en lo que es observar, escuchar, el alimento externo, sale en forma de canción. A veces uno se pregunta de dónde salió una determinada canción. Y te das cuenta después, a veces años después, otras inmediatamente. Pero al ser una construcción que viene de la conjunción de varios aspectos a veces uno no se da cuenta de lo que está haciendo. Me pasa también con la escritura espontánea, que siempre me gustó. Después lo leés y no sabés de donde salió, y por ahí escribiste algo que no sabés, pero que cuando lo buscás, encontrás que es cierto. Es un episodio muy raro, pero a veces pasa lo mismo con las canciones, te viene ya pronta: el ritmo, la armonía, la melodía, la letra, y otras veces es componer sobre un texto que ya existe, que también es algo que me gusta mucho, y es algo que ahora estoy haciendo. Mi próximo repertorio, álbum o lo que sea que termine siendo es sobre poemas de poetisas del Ticino y se da mucha sincronía también. Una amiga vino de Suiza y me trajo libros de poemas, y a veces abro el libro y es ese mismo poema, después leo todo el libro y me doy cuenta que siempre fue ese poema el que tenía que musicalizar. Pasan cosas al crear que tienen que ver con lo geográfico, porque depende de si es invierno, verano, otoño. Todo se tiñe de eso. De la emoción, de todo. Y tiene que ver con el mundo de personas, y con lo que uno ingresa, la lectura, el cine, el teatro. Lo que salga va a estar teñido de todo eso. Y me sale por la música, el canto y el bordado, y otros trabajos manuales que también me gusta hacer. 

¿Ese próximo disco se llamará Todos los destinos del sol?

Lo de Todos los destinos del sol me viene acompañando desde mediados del año pasado. ¿Viste cuando vas a una estación y está el cartel que dice "todos los destinos"? Me encanta eso. Y terminó siendo un verso de una canción, que ganó el Premio Nacional de Música. La compuse cruzando el puente del arroyo Pando, mirando hacia el arroyo con ese espejo. "Voy cruzando el puente y el lago refleja este cielo al revés, y los verdes del campo señalan todos los destinos del sol". Es una metáfora de ir hacia todos los lugares donde haya luz. Y quedó ahí, como una posibilidad de título para disco o algo por el estilo. Es una canción que hicimos junto a Francisco Etchenique, el hijo de Gustavo, que es baterista. 

¿Cómo fue volver a hacer música después de la muerte de su hermano, Claudio?

Nunca paré de hacer música, no es que hubo un antes y un después. Y en mi vida hubo varios momentos de drama muy salados desde niña. Entonces la música es siempre el centro, no solo como el lugar de alegría, de placer, de compartir y reunirse, sino también el salvavidas, el antídoto. Es un superpoder que le agradezco a la vida y a mis padres por haberlo fomentado en los dos. La música generó también un canal abierto entre nosotros, como hermanos, que es un plus. Al ser varón y nena, y él el mayor y yo la menor, siempre nos pasaba que a mí me encantaban los juegos de Claudio pero a él no tanto los míos. A mí siempre me encantó ser el golero, y atajar cuando el tiraba, en la nieve o donde fuera, o los juegos mismo de nieve, que son un recuerdo muy bonito y que tienen que ver con el riesgo, el peligro y el tener la valentía de tirarse de una montaña. Y en esas tareas creamos un mundo del juego, del juego habitual, común, el de todos los hermanos de la tierra. Pero tenemos este otro que no es tan común, que es el de los hermanos que cohabitan y conviven y conversan con la música, que en Uruguay hay unos cuantos: los Fattoruso, los Ibarburu. Yo me siento muy emparentada y cercana cuando veo a los Ibarburu tocar, porque entiendo perfecto lo que está pasando en esa otra conexión que va por debajo. Que quizás sea subconsciente pero también es generada por el aquí y ahora. Es otro canal por el que podés adivinar al otro. Y ese mundo que es súper mágico, creo que cuando una persona desencarna, continúa. Es muy loco, pero hay como una telepatía entrenada que de algún modo sigue conectada. Es como un canal muy fuerte y que a través de la música sigue mandando información. Así que sigo sintiendo esa presencia, que es la de toda la vida, en ese lugar. Y es muy tranquilizante. Que a través de la música accedas a lugares espirituales y reales donde una vida se puede sostener sin el temor. El miedo a morir o a no tener el cuerpo. Es un trabajo que nuestra cultura no realiza. Le tenemos un miedo espantoso, es como que morir es algo que existe pero no lo pensamos, como que les pasa a los demás. Pero nos pasa a todos. Y está bueno prepararse amablemente, no dejar nada para después, lo que quieras hacer hacerlo, y aprender todo eso desde el lugar de la aceptación y no desde el drama, porque tenemos una tendencia a lamentar y dramatizar. Pero no va a pasar nada. 

Fue una de las artistas que reclamó por la ausencia de mujeres en festivales musicales como la Semana de la Cerveza de 2019. ¿Considera que después de esos reclamos cambió algo?

En su momento eso funcionó, dio resultado esa acción puntual, pero no se si es la forma de cambiar. Hay una que es la que me nace del corazón y me resulta la más natural, que es la de en cada momento, cada día, hacer cosas que puedan facilitar el cambio de algo que es muy amplio. Pero lo colectivo es importante también, a veces se puede participar y otras veces no. Creo que el trabajo más fuerte es el que cada uno hace desde su lugar, no solo vinculado a la presencia en festivales, porque puede pasar que haya un evento donde no aplica ninguna propuesta femenina, puede suceder. Más cuando hoy por hoy los festivales acá tienen un género muy marcado, son de folclore o rocanrol. El world music en Latinoamérica, o en Uruguay, no veo que exista como en Europa, donde en un festival hay una programación que la incluye donde va desde lo que hago yo hasta la electrónica o algo completamente diferente. Pero acá si no es carnaval, rock o folclore no hay festivales para otra cosa. Puedo tocar en el de rock con Cuerpo eléctrico, o en el de folclore con Semilla, pero no hay un sitio donde pueda tocar todo entreverado y que no me tiren con algo. Por eso, hay que ver las acciones. A veces al formar colectivos se genera discusión, porque no todos piensan lo mismo. No es fácil. Es lindo poéticamente, pero en la acción se pierde pila de tiempo tratando de unificar un criterio para hacer una acción. Ahí fue algo puntual y salió todo bien, después se disipó todo un poco, en discusiones. Hay gente que puede coordinar un grupo de Whatsapp, o tiene más tiempo como para ir a asambleas, yo no soy tan efectiva en eso, pero mi herramienta es la música y trabajo en esa dirección, y hago colectivos pero en esa dirección. O uso textos de mujeres o les abro puertas a otras colegas para que se aventuren en este mundo que era más de hombres. 

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