Gabriel Pereyra

Gabriel Pereyra

Columnista

Nacional > Dirección de Apoyo al Liberado

Saavedra: "La política central (para evitar la reincidencia) es el amor, y más amor"

El jerarca está convencido de que para mejorar la situación de los presos es urgente "humanizar" las cárceles
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22 de julio de 2018 a las 05:00
Jaime Saavedra está rodeado de problemas, de violencia; de mucha tristeza. Sin embargo, cuando habla despliega un entusiasmo y optimismo que lo llevan a uno a sumarse a su esperanza o dudar de si es un soñador. Saavedra es el titular de la Dirección Nacional de Apoyo al Liberado. Uno de sus orgullos es el Polo Industrial que funciona gracias a que cinco empresas se instalaron en el predio del Comcar y le dan trabajo a presos. En total, unos mil presos de los tres mil que hay en el Comcar trabajan en el Polo y otras experiencias similares. Saavedra recibió a El Observador en La posada del liberado, que funciona adjunta a la estructura de la cárcel de Cabildo y que le da cobijo por tres meses a una decena de recién liberados –van a llegar a 60– que no tienen adónde ir.

"Salen unas 6 mil personas por año que no tienen donde caerse muertos. Esta es una fórmula transitoria para quienes están enfocados a dejar el delito. Lo inauguramos en mayo. Todo esto era una estructura derruida de la cárcel de Cabildo, pero fue reformada por privados de libertad que participan del Polo Industrial. Es importante decir que esos presos, de su sueldo y voluntariamente, son el único aporte que recibe la asociación de familiares de víctimas de la delincuencia".

¿Tienen idea cuántos reinciden entre los que trabajan en la cárcel?

Tenemos un seguimiento personal porque los conozco a todos y tengo la convicción de que quienes participan en estos programas reinciden mucho menos de lo que reincide la media. Pero no hay ninguna base científica para esto que te digo y eso se inscribe en un problema: no hay estudio serio que permita decir con consistencia cuál es la cifra de reincidencia. Desde que entré al ministerio se habla del 60% pero no hay ningún estudio serio. La Agencia Uruguaya de Estadísticas Públicas, que trabaja en Presidencia, va a hacer un estudio porque nadie sabe de cuánto es la reincidencia ni de dónde sale el 60% y uno tiene que saber por dónde pasó el preso, su historia, una personalización para que el dato de reincidencia sirva. En las cifras que se manejan está el rapiñerito clásico, pobre, con historia temprana en el mundo delictivo, de dos o tres zonas de Montevideo, pero también figura el que atropelló a una persona que nada tiene que ver con esta otra población. La cifra de reincidencia debe servir para poder corregir políticas. El Estado uruguayo y los servicios penitenciarios tienen problemas con las auditorías internas que te proporcionen información de calidad.

¿Ustedes para permitir el acceso a la casona se contactan con quienes tienen posibilidad de recuperarse?

Esa pregunta tiene referencia con un asunto que se debate en políticas penitenciarias. Aún en los entornos más complejos, uno puede obrar de modo que con relativa sencillez puede mejorar la performance en cuanto a las condiciones de vida en el penal y en su salida. El año pasado en agosto le pidieron al Polo Industrial que se hiciera cargo del módulo 10 del Comcar, donde pasaban cosas vergonzosas. Diría que lo máximo es la desgracia de las muertes, que están naturalizadas en cárceles. En el Polo hacemos un minuto de silencio cuando hay una muerte. ¿Das la vida de alguien a resguardo del Estado y lo sacas con los pies para adelante? Es algo muy grave lo que está pasando. Entonces empezamos a trabajar en el módulo 10, y comenzamos por un diagnóstico y detectamos dificultades de todo tipo. Aplicamos la filosofía del Polo Industrial de tratar de que durante la privación de libertad las cosas pasen con arreglo a lo que marca la Constitución y los principios de humanidad. El ministerio nos dio materiales e hicimos el módulo 9 que es como esto (se refiere a la casona), limpio, los problemas se solucionan de otra manera, cambió la cosa. Y eso me reafirma que si se dan ciertas condiciones en la cárcel y en políticas pos penitenciarias, los índices de reincidencia pueden bajar.

¿Qué cosas concretas tuvo que hacer en ese módulo 10?

Primero humanizar la privación de la libertad. Dar condiciones de convivencia razonable. Fuimos a hablar con los privados de libertad y a lo largo de los años el módulo se consolidó como un espacio de libertad, cosa que le pasó también al 7, que viene gente del exterior a verlo porque es modélico.

Usted cree que con políticas así se pueden lograr resultados.

Si resuelvo bien las cosas chicas, las grandes se resuelven en catarata. ¿Qué cuesta que me pare acá, en la puerta de la cárcel, y diga buen día, a qué viene, dónde está su hijo? Eso no cuesta nada. Si te duele la muela y estás encerrado ¿por qué no te llevo al médico? Si hay médico en el Comcar. Los salones de visita en el módulo 7 y 9 están muy prolijos, con juegos para los niños. ¿Qué autoridad pierdo con que vengan los hijos y puedan estar ahí? El domingo a las cuatro de la tarde, cuando se va la visita, hay una tristeza en la cárcel que te eriza la piel. Se ve en la cara, en la angustia, te pone la piel de gallina. Si encima le agregás que no tuviste dónde sentarte a hablar con tus hijos, con tu pareja, imaginate. La circulación descomprime la violencia. Si a nosotros dos nos encierran acá durante un mes terminamos a las trompadas. El salir, circular, no tirar una cuerda de una celda a la otra para mandarte cosas y en vez de eso preguntarle: "¿Tenés que llevarle cigarrillos a Gabriel? Salí lleváselos y volvé". Por eso el concepto de hacinamiento es relativo. Si tenemos 10 personas en una celda pero entre las ocho de la mañana y las ocho de la noche pueden circular, hay hacinamiento, pero lo sufren menos horas.

El preso sale, le dan $ 100 ¿y qué pasa con él?

Y es una situación muy complicada porque es una población de 11 mil presos y el 84% tiene entre 18 y 24 años, y el 94% entre 18 y 29 años, en un país avejentado. Es gente desvinculada de la educación y rápidamente vinculada al mundo delictivo. Gente que no existe. No es que no estén en el Clearing, no están registrados en ningún lado. Tienen problemas de vivienda, de empleo. Hay casos de tres generaciones de delincuentes. Hay gente que entra por robar $ 11 y un pollo congelado y se comen cuatro años. La familia no pudo, no pudo el estudio y entonces llega la policía y lo tira para adentro. Hay una enorme infelicidad en todo eso.

Me llama la atención cómo usted destaca que hay sectores de la sociedad que están sensibilizados cuando uno lo que oye es, caricaturizándolo, el "mátenlos a todos".

A mí me desespera que haya cosas que no se sepan. Hay una enorme sensibilidad en la sociedad, y es de la gente común y de los partidos políticos. Es insólito porque en vez de asociar la opinión pública al Parlamento que es donde está representada, la asociamos a cuatro gritos de Facebook. La gente está representada en el Parlamento y los parlamentarios quedan encantados con el Polo, y los empresarios igual, y no reciben ningún beneficio por ello. Tienen que ver que se hacen las cosas con responsabilidad. Ahora vamos a abrir un Polo Industrial pero fuera de la cárcel. El ministerio ya nos dio el local y ya hay una empresa interesada en instalarse y darle trabajo a quienes son liberados. Este mensaje de sensibilidad tiene que ver con que cuando se percibe que se están haciendo las cosas bien, la gente lo apoya. Con esta casa los vecinos están chochos; pero porque nosotros les decimos: "si molestás a un vecino te llevo yo mismo a la seccional de la oreja". No puede pasar lo que pasa con el Mides, que salgo de mi casa y están haciendo las necesidades en la puerta de mi casa, eso no puede ser.

¿Piensa que hay alguna política concreta que se puede aplicar para evitar la reincidencia?
La política central es el amor, y más amor.

Eso dice también el padre Mateo, pero suena soñador.

Reconocer al otro, tenerlo en cuenta, es la base. Pero hay que ir construyendo confianza y un campo pedagógico. Vayan a verlo al Comcar. Uno de cada tres van al Polo y a medida que crezca el Polo se va a ir sumando más gente. Uruguay en el año 72 tomó la peor de las decisiones que pudo tomar en materia de cárceles y fue que la policía se hiciera cargo del sistema penitenciario. Es como poner a los periodistas a diseñar puentes, a los ocho meses hay un lío. Y cuando eso se sostiene en el tiempo el problema es más complejo porque las corporaciones van construyendo derechos, etcétera. Eso sumado a la evolución de la sociedad hace que la policía en las cárceles sea caldo de cultivo del resentimiento social. Los tiene que agarrar y mandar presos y de mala gana tiene que ir a rehabilitarlos cuando no está preparada para eso. Y eso genera resentimiento y odio en las cárceles. Con los operadores penitenciarios que se integran ahora estamos en la prehistoria porque no hay unidad académica que se haya consolidado en cinco años. En ese mar de contradicciones hay que navegar.

¿Y cómo vio la gestión del ministerio?
Respecto del tema penitenciario Bonomi fue el mejor ministro desde la época democrática y resolvió con sencillez republicana un ambiente en el cual se creó el nuevo sistema penitenciario y eso fue una obra majestuosa. Pero si alguien supone que después de 40 años en un problemún vas a salir al día siguiente de él, es una utopía. Te va a llevar tantos años como tiene el problema.

Proyecto a estudio

El Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), organismo que rige las cárceles, se transformará en un instituto descentralizado que dependerá del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) con el objetivo de poner énfasis en la intervención psico-socio-educativa de los presos. El cambio se prevé para febrero de 2021, según el texto del proyecto.

Rapiñas

El ministro del Interior, Eduardo Bonomi, admitió que su objetivo de bajar las rapiñas 30% no se está logrando. "Veremos lo que pasa. La promesa no la sacamos. Si no la cumplimos diremos que no la cumplimos. En este momento no se está cumpliendo", dijo en el programa En la mira de VTV.

Tobilleras

Otro proyecto que trabaja el gobierno establece que aquellos hombres que rompan la tobillera electrónica sean enviados a prisión, ya que según dijo el subsecretario del Interior, Jorge Vázquez, hay casos en los que esto ocurre y los jueces vuelven a insistir en la colocación cuando "quedó demostrado" que este sistema no funcionó. En 2018 unos 20 agresores rompieron la tobillera.

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