Las tarifas de UTE y OSE subirán 3,5% y 6% respectivamente desde enero.

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Salarios versus tarifas públicas: cómo se comportaron en los últimos cinco años y en 2021

Si los ingresos siguen como hasta noviembre, las tarifas subirán por debajo de la inflación pero por encima de las remuneraciones de los trabajadores
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02 de enero de 2022 a las 05:00

Por Juan Andrés Sainz

A partir de enero comenzarán a regir, como es habitual, las nuevas tarifas públicas de electricidad, agua corriente, telefonía e internet. Estos precios, junto a los de los combustibles, tienen un peso muy especial para el bolsillo de los uruguayos y se vinculan directamente con cuatro de las más importantes empresas públicas del país: Ancap, Antel, OSE y UTE. La interrogante que se abre es: ¿qué habrá subido más en 2021 hacia el comienzo de enero, las tarifas o los salarios? 

Este jueves el Instituto Nacional de Estadística (INE) anunció que el Índice Medio de Salarios (IMS) aumentó en 6,02% en 2020 hasta noviembre, aunque al perder contra la inflación, el poder de compra de los trabajadores retrocedió cerca de 1,7% en el correr del año. Además, en el transcurso de la semana se hicieron públicas, una tras otra, las decisiones de los entes y del Poder Ejecutivo sobre los ajustes de las tarifas públicas.

Antes de concretarse los ajustes de enero, la tendencia en los últimos cinco años ha mostrado que —en términos reales—, las comunicaciones se han abaratado cerca de 15%, la electricidad algo más de 12%, y el agua un poco más de 6%, mientras los combustibles convencionales están 1% por encima que un lustro atrás.

En el transcurso del quinquenio, es apreciable que el agua sube cada enero bastante alineada con la evolución de la inflación todos los años (con la excepción de 2020, cuando el gobierno saliente del Frente Amplio decidió dejarlo sin efecto y la coalición multicolor lo hizo en abril tras asumir en marzo). Además, los efectos del beneficio UTE Premia se ven puntualmente cada diciembre en una drástica caída de la tarifa de electricidad, que luego se revierte en enero. El menor precio de la energía eléctrica se alcanzó en el último mes de 2019, cuando estuvo un tercio por debajo de la referencia de enero de 2017. Las comunicaciones también reflejan ajustes cada enero, pero lo han hecho siempre por debajo de la inflación, abaratándose en términos reales.

Los combustibles, que venían bajando considerablemente desde diciembre de 2018, revirtieron abruptamente su tendencia desde junio del presente año, cuando Ancap comenzó a ajustar sus valores en función de los Precios de Paridad de Importación (PPI). La cotización del crudo Brent, principal insumo de la petrolera estatal, se multiplicó en más de tres veces desde sus niveles históricamente bajos en la primera mitad de 2020.

Los ajustes para 2022 y su significado: uno por uno

Electricidad

El precio de la energía eléctrica aumentará 3,5% a partir del próximo año, lo que da lugar a un abaratamiento real de 2,4% con respecto a los salarios en el año y de 4,1% con respecto al nivel general de precios. 

Agua

La tarifa que fija la OSE aumentará 6% para enero, lo que la convierte en la única que subirá en niveles cercanos a la inflación (algo que, como se mencionó, sucede con frecuencia). Esto dejará el valor del agua empardado con el aumento nominal de los salarios y mínimamente por debajo del aumento general de los precios (1,8%).

Telefonía e internet

El 23 de diciembre, el presidente de Antel, Gabriel Gurméndez, anunció en conferencia de prensa que la telefónica estatal decidió no modificar las tarifas el 1° de enero. El jerarca aseguró que la empresa está atravesando un “fuerte crecimiento” en todos los mercados y prevé hacer una revisión de sus precios, más adelante, a mediados de 2022.

El congelamiento significa un abaratamiento de 7,4% en términos reales (si se estima que la inflación será de 7,9% en 2021) y de 5,8% con respecto a los salarios (pensando en la suba de 6% hasta noviembre).   

Combustibles: la oveja negra

Los combustibles, a diferencia de las demás tarifas, han tenido cinco ajustes a lo largo del año (cuatro de ellos al alza) y no arrastran la costumbre de cambiar en enero. Además de haberse dado una suba en el primer mes de 2021, en junio empezó a regir la metodología que ajusta los precios de los combustibles líquidos de acuerdo a los respectivos PPI, lo que provocó automáticamente aumentos en ese mes, en julio, en agosto y un leve descenso en setiembre.

Sin embargo, desde octubre el Poder Ejecutivo decidió dejar de modificar temporalmente los precios en base al PPI de la Ursea —que mostraba una nueva corrección al alza—  y se aferró a los buenos números de Ancap. El argumento del gobierno fue "la ganancia de un negocio excepcional" por la venta de gasoil a UTE con motivo de la sequía que sufre Brasil, fenómeno que compromete la generación de energía hidroeléctrica en ese país.

El presidente del ente petrolero Alejandro Stipanicic aseguró que Ancap tiene “espalda financiera” suficiente para mantener el precio de los combustibles al público como viene ocurriendo desde octubre. En la misma línea, el subsecretario del Ministerio de Industria, Walter Verri, dijo en una reciente entrevista con El Observador que estaba de acuerdo con continuar apelando a las ganancias extraordinarias de Ancap para no ajustar las tarifas al público. 

Desde enero, el INE registró que los combustibles como la nafta y el gasoil (ponderando cuánto pesa cada uno en la canasta de consumo) aumentaron en conjunto un 21,77%, encareciéndose casi 15% sobre los salarios y cerca de 13% respecto a la inflación.

Balance

Si se considera las ponderaciones que cada uno de estos insumos tiene sobre la canasta de consumo de las familias, puede hacerse un balance que estime cuanto afectarán las tarifas públicas en su conjunto al bolsillo de los uruguayos después de un año, teniendo en cuenta los aumentos salariales.

Entre ellas, el mayor peso lo tiene la eléctrica, cuya participación es cuatro veces mayor a la del agua y el doble que los combustibles. El costo de la telefonía e internet es el que le sigue en importancia.

En su conjunto, puede decirse que pagar las tarifas públicas el próximo enero le costará 6,6% más a los uruguayos que un año atrás. 

El número deja sabores encontrados: por un lado aumentaron por debajo de la inflación estimada (7,9%), pero por otro lo harán ligeramente en mayor medida que el incremento de los salarios registrado hasta noviembre (6%).

Es decir, si todo sigue como hasta ahora, las tarifas subieron menos que todos los precios, pero aún así a los trabajadores les costará un poco más pagarlas que en enero de 2020. Aunque resta conocer la evolución de los salarios en diciembre, parece poco probable que el dato del IMS de ese mes puede ser suficiente para acompasar la trayectoria de las tarifas públicas. 

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