El farmacéutico al que la venta de marihuana le “salvó el negocio”

Cinco años después, el dueño de la farmacia Antártida, uno de los primeros expendios de cannabis en Montevideo, habla con la soltura de quien superó la incertidumbre. “Al principio tenía miedo, dudaba por la posible censura social, temía perder algún cliente o que hubiese problemas de seguridad”, admite detrás del mismo mostrador en que hace un lustro les enseñaba a los usuarios cómo apoyar el dedo sobre el lector de huellas para la compra de marihuana. Pero el tiempo le quitó los temores y le demostró que el nuevo producto (el cannabis regulado por el Estado) “salvó el negocio de la caída que se agravaba cada año”.

En los 37 años que lleva al frente de una farmacia, fue testigo de cómo su rubro fue perdiendo terreno. Aquello de las listas de las farmacias de barrio de turno y los tubos de neón en la puerta fue perdiendo pie ante las cadenas que ofrecen analgésicos, antibióticos, libros de autoayuda y regalos en un mismo local. “El que antes era nuestro producto principal, y por el cual tiene sentido la farmacia, el medicamento, se empezó a canalizar por las mutualistas y nuestra clientela se fue achicando”, rememora. Hasta que el cannabis tuvo un “buen pegue”.

¿Por qué? A las farmacias de barrio empezaron a llegar nuevos clientes que, deseosos de adquirir cannabis, también compran otros productos. La vieja clientela siguió siendo fiel y, contrario a lo que algunos suponían, no hubo merma de público por oposición a la política regulatoria que llevó a Uruguay a los titulares de la prensa internacional.

El farmacéutico tiene su hipótesis: “Se habló tanto del tema, y demoró tanto desde la aprobación de la ley hasta la puesta en marcha, que validó la política hasta el punto que el más conservador ya la acepta”.

El “experimento” que aún despierta polémica

Para la prensa internacional, el 19 de julio de 2017 marcó un hito y con el correr de los años devino en efeméride: un país (Uruguay) pasó a vender marihuana para usos no solo medicinales o industriales. Para el farmacéutico el paso del tiempo calmó las críticas y afianzó ese experimento. Pero la discusión política local demuestra que, cinco años después, el “experimento” aún causa polémica.

Cabildo Abierto pidió derogar la ley. El secretario de Drogas, Daniel Radío, solicitó por el contrario flexibilizar el registro y ofrecer más variedad de cannabis. Su antecesor en el cargo, Diego Olivera, defendió que “la filosofía de esta política es sacarle el mercado a los narcotraficantes. Un dealer no pregunta qué edad tenés para venderte. En las farmacias no le venden a menores. Creció la cantidad de consumidores adultos, pero el consumo en adolescentes se planchó”.

Mientras, una encuesta que realizó el Observatorio Uruguayo de Drogas reveló que la cantidad de compradores registrados sigue en ascenso —ni siquiera la emergencia sanitaria cortó la tendencia—, pero solo la mitad de los casi 50.000 registrados compró cannabis en alguna farmacia el año pasado.

Aquello de quedar “reloco” o del “viaje psicoactivo” no es lo que más buscan los compradores de marihuana en farmacias. Al contrario: casi tres cuartas partes (72,2%) persigue un “efecto relajante” y casi la mitad (47,7%) también lo usa “para dormir mejor”.

Esta búsqueda de relax coincide con la principal crítica que los encuestados le hacen al producto que se vende en las 25 farmacias habilitadas: seis de cada diez consideran malo o muy malo el efecto “pegue” del cannabis ofrecido.