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Simples espectadores de una reunión clave

Bolsonaro y Macri dieron los primeros pasos hacia la reforma del Mercosur
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18 de enero de 2019 a las 05:01

Durante la campaña electoral de Bolsonaro, llamó la atención las escasas referencias del candidato al Mercosur, pero en particular la ignorancia a su socio estratégico en el Cono Sur, Argentina. Dicha situación, generó una profunda preocupación en las autoridades de este último país, las que a través de contactos diplomáticos, terminaron forzando al equipo del hoy presidente de Brasil, a reconocer qué lugar le estaban otorgando a la región.

Lo cierto es que más allá de los matices y algunas referencias posteriores, tampoco en el discurso de asunción ni en las primeras medidas de gobierno se le ha adjudicado importancia a su vecino más próximo. Es más, el anuncio de que Brasil romperá con la tradición de visitar Argentina en el primer viaje realizado por un presidente brasileño, cayó muy mal en el gobierno de Macri, que finalmente decidió no participar en la ceremonia de asunción. No es un dato menor que el primer país que visitará el flamante presidente de Brasil será Chile, una decisión que está cargada de mensajes.  Naturalmente que lo esperable es que Brasil y Argentina continúen teniendo una relación estratégica en los próximos años, ya que Bolsonaro no podrá desconocer que está frente a su tercer socio comercial tras China y Estados Unidos (solo considerando bienes), con un intercambio comercial cercano a los US$ 30.000 millones y, por cierto, con un saldo muy favorable a Brasil. Además, se trata de una relación pautada por encadenamientos productivos que hacen posible la existencia de un comercio intraindustrial nada despreciable. Cabe recordar que el comercio bilateral anual entre Argentina y Brasil solo de automóviles y sus partes, supera el total de exportaciones de Uruguay al mundo en un año.

Por otro lado, la importancia de la relación entre las dos principales economías de América del Sur, no puede desconocer otros factores además del comercial. No hay que olvidar que previo al Mercosur, se terminó de sellar una alianza estratégica que tenía que ver también con la seguridad regional, me remonto a la firma del acuerdo nuclear entre las dos potencias suramericanas firmado hace más de 30 años. Acercamiento que sin lugar a dudas, habilitó la posterior cooperación en el plano industrial y comercial que derivó en el Mercosur. Muchos en Argentina, ven con cierta preocupación la visión del nuevo gobierno de Brasil sobre la política nuclear.
Ahora bien, el devenir de la relación entre los dos principales socios del Mercosur no inhibe el momento justo para debatir sobre el futuro del bloque. El gobierno de Bolsonaro plantea por primera vez, la necesidad de reformarlo para poder reaccionar con mayor celeridad a las tendencias internacionales. En sucesivos discursos, tanto el presidente como algunos de sus ministros, propusieron un Mercosur más abierto, flexible, moderno y bilateral.

Debido a la falta de liderazgo regional durante la presidencia de Temer, Macri supo ocupar un espacio que le otorgó otra impronta al bloque. Lideró la suspensión de Venezuela del Mercosur, primero por el incumplimiento en el proceso de incorporación de las normas comunitarias y, luego con la más que justificada aplicación de la Cláusula Democrática, la que por cierto apoyó Uruguay. Argentina también apostó por acelerar el cierre de las negociaciones con la Unión Europea y fomentó la apertura de otras, como es el caso de las que se tienen en curso con Singapur, Canadá y más recientemente Corea del Sur. En el plano interno, impulsó la firma de un protocolo de inversiones y de contrataciones públicas.

Por tanto, es justo reconocer que desde la asunción de Macri, todos los miembros del bloque dieron continuidad a un Mercosur que buscó mostrarse más abierto al mundo, impulsando de cierta forma, acciones para mejorar la competitividad de sus economías. El problema es que hasta la llegada de Bolsonaro, ninguno de los socios ha planteado firmemente la discusión de fondo. ¿Puede el Mercosur seguir siendo una unión aduanera o apostar a conformar un mercado común?, ¿es posible mantener una política comercial común entre sus socios?, ¿cómo se solucionará la crisis de Venezuela?, ¿qué rol jugará Bolivia? Si bien cargado de excepciones, el bloque opera con un arancel externo común, lo que implica negociar de forma conjunta con otras economías. Además, este compromiso fue ratificado por la polémica y redundante Decisión 32/00 del Consejo del Mercado Común. El arancel del Mercosur refleja una realidad industrial y comercial de la década del noventa, con niveles muy elevados que ascienden a picos máximos del 35% y con una estructura que no favorece las cadenas globales de valor. El arancel promedio del Mercosur es cercano al 10%, lo que es varias veces superior al arancel promedio internacional. A las barreras externas, se le deben agregar las innumerables restricciones no arancelarias al comercio intrazona. Por tanto, no debe llamar la atención que de acuerdo a varios indicadores, se está frente a una de las regiones más cerradas del mundo.

Los escasos avances en el cierre de acuerdos comerciales, confirman además, que las negociaciones conjuntas no han sido una fórmula de éxito, ya que los socios del bloque siguen mostrando importantes diferencias en su estrategia de inserción internacional. En consecuencia, el Mercosur continúa hasta la fecha sin acceso preferencial en los principales mercados de consumo.
Tras la reciente realización de la reunión entre Macri y Bolsonaro, se abre una oportunidad única para flexibilizar el Mercosur, lo que permitirá implementar las reformas necesarias para contar con un mayor margen de acción en la política comercial de sus socios. También tendrá que ser debatido el rol de Bolivia (está por ser miembro pleno) y cuál será el futuro de Venezuela en el proceso de integración, país con el cual Paraguay rompió recientemente relaciones diplomáticas.

Frente a este escenario y al menos hasta el presente, Uruguay ha permanecido impávido, actuando como un simple espectador de lo que acontece en la región. Además, no se ha posicionado como el resto de los miembros contra el ilegítimo nuevo mandato de Maduro en Venezuela, lo que además de ser una enorme incongruencia (debido a que en su momento sí apoyó la aplicación de la Cláusula Democrática), deja al gobierno de Tabaré Vázquez en una incómoda posición negociadora.

Ya concretada la reunión entre los dos actores centrales de la región y tras la confirmación de que se está frente a un nuevo escenario, es imperioso que Uruguay se vuelva un actor más relevante en las definiciones de la agenda regional que vendrán en los próximos meses.  

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