Margay capturado por una de las cámaras de Uruguay Fototrampeo

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Sonrían, los están grabando: el fototrampeo como herramienta para difundir la fauna autóctona

Proyectos en torno al registro de la fauna autóctona se desarrollan por fuera de la investigación académica para difundir información y educar a grandes y chicos
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16 de octubre de 2021 a las 05:03

Dos margay se lamen las caras mutuamente sobre la rama de un árbol, una familia de carpinchos deambula en el medio del monte, un zorro traslada una a una a sus crías y un guazubirá descubre algo inusual entre la vegetación antes de volver a aparecer con su pareja. Una pequeña cámara camuflada logra grabar cada movimiento, cada interacción y cada detalle de los animales sin que se den cuenta. Sin la intervención del ojo humano. ¿Cuántos secretos de la fauna autóctona podrá descubrir? 

Agustino Alonzo y Valentina Barreto se conocen “de toda la vida”. Crecieron con una diferencia de dos cuadras en Solís de Mataojo y cuentan que si bien no tuvieron un vínculo con el campo durante su crianza, veían las sierras de Lavalleja a pocos metros de sus casas. “Es como la rambla para los montevideanos”, comenta Alonzo. 

En 2019 un amigo les comentó que un animal lo visitaba en la noche y aquello se convirtió en un misterio. Encontraron una huella y empezaron a investigar para poder adivinar de qué animal se trataba, hasta que una noche lo vio: era un gato montés. Se les ocurrió comprar cámaras para intentar sacarle una foto a aquel felino que, según los cuentos, era “enorme”. Cuando compraron una no pararon más.

Durante la pandemia esa curiosidad tomó otro tono. La movilidad se redujo, las fronteras se cerraron y los viajes quedaron descartados. Los hobbies y el contacto con la naturaleza fueron un catalizador para muchas personas en tiempos de incertidumbre ante un virus desconocido, y eso también sucedió con ellos. Lo que era un gusto esporádico se transformó en un pasatiempo. “Después de que empezás a ver toda la variedad de animales que hay, y que son cosas que no podés ver habitualmente porque están en su hábitat haciendo lo que hacen siempre sin el ojo humano, te entusiasmas”, dice Barreto.

"Vamos a compartir los videos a ver qué pasa", dijeron. Así crearon Uruguay Fototrampeo, un sitio en el que comparten registros de nuestra fauna nativa y en pocos meses cosecharon 20.725 seguidores hasta el cierre de esta nota. 

La respuesta de la gente los sorprendió. Si bien coinciden que a los montevideanos “cualquier bichito les llama la atención”, porque es más inusual ver un carpincho, un zorro o una pava de monte, lo que más sorprende son los felinos: el margay o el gato montés particularmente. Registros que, para la gente que está por fuera de la investigación científica, son bastante inusuales. “De repente hay gente que tiene pero que no los comparte, nosotros decidimos compartirlo para que la gente lo vea", asegura Alonzo. De hecho, al observar a los animales que están en la zona el seguimiento que logran es tan cercano que hasta podrían nombrarlos.

La rutina es semanal: llegan al campo, en una ubicación que prefieren mantener reservada, buscan las cámaras y se aseguran de que todas se mantengan en su lugar, sacan las tarjetas de memoria y las descargan en una computadora portátil, analizan las imágenes y deciden si deben cambiar la orientación de los dispositivos, y antes de irse se aseguran de que todo quede funcionando correctamente. Este proceso es para ellos una dosis de adrenalina. “Es como ir al estadio con la emoción de lo que va a suceder. Vas, te sentás, ponés la memoria en la computadora y te dice que hay 100 videos y quedas como loco porque no sabés qué fue lo que pasó”, cuenta Alonzo, y señala que para él la expectativa está puesta en poder alguna vez registrar un puma aunque se reconoce “un poco escéptico”.

Pero no todo es éxito: hay semanas donde los registros son magros. “Hay semanas que te dan ganas de llorar y de tirar todo, porque no pasó nada, porque alguna cámara se complicó con la tarjeta, porque son cosas que quedan ahí en piloto automático y digamos que te enteraste a la otra semana que no anduvo”, explica él. Al principio veían principalmente zorros y algún guazubirá, pero lo primero que los sorprendió fue una foto que lograron capturar de un gato montés paseando durante el día. “Hoy la miro y es una porquería la foto, pero en aquel momento tirábamos cohetes entre los cerros porque no podíamos creer”, dice Alonzo entre risas, a lo que Barreto explica que, muchas veces, es más importante el hallazgo que la calidad de la imagen. Las cámaras logran simular un Gran Hermano local, animal, que registra lo que hacen y cómo se relacionan las especies en esa zona sin la participación del ser humano.

Encontrar el lugar exacto donde capturarlos llevó mucho tiempo e intentos fallidos. Pasaron meses moviendo las cámaras hasta que los animales desfilaron frente a ellas. "Muchas veces es a suerte y verdad porque no dejan rastros a veces", señala Barreto.

Ahora bien, ¿qué son las cámaras trampa? Se trata de dispositivos que se activan cuando perciben un cambios de temperatura y movimiento, que en los últimos años se han convertido en una herramienta útil para la investigación científica, dado que son una forma no invasiva y efectiva de “espiar” a las especies. Para ellos es una manera de observar qué sucede en esos mismos caminos que transitan a pie sin interferir en la dinámica de los animales.

Un entramado comunitario

"¿Esto qué es, un jaguar?", preguntan los seguidores. “No, es un margay”, responden desde la página, y aprovechan para agregar información sobre los animales, incentivan a investigar y hacer preguntas para concientizar sobre el cuidado de la naturaleza. “No es posible cuidar la fauna autóctona desde el desconocimiento”, coinciden.

Para ambos la mejor parte del proyecto es la posibilidad de conocer gente con los mismos intereses, que puedan descubrir nuevas especies y entender cómo funciona ese ecosistema. “Cuando uno hace algo de forma totalmente desinteresada es re lindo cuando aparece todo eso. La gente te dice 'viví tantos años en el campo y nunca vi un bicho de esos', y ahí te da pie para hablar de la conservación, del hábitat, la tala del monte. Está buena esa instancia, aparte de un lindo video”, dice Barreto.

Lo que empezó como un hobbie poco a poco fue tomando otro color, con un perfil de información sobre la conservación de los animales y sus hábitats, aunque reconocen que es una actividad que mantienen como un pasatiempo ya que tienen sus trabajos: ella es docente de inglés y él trabaja como mecánico en el frigorífico de la zona. “Uno lo hace como hobbie porque le encanta, pero es un sacrificio”, señala Barreto y cuenta que los han invitado a registrar lugares desde Artigas hasta Colonia, pasando por Paysandú, Cerro Largo, Tacuarembó y Treinta y Tres,

Ahora tienen 10 cámaras en tres campos cercanos y cosechan en promedio 120 gigas de videos por mes. “Lo que la gente ve es un video lindísimo pero detrás de eso hay horas de mirar videos y horas de aprendizaje”, comenta la docente, que además destaca el interés que esta actividad despertó en grandes y chicos; sobre todo entre sus alumnos, que esperan con ansias el próximo video de los animales de su zona. 

Una vez que la cuenta empezó circular y los videos crecieron en reproducciones se pusieron en contacto biólogos y especialistas que colaboran con los gestores para agregar información a las publicaciones e interpretar las conductas de los animales. “Es mucha la gente que nos ayuda. Con los biólogos me saco el sombrero, porque comparten con nosotros el conocimiento y nos orientan desde el anonimato porque son muchos”, señala Barreto. 

Alexandra Cravino es una de las biólogas que se acercó para aportar al proyecto desde su profesión y experiencia en el trabajo con cámaras trampa. “El proyecto de ellos es más personal, que es un poco la diferencia de los que son más académicos que tienen financiación y para contestar preguntas concretas. Hablo con ellos todos los fines de semana cuando me mandan lo que van encontrando y es más como para ver qué lindo que está el animal y conseguir buenas imágenes para difusión. En nuestro caso la colocación de las cámaras es diferente porque tenemos que cumplir con distintas cuestiones del diseño de muestreo para contestar preguntas de investigación: cómo varía la aparición de los mamíferos en los distintos bosques, qué pasa con las actividades productivas, preguntas que requieren no colocar las cámaras para buscar las imágenes más lindas”, explica ella, que forma parte del Grupo Biodiversidad y Ecología de la Conservación de la Facultad de Ciencias, donde actualmente estudia los efectos de la producción forestal sobre mamíferos así como los riesgos y distribución de las especies exóticas invasoras, como el jabalí y el ciervo axis.

Más allá del encare y el objetivo de los proyectos, logran captar los mismos animales. La bióloga señala que hay varios núcleos trabajando con cámaras trampas en el país, por lo que prácticamente todo el territorio está cubierto. "Yo tengo en 12 departamentos que los tengo que ir rotando para ir cubriendo todo. Eso es diferente a lo que podemos obtener. Ellos obtienen video de todo lo que pasa y nosotros nos quedamos con la foto y la pregunta de qué estarán haciendo", comenta la especialista, y destaca la belleza de conseguir imágenes y sonidos, además de la posibilidad de definir un grupo específico de animales en un territorio para observar hacer un seguimiento de su comportamiento. Por ejemplo, en las últimas semanas capturaron dos gatas preñadas, así que esperan poder conocer a las crías próximamente.

"Tiene todas esas cuestiones lindas de poder acceder a eso que si no estás en la academia o no tenés cámaras propias es imposible; salvo que tengas grupos de animales tranquilos que puede darse en algunos campos, cuando es menor la presión de caza. Cuando no los persiguen podrías ver esas cosas físicamente: podés ver que el zorro se acerca, que los carpinchos están tranquilos y no saltan todos corriendo al agua, pero depende mucho de qué tan perseguidos por el hombre estén, que sigue siendo el principal depredador que tiene nuestra fauna a lo largo del territorio", explica la bióloga en diálogo con El Observador.

Espiando bichos 

Cravino también forma parte del Grupo Caza, Antropología y Conservación del Centro Universitario Regional Este de Rocha, compuesto por antropólogos, sociólogos, abogados, biólogos y artistas. Allí también se usan las cámaras trampa como un disparador de saberes: un intercambio con niños y niñas sobre la fauna autóctona en un proyecto que llamaron "Espiando bichos".

Trabajan en conjunto con el colectivo Tras las huellas del venado, conformado en 2014 por la maestra María Alicia Martínez para abordar junto a los niños diversas problemáticas ambientales y conocer distintos ecosistemas del país y la región. "Lo que hacemos es que los niños sean los que trabajen con las cámaras. Ellos las colocan, miran los animales que pasan y forman parte de una 'investigación científica'", dice ella.  Además registran las coordenadas donde colocan las cámaras, miran todos los videos y las fotos, van rotando los dispositivos y tabulando todas las especies que aparecen, a qué hora y qué estaban haciendo. 

Actualmente el colectivo lo conforman unas 400 personas, entre niños, niñas, jóvenes y familias; que en pocos meses lograron registrar cuatro especies de aves y al menos seis de mamíferos. "Colocamos la primera cámara en junio, armamos un taller donde se les enseñó cómo se manejan, de qué manera se ponen y cuáles son los objetivos, para luego llevarlo a territorio", explica la maestra, y señala que el proceso les resulta fascinante. 

Mientras la mayoría de los niños conocen a todos los animales de zoológico y las especies africanas que están en los libros, otros se interiorizan en la fauna autóctona y son ellos los que luego transmiten ese conocimiento a sus clases sobre distintos animales que hay en Uruguay. Además aprenden sobre el método científico y tienen, según indica Cravino, una sensibilidad especial hacia la ciencia: "Quieren que le hables en idioma científico, que les digas los nombres científicos de las especies". Sin dudas, los niños también tienen mucho que opinar sobre la conservación de las especies. 

"Si bien son múltiples los temas que vamos abordando de la agenda ambiental el tema de la fauna autóctona siempre está presente, es un tema muy sensible para los niños y las niñas del proyecto y esta es una posibilidad de hacer tangible eso que estaba en los libros, la enciclopedia o los videos: poder captarlo por nuestras propias posibilidades", sostiene Martínez y destaca que las cámaras se colocaron en las casas de los niños o en territorios donde sentían afinidad. Son lugares cercanos donde pueden observar qué sucede, o no, con los animales que allí habitan: "Todo es un aprendizaje sobre las características de los animales silvestres y por qué la presencia humana determina el que se acerquen o no".

El colectivo tiene un lema, que a su vez nuclea el sentir de todos los entrevistados: "Conocer para amar, amar para proteger y conservar". No se cuida lo que no se conoce. Tanto niños como adultos pretenden difundir la fauna autóctona, para salvarla de su mayor depredador: nosotros mismos. 

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