Kristen Stewart encarna a Diana en Spencer
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > CINE

Spencer: la tragedia de la princesa Diana contada como una película de terror

En los cines uruguayos se puede ver esta película que plantea un retrato melancólico y onírico de la princesa Diana, y cuya protagonista está nominada al Oscar
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21 de marzo de 2022 a las 05:05

Esta es una historia de la que ya sabemos el final. Sabemos que aunque la película termine antes, aunque no sea necesario hacerlo explícito, allá, al final del túnel, está la muerte. Está el final abrupto, sorpresivo, trágico entre metales retorcidos y sirenas ululando en la madrugada de París. Ni hace falta mostrarlo, ni hace falta mencionarlo. La de la princesa Diana es una historia que ya conocemos, un cuento de hadas con final triste, que incluso ya se está relatando en paralelo en otro lugar: la temporada pasada y la próxima de la serie de Netflix The Crown, que incluye dentro de su narrativa sobre la familia real británica a esta figura como uno de sus puntales.

Por suerte, Spencer, la película centrada en la trágica princesa que se estrenó este jueves en las salas uruguayas, se plantea de una forma diferente frente al ya anquilosado relato biográfico tradicional. Dirigida por el chileno Pablo Larraín, que ya tuvo experiencia en este género con Jackie, en el que retrataba a la exprimera dama estadounidense Jackie Kennedy luego del asesinato de su esposo en 1963, y escrita por el británico Steven Knight, creador y responsable de la serie Peaky Blinders, en este filme no importan tanto los hechos históricos, sino mostrar a la figura atrapada en una jaula de la que no puede salir.

Spencer, que debe su nombre al apellido de Diana, es una pura ficción, aunque tiene algunos leves asideros en hechos reales. Es una historia que sucede en tres días, en la temporada navideña de 1991, en el marco de una reunión de la familia real británica en Sandringham, una de las casas de campo de la corona, para celebrar las fiestas. Ese es el escenario para un fin de semana de pesadilla para una Diana que ya llega sacudida por el acoso constante de la prensa, por un matrimonio que se cae a pedazos, y por la complejidad que representa para ella separar su vida personal de su figura pública.

Entre cenas de gala, cacerías de faisanes y recorridas por el campo, las sacudidas se convierten en turbulencias intensas. Alucinaciones, pensamientos oscuros, ataques de pánico, la bulimia que impide que la comida permanezca mucho rato dentro del estómago, y una familia que la ignora completamente (y cuando no, la ataca de forma constante), salvo por sus dos hijos, los únicos que la buscan y quieren pasar tiempo con ella.

Kristen Stewart es la encargada de meterse en la piel de Diana, y hace un trabajo superlativo, que le ha valido una nominación al Oscar a Mejor actriz. El dolor y la tristeza se ven en la mirada de esta Diana torturada, al borde del colapso y partida entre su voluntad de cumplir con lo que se espera de alguien en su rol y la de intentar –en vano– cambiar la imagen y los modos de la institución más conservadora y tradicional del Reino.

La familia real británica en la película

Esta Diana es tanto un ícono pop como un fantasma. Tanto una princesa como una prisionera. Tanto una presencia elegante e imponente como una protagonista de película de terror. Y es que Spencer tiene bastantes toques sombríos e inquietantes, mucho más cercanos al terror psicológico de El bebé de Rosemary que a los lujos de The Crown.

Diana se acerca a su punto de quiebre (si uno mira la cronología, al año siguiente de los eventos retratados en la película Diana se separó del príncipe Carlos y empezó la etapa final de su vida en la que fue tanto una figura querida y celebrada, como una persona que nunca salió del ojo público) apoyada más por el personal de Sandringham que por sus parientes políticos. La mujer encargada de vestirla y el cocinero del palacio serán dos de sus principales aliados en este fin de semana infernal, y le traerán algo de luz en esta visita a la boca del lobo. Y también está la figura de Ana Bolena, otra consorte real que perdió la cabeza –literalmente, en su caso– a causa de su matrimonio.

Con una fotografía que navega entre lo onírico y lo fantasmal y lo delicado, Spencer es una película que puede perder al espectador que vaya esperando una película biográfica tradicional, e incluso a veces parece esforzarse tanto por hacer algo diferente que se termina notando. Es una película que avanza casi en una línea recta, sin grandes aspavientos, por lo que propone un ritmo capaz de dejar por el camino a los más inquietos, o menos acostumbrados a las narrativas más pausadas.

Stewart está nominada al Oscar por su trabajo

De esta historia ya sabemos el final, pero Larraín no deja de machacar el fatalismo asociado a Diana, y al peso que tuvo en su desenlace tanto su entorno como la presión pública, un tema que se repite en varias de las producciones audiovisuales recientes que se enfocan en otras figuras que fueron en su momento íconos mediáticos y que con la perspectiva actual se revela que fueron víctimas. Y el caso de Diana Spencer es señero, y en los últimos tiempos ha vuelto al imaginario colectivo, tanto por el escándalo protagonizado por su hijo Harry como por el interés motivado por The Crown. Spencer es un complemento diferente y un retrato distinto sobre una figura que sigue fascinando como cuando aún vivía.

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