Si hay algo que he considerado durante muchos años como el lado negativo de toda esta velocísima carrera por la tecnología es la falta de espacio que le ha dejado a lo que era mi relación con los videojuegos. Aquella relación se contaba en
diskettes que llevaba a un local en el Centro en el cual me los grababan. Había un encanto, una adrenalina especial en eso de llegar al sitio, que tal juego llevara tantos discos (de 5 a 55 o incluso más), grabarlo y volver a casa a instalarlo y jugarlo (si nada hubiera fallado). Los juegos eran bastante baratos y los había en cantidades industriales, que tiendas como Micromanía o Datasystem tenían almacenados en sus discos duros. Por lo general, yo prefería buscar juegos viejos o desconocidos: antes del
Rise of The Robots o el
Doom, yo buscaba algún viejo
Space Quest, algún simulador de aviones del año 89, cosas así. Tenían una crudeza y una cosa artesanal de la que carecían esos buscados juegazos.
El tiempo pasó y siempre me quedó la idea de que ese espacio había quedado vacío: las consolas dominaban todo, los juegos de computadora pasaron a modo CD y ya no era tan fácil correrlos: había que adaptar la computadora cada seis meses (y no gastar menos de US$ 300) como para luego comprarlos. Eventualmente, me perdí a comienzos de 2000 mientras todo siguió avanzando.
Encontré
Steam por primera vez casi de rebote buscando
abandonware, aquellos viejos juegos descatalogados en sitios pirata de la web. Steam me ofrecía un paquete de juegos por US$ 10 que tenía la saga de
Monkey Island y alguno de los juegos de
Indiana Jones. Creo que no hice la compra por desconfiado y porque no tenía una tarjeta de crédito. Ahora, Steam es mucho más que una web con juegos: se ha convertido en una plataforma que puede ser un sitio o una aplicación que funciona como tienda de juegos de entrega inmediata, pero en la que además uno puede compartir juegos en modo multiplayer. Está lleno de títulos desclasificados y otros que pasan por debajo del radar a precios muy baratos, más ofertas ridículas que un día pueden llevar a un juego de US$ 20 a un precio de US$ 3. Comprar allí es fácil y legal, lo que explica que participen de la plataforma desarrolladores independientes y empresas gigantes. Sin Steam, por ejemplo, uno no podría contar tan rápidamente con un juego como el
Racing Manager 2014 y al mismo tiempo descubrir
Papers, please, una especie de simulador aduanero con un subtexto mucho más profundo que sucede en un distópico mundo al estilo URSS (
ver recuadro).
¿Cómo se hace para utilizar Steam? Apenas hay que estar registrado en el servicio mediante la creación de una cuenta que es gratuita. Uno puede añadir su tarjeta de crédito y empezar a comprar juegos, que quedarán en una carpeta propia. También tiene un espacio de
wishlist en el cual uno puede ir añadiendo los juegos que quiera y saber cuándo estarán de oferta.
En total, Wikipedia señala que hoy por hoy la plataforma tiene más de 3.000 juegos disponibles y más de 75 millones de cuentas activas. Como para tener una idea de la popularidad de este servicio, un dato: el pasado 8 de diciembre de 2013, Steam llegó a 7,1 millones de usuarios conectados al mismo tiempo. ¿Dos hitos más de Steam? La posibilidad de que juegos clase AAA (los más masivos) puedan jugarse en Mac e incluso en Linux. Además, los jugadores pueden prestarse entre sí sus juegos.
Pese a que este no es el primer servicio de alojamiento, difusión y venta de juegos (otros independientes pueden verse en el recuadro), Steam es la realización definitiva de lo que parecía obvio: un espacio para que disfruten tanto los que esperan los grandes lanzamientos como aquellos buscadores de rarezas que hastiábamos a los vendedores de videojuegos cuando les pedíamos esos que nadie reclamaba.
Papers, please
Algo más que oficial de migraciones. Felicitaciones. Acaba de ganarse un puesto en la lotería de empleos. Será destinado rápidamente al puesto de control de migraciones y se le proveerá un apartamento Clase 8. ¿Un juego de simulación burocrática? No, mucho más que eso.
Papers, please introduce al jugador a un oscuro mundo similar al de las fronteras rusas del año 1983. Allí habrá que examinar pasaportes, buscar filtraciones, prevenir atentados y, además, mantener una familia, algo que no será posible solamente con el sueldo del gobierno. Ahí aparecerán los tratos y coimas y habrá que saber elegir muy bien. Precio en Steam: US$ 9,99.
Racing Manager 2014
¿Red Bull? El futuro es tu propio equipo. Más que subirse a los autos y correr, lo que a mucha gente le gusta es el armado de una escudería, las tácticas que se definen a la hora de encarar una carrera, las mejoras e incluso el diseño de los coches. Este juego, estrenado en Alemania en diciembre de 2013, viene a proponer eso en un simulador de gestión completo a niveles exagerados: construcción de la fábrica con túnel de viento incluido, un árbol de tecnología con más de 100 innovaciones, un generador de pilotos, una enorme serie de proveedores a elegir para armar tu coche e incluso la posibilidad de espiar rivales. Un auténtico come horas, sin más. Precio en Steam: US$ 19,99