"Sufrí muchísimo con el covid, como nunca había sufrido en mi vida", reconoció la comunicadora y actriz Susana Giménez, quien recordó que "lloraba todo el día", mientras estuvo internada este año en el hospital Cantegril en Punta del Este.
La diva argentina fue la protagonista del cierre del America Business Forum al ser entrevistada por Ismael Cala.
Contó que dejó de llorar ante la insistencia de un médico que le repetía que no se iba a morir porque había recibido una dosis de la vacuna Pfizer. "Menos mal que vine acá (a Uruguay) para dármela", apuntó levantando aplausos.
Confesó que pensó que nunca se iba a contagiar de covid y que su error fue no pedir que las personas que trabajaban en su casa estuvieran vacunadas, además de hacerles el test.
Cuando Cala le señaló que ella había sido un gran negocio en si misma y que había ganado una fortuna, Susana Giménez disparó entre risas: "Mirá si te escucha la AFIP argentina; por suerte me hice uruguaya".
Indicó que siempre ha debido tomar decisiones de negocios en soledad y que eso le pesa. "Por lo general me va bien, a veces no. Mi abuela española me decia siempre los ladrillos, con eso no te equivocas (...) Veía estrellas que no tenían un mango. Yo me decía cómo puede ser, cuando sea vieja quiero ser rica, Y llegó el momento", dijo.
En cuánto al amor, Susana Giménez subrayó que no tiene ganas de relaciones estables. "Con el amor ya está, Uno sufre a veces por el amor, te meten los cuernos, te afanan (...) Ya no tengo ganas de amar. No quiero un tipo en mi cama, no quiero una pareja estable", explicó.
La diva argentina recordó una frustrada entrevista con el entonces presidente de Estados Unidos Bill Clinton.
Contó que un representante de artistas se contactó con su productor Luis Cella y le ofreciió la entrevista por US$ 50 mil. Definieron entregar una especie de seña de US$ 25 mil y viajar a Chicago para el encuentro.
"Me preparo, me compro un tailleur negro de Armani, y (el peluquero) Miguel Romano dice: pero están seguros que Clinton está en Chicago porque hoy vi en la television que estaba en Los Ángles", rememoró. El equipo descartó la advertencia de Romano y se dirigieron a una universidad. A Gimenez le llamó la atención que no hubiera ni policía ni funcinarios de seguridad, ante la lllegada de un presidente.
Al rato de esperar, una funcionaria de la universidad se acercó para indagar si necesitaban algo. Cuando la respuesta fue que tenían una entrevista con el presidente, la mujer les pidió que se retiraran.
"Nos echaron, perdí la seña, y no lo encontramos nunca más al que lo vendió a Clinton. Un papelón. Con los años es gracioso, pero en el momento me quería matar", comentó.
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