"No hay manera de ocultar bajo la alfombra qué es lo que produjo la pandemia de obesidad en el mundo", dijo Rubinstein, quien agregó que en los principales medios del mundo ya ni ocultaron las marcas de refrescos con una gran "X" roja. Las marcas aparecieron en los titulares de todo el mundo. "Es una revolución y está hablando de que efectivamente esto está cambiando y va a cambiar", sostuvo.
Los estudios de Rubinstein fueron publicados en algunas de las revistas científicas más prestigiosas del mundo como PLOS Genetics, Nature, The Journal of Neuroscience y Cell, entre otras; y han tenido repercusión a nivel internacional. El biólogo y profesor del Departamento Fisiología, Biología Molecular y Celular de la Universidad de Buenos Aires centró sus estudios en preguntas sobre la obesidad, pero con foco en las neurociencias, es decir, el cerebro.
El apetito, la sensación de saciedad y en particular la respuesta a por qué la humanidad no puede parar de comer han sido parte de su línea de investigación, que ha arrojado luz sobre la obesidad, una pandemia mundial que según la Organización Mundial de la Salud, afectó a un 13% de la población mundial adulta en 2014.
1. Hay que fracturar la pirámide alimenticia
¿Por qué es importante la pirámide alimenticia? Ha indicado las directrices que seguirán los gobiernos en política alimentaria en las últimas décadas. Sin embargo, y tras el crecimiento de la obesidad en todo el mundo, esta pirámide comenzó a ser cuestionada.
La mira de los francotiradores cambió. La grasa ya no es el mayor problema; hay otros enemigos a los que combatir. Recientemente
el Journal of the American Medical Association –publicación de la Asociación Médica Estadounidense, referencia en el ámbito médico– publicó sus premisas a seguir en lo que es la alimentación saludable.
Las dietas bajas en grasas (low-fat en inglés) llevaron a la población a pensar que hay que eliminar las grasas. Pero esto no es así. "Dietas altas en grasas como aceites vegetales, nueces y lácteos pueden ser muy sanas, mientras que otras bajas en grasas pero que incluyen alimentos como el arroz blanco, las galletas, bagels y las papas chip bajas en grasas pueden ser terribles", dijo el epidemiólogo y especialista en nutrición Dariush Mozaffarian a NLM.
Los nuevos enemigos son los productos procesados que tienen harinas purificadas y todo lo que tenga azúcar purificado; galletitas, gaseosas, entre otros, dijo Rubinstein. Las frutas, vegetales y grasas saludables pasan a estar en la lista de los alimentos que hay que comer y, así, la pirámide queda fracturada.
Hay que concentrarse en productos nacturales, indicó el especialista. "Carnes, huevos, productos de granja, lácteos, quesos, yogures, y por supuesto, vegetales" apuntó.
2. El riesgo de las azúcares y los cereales engañosos
El azúcar engorda, acelera el envejecimiento, destruye la flora intestinal, es adictivo y favorece el desarrollo de enfermedades como el cáncer y la diabetes,
entre otros riesgos. La semana pasada un estudio publicado en la revista
Circulation estimó las muertes de adultos a causa de las
bebidas azucaradas en 184.000 cada año. Entre los países más afectados, hay ocho latinoamericanos.
"No es un problema complicado de resolver, ya que estas bebidas no tienen ningún beneficio para la salud, por lo que simplemente reducir el consumo evitaría decenas de muertes cada año",
aseguró Mozaffarian en ese momento.
Y los cereales no se salvan. "Hubo un lobby tremendo muy bien hecho, parecido al que hizo Philip Morris y otras tabacaleras para vender que era buenísimo fumar", indicó Rubinstein, quien explicó que muchos de los cereales que la población come a diario no son sanos, de hecho, los comparó con las mal reputadas cookies.
3. La obesidad es reversible si se trata temprano
Si no se trata en los primeros años de edad, la obesidad no se puede revertir. A esa conclusión llegó el equipo de Rubinstein tras investigar en ratones de laboratorio transgénicos. Por sus trabajos, el argentino fue recientemente premiado por la Academia Mundial de Ciencias.
Rubinstein y su equipo demostraron que existe un gen encargado de determinar cuándo comer y cuándo dejar de hacerlo y cuya disfunción conduce al exceso de peso. "Trabajamos con el gen POMC –la sigla de proopiomelanocortina–, que produce neuropéptidos cerebrales que actúan como aneroxígenos; esto es, como inductores de la saciedad alimentaria", explicó Rubinstein hace unos meses al diario argentino Perfil.
Esto significa que la obesidad puede estar determinada por la genética, más que por el estómago y estudios en hermanos gemelos a través del tiempo lo han demostrado. Las neuronas encargadas de generar esa sensación de saciedad están en el hipotálamo y el freno a la comida lo ponen a través de la generación de la hormona melanocortina.
"Se cree que uno puede comer sin parar y después ponerse a dieta, que uno lo maneja. No es así. Nuestro trabajo muestra que la obesidad es reversible solo cuando se ataca de forma temprana. El cuerpo acumula en su memoria todo lo bueno y lo malo. A medida que aumenta el porcentaje de masa corporal, se disparan mecanismos cerebrales que recalibran el control de la ingesta para defender un peso mayor al normal", dijo al medio.
Por eso, su conclusión es que cuanto más tiempo pase una persona sin tratar su obesidad, más difícil es recuperarla. El trabajo de Rubinstein permitió conocer más sobre los mecanismos cerebrales vinculados a la obesidad.