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Trump rinde cuentas: de la promesa de éxito de 2016 a los fracasos de 2020

Hace cuatro años las encuestas predijeron su derrota como lo hacen ahora: ¿Volverá a ganar? ¿Qué hace diferente esta elección?
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31 de octubre de 2020 a las 14:05

“El show es Trump, y hay actuaciones con entradas agotadas en todas partes. Me divierto haciéndolo y seguiré divirtiéndome". 

Es Donald Trump hablando de Donald Trump, quizás su tema favorito. La frase es tomada de una entrevista que el magnate inmobiliario, devenido en el 45 presidente de Estados Unidos, concedió en 1990 a la revista Playboy, y que ahora en la recta final de la campaña electoral 2020 recuerda AFP.

Si las encuestas no se equivocan tan abiertamente como lo hicieron en 2016, ese "show" puede quedarse sin rating dentro de 72 horas. Y sin presidencia a partir de las 12 del mediodía del 20 de enero, la hora y fecha establecida desde 1937 para el traspaso de mando en Estados Unidos.

Es una probabilidad, solo eso. 

"Todavía tengo mucho miedo de que el 2016 vuelva a suceder y Trump gane", esta otra frase que refiere un artículo de la revista The Atlantic transmite el estremecimiento que sienten los demócratas a escasas horas del día electoral y de que se comiencen a contar los votos.

Ha sido un campaña atípica, como consecuencia de las restricciones impuestas por la pandemia, que mantuvo recluido en su vivienda  de Wilmington , Delaware, por muchos meses al aspirante demócrata Joe Biden, que el 20 de noviembre cumplirá 78 años, y que obligó a hospitalizar a Donald Trump luego de resultar contagiado, y es también una elección atípica que ya ha establecido un récord en el voto anticipado.

Hasta el jueves de esta semana 48 millones de personas habían enviado su voto por correo (se estima que pueden llegar a ser 60 millones) y cerca de 25 millones lo habían hecho en persona en lugares que cada estado habilitó, según datos de US Elections Project.

En los comicios de Estados Unidos puede participar 240 millones de personas. En 2016, 138 millones votaron, por tanto los más de 70 millones que ya sufragaron este año representan más de la mitad de las que en total lo hicieron hace cuatro años.

Este fenómeno del voto anticipado permite suponer una alta participación y un posible retraso en el recuento que haga que los estadounidenses se vayan a dormir el 3 de noviembre sin saber el ganador.

Referéndum

Las elecciones de este martes próximo son vistas por analistas, observadores y agencias de información como un referéndum sobre la gestión de Donald Trump, de 74 años, sobre un estilo de presidencia completamente nuevo.

Sorprendente ganador en 2016, cuando todas las encuestas apuntaban a un triunfo de Hillary Clinton, Donald Trump se somete este martes 3 de noviembre al escrutinio de sus cuatro años en la Casa Blanca.

Pero, la pregunta es si hay similitudes entre este 2020 y aquel, en apariencia lejano, 2016.

¿Funcionarán las dotes de prestidigitador de Donald Trump, un hombre que alcanzó la fama y le llegó a multitudes desde su programa de televisión El Aprendiz? ¿Podrá imponerse en el electorado estadounidense ese tono pugnaz y divisor a pesar de la devastación causada por la pandemia, el freno económico consecuente y la acalorada ola de protestas que recorrió el país como reclamo del racismo latente en la sociedad de la primera potencia del mundo?

¿Vencerá, en fin, Donald Trump a las voces de sectores del Partido Republicano que cuestionan su tono populista, que advierten serios peligros en su permanencia en el poder para la longeva democracia estadounidense y que ven, además, que nada en su discurso político, económico y social se compadece con los principios conservadores que representa el republicanismo?

En estos cuatro años, quizás, Trump haya acumulado demasiadas bazas en contra para salir airoso en esta batalla crucial.

El sistema electoral de Estados Unidos le ofrece, sin embargo, aliento hasta el último momento, de lo que hace gala con una energía encomiable en un acelerado cierre de la campaña electoral durante este mes de octubre, tras recuperarse del contagio del covid-19.

No es preciso en Estados Unidos, como se sabe, sacar más votos que el rival, sino imponerse en un conjunto de estados que permitan tener más votos en el Colegio Electoral. Trump sacó en 2016 menos votos que Hillary Clinton, pero los estados donde triunfó le permitieron tener la mayoría de los 538 sufragios del Colegio Electoral.

Puede perder, por ejemplo, Maine, New Hampshire, Colorado, Nuevo México y Oregon, que suman 27 votos en el Colegio Electoral, como efectivamente ocurrirá, pero si gana Florida, que da 29, y donde el voto latino de cubanos anticastristas y la nueva camada venezolana en crecimiento lo apoyan con amplitud, compensará aquellas pérdidas y saldrá en ventaja.

Sin embargo, Florida también está en duda para Trump, 1.2 puntos abajo con respecto a Biden. Pero Hillary Clinton tenía exactamente la misma ventaja en Florida para esta fecha y perdió por esa precisa y corta distancia de 1.2. Los 29 votos fueron al bolsillo de Trump. 

Y algo similar ocurrió en Wisconsin, Michigan, Pensilvania, de donde es Biden, y en cuestión de horas Trump sumó los 46 votos de estos tres estados, que tenía supuestamente perdidos como en este 2020

¿Podrán volver a equivocarse las encuestas? La duda solo se despejará el 3 de noviembre o, si todo se enreda, en los días sucesivos.

2020 Vs 2016

Pero la elección de 2020 es "realmente" diferente a la de 2016.

Mientras que el promedio de las encuestas nacionales muestra a Biden con una amplia ventaja de 7.8 puntos, de acuerdo con Real Clear Politics, esa distancia se acorta en los "campos de batalla", una docena de estados que cambian de una elección a otra sus preferencias y marcan la diferencia.  Biden se mantiene arriba, pero a la baja, por 3.1 puntos en los campos de batalla.

En 2012 en la elección de Barack Obama las encuestas estatales subestimaron el apoyo a Obama en tres puntos, en 2016 lo hicieron con Trump en cinco puntos, en lo que constituye el mayor error en lo que va de siglo, apunta la nota de The Atlantic, firmada por Derek Thompson. 

Lo que, en verdad, subestimaron las encuestas, como se supo después de la elección de 2016, es a los votantes sin educación universitaria que acudieron en masa a sufragar por Trump. Fue un error enorme, casi grotesco, porque era el dato demográfico más revelador hace cuatro años.

El otro elemento, que también pesó en la decisión electoral de 2016, fue el alto porcentaje de indecisos, que decidieron su voto a última hora y lo hicieron por Trump.

En 2020, el crispado ambiente político ha dejado poco espacio para la indecisión, como de alguna forma lo reflejan las largas filas de votantes por todo Estados Unidos desde muchos días antes del 3 noviembre. La decisión parece tomada, aunque se desconozca lo fundamental: hacia donde se inclina.

Las encuestadoras advierten que ajustaron sus mediciones tras el grueso error de 2016, aunque no las vuelve perfectas, pero la clave de la elección, más allá de los asuntos metodológicos de las mediciones,se resume en una palabra: pandemia.

El tema covid-19 es el asunto nacional al que Donald Trump no puede escapar en este escrutinio y frente al cual ha sido notorio su mal manejo, en el que ha peleado con China y con la Organización Mundial de la Salud, con los gobernadores de Estado y con sus propios y destacados asesores sanitarios, como el respetado Anthony Fauci, al que llamó desastre y tildó de idiota, mientras crecía el contagio, los muertos y se hundía la economía de la primera potencia mundial.

Trump, con su personalidad arrogante y retadora, nunca tuvo, ni siquiera en el punto máximo de la pandemia, un palabra que lo aproximara al dolor de los ciudadanos a los que representa ¿Ausencia de empatía o un presidente que no se amilana ante la adversidad? 

¿Se podrá ganar, contra la creencia de siempre, acumulando enemigos? Si es así, Donald Trump es un maestro. 

Quizás las críticas más serias y sustentadas provienen de las propias filas republicanas, como la que expresa Jeff Flake, un exsenador republicano de Arizona, criado al cobijo político del excandidato presidencial falleciodo John McCain. Flake, por encima de la preocupación que le causa que la energía del partido Demócrata está en la izquierda, tiene "una preocupación sobrepasada por la certeza de lo que creo que le va a pasar a mi país y mi propio partido con cuatro años más de Donald Trump".

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