No era necesario ser un avezado analista político para llegar a la conclusión, desde hace tiempo, de que Manini Rios no iba a comparecer ante la Justicia porque no se votaría su desafuero. A eso se agregó que el propio senador cambió de opinión sobre su convencimiento de que debía declarar. Lo que no era tan fácil prever era que, impulsado por su retórica y apoyado explícitamente o implícitamente por algunos parlamentarios de la coalición, se iba a encargar de sembrar dudas peligrosas sobre el sistema judicial, hablaría de operaciones políticas de las que la Justicia podría formar parte y hasta de conspiraciones internacionales que llegan a involucrar a organismos internacionales.
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