Es muy poco probable que existan uruguayos que desconocieran el hecho de que el domingo se jugaba el primer clásico del fútbol uruguayo en el Campeón del Siglo, el estadio del Club Atlético Peñarol en el noreste de Montevideo.
Pero imaginemos en algún despistado de paseo por las inmediaciones de Zonamerica en la mañana del soleado domingo: bien podría haberse preguntado si el país no habría declarado la guerra o si estaba padeciendo una invasión militar de sus fronteras.
El despliegue policial, de la Guardia Republicana, los retenes y la cantidad de uniformados en la zona del estadio rememoraba las peores épocas de la dictadura militar de la década del setenta. Un operativo de dimensiones dantescas para albergar tan solo un partido de fútbol tradicional entre los dos clubes más laureados del fútbol uruguayo.
Al finalizar el dispositivo de seguridad en el estadio de Peñarol, Alfredo Clavijo, jefe del operativo y director de la Guardia Republicana, lo calificó como un “operativo altamente exitoso”.
“Todo se desarrolló con normalidad, dentro de todo lo planificado que teníamos, por ende, las parcialidades de ambos clubes se dirigieron al estadio de manera segura, nunca hubo un cruzamiento de hinchadas y permitió que se diera un espectáculo con total normalidad”, añadió con orgullo.
El operativo se planeó con varias semanas de antelación al partido, comenzó a implementarse a las nueve de la mañana. Se movilizaron para el mismo 700 policías de Montevideo y unos 1.200 de jefaturas departamentales. Culminó cerca de la medianoche.
Los hinchas de Nacional debieron ser trasladados desde el aeropuerto viejo en ómnibus privados y devueltos al lugar, una vez finalizada la contienda.
Es cierto que muchas madres suspiraron aliviadas al ver llegar a sus casas sanos y salvos a los hijos que habían ido al estadio. También que no se registraron incidentes de envergadura, ni heridos de arma blanca, ni de bala, ni que hayan volado garrafas contra los coraceros desde las alturas de las tribunas.
Ahora que salió todo bien y que trascendió que solo se registraron cuatro arrestos y la rotura de un baño en la tribuna que ocupó Nacional vale la pena preguntarse: ¿Qué hicimos para llegar a esta situación donde es noticia –y hasta tapa de diarios– que no hayan existido disturbios, ni reyertas, ni homicidios?
El éxito del operativo “en donde nunca hubo cruzamientos de las hinchadas” es para felicitar a la policía, pero es sintomático del Uruguay partido en dos que se niega a convivir y aceptar al que piensa diferente. Se atacó al síntoma y se lo combatió, pero en el fondo es evidente que la enfermedad sigue dentro por más que no haya hecho erupción el domingo de fútbol clásico.
Si el fútbol es una metáfora de las sociedades que se apasionan con él, y vaya si en Uruguay lo es, entonces hay que concluir que lo que sucedió el domingo en el Campeón del Siglo es algo que el jefe del operativo debe celebrar, pero como país no hay nada para festejar de lo que ello refleja de nuestra sociedad.
Eso sí: es destacable que al menos haya ocurrido este ejercicio de partidos clasicos en estadio del club local. Ojalá que esto sea solo el punto de partida de un proceso donde la gente pueda ir en familia a ver un partido de fútbol.
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