Fútbol > EL TAPADO DE LA FECHA

Un Lord en El Tanque

Marcos Lyford-Pike habla inglés fluido, estudia logística y su abuelo –antes de venir de Inglaterra– luchó en la Segunda Guerra Mundial
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04 de abril de 2017 a las 05:00

"¿Qué hacés Lysoform? ¿Cómo andás?". Así lo saludan en broma sus compañeros en El Tanque Sisley debido a que su apellido les resulta complicado.

En realidad se llama Marcos Lyford-Pike, juega de delantero y el domingo convirtió su segundo gol en el Torneo Apertura ni bien ingresó para jugar el complemento ante Rampla Juniors.

"Me joden bastante con ese nombre (se ríe), pero me integraron rebien", explica el futbolista a Referí.

Como todos los que alguna vez pasaron por las divisiones inferiores de Defensor Sporting –él comenzó con solo 11 años– tiene un grato recuerdo del profe César Santos, fallecido a principios de este año.

"Yo llegaba caliente a casa porque no me ponían y él siempre trataba de animarme, de darme para adelante cuando iba a entrenar", recuerda.

El apellido cree que es escocés, pero no está muy seguro. Está claro que es británico.

Su abuelo –a quien lamentablemente no conoció– se vino con los padres desde Inglaterra hace muchos años. Había luchado en la Segunda Guerra Mundial con los aliados y sobrevivió.

Su bisabuelo era dueño de la chacra en donde hoy se erige la Fundación Manantiales, un centro de rehabilitación de adictos, en Instrucciones pasando José Belloni.

"Mi viejo vivió allí antes de que se vendiera", –dice Marcos–, "y después de casarse se mudó a Solymar que es donde vivimos hoy".

Tiene 21 años y no solo juega al fútbol, también estudia.

El liceo lo comenzó en el Harwood School que era bilingüe y de tercero a sexto lo hizo en Santa Elena de Solymar.

Los estudios lo llevaron a la Universidad Católica en donde sigue una licenciatura en logística. "Es saber cómo hacer el almacenamiento, cómo se debe organizar el transporte de camiones y esas cosas", explica.

También habla muy fluido el inglés. Si bien es como un bicho raro en El Tanque, se lleva muy bien con sus compañeros. Se trata de un equipo que normalmente padece problemas económicos para pagar los sueldos.

"Lo nuestro en el grupo va más allá de lo económico. Sabemos que en algún momento vamos a cobrar. Si hacemos una comida y a alguno no le alcanza para ir, le pagamos entre todos. Claro, yo vivo con mis viejos y eso es una ventaja. Pero sé que hay compañeros que tienen esposa e hijos y a veces no cobran. No es fácil. Somos un grupo muy unido que tiene a varios referentes, empezando por Gonzalo Salgueiro, el arquero. Cada vez que habla, lo escucho con mucha atención porque dice cosas muy interesantes y yo recién estoy empezando en esto. Pero hay otros referentes como (Juan Pablo) Péndola, Bruno Barreto, la Chancha Dadomo y Anderson Silva", indica.

Debutó ante Boston River en la quinta fecha y lo hizo con gol.

El año pasado, además de entrenar y de ir a facultad, trabajaba como encargado en un lubricentro que es propiedad de su padre. "Llegaba muerto a casa", recuerda sonriendo.

Estuvo en la preselección uruguaya sub 17 que dirigió Fabián Coito en 2013.

Marcos explica que viajó "a un torneo en Francia todo vestido de la selección. Fue algo espectacular".

En los entrenamientos celestes, siempre estaba presente una figura: la del Maestro Tabárez.

"Siempre estaba ahí, mirando todo. No se perdía ninguna práctica y aportaba cosas muy buenas cada vez que hablaba. Me quedó un gran recuerdo", expresa.

Con solo 17 años se fue a Europa a prueba. Estuvo en Atlético de Madrid cuando estaban Diego Godín y el Cebolla Rodríguez, pero no los pudo ver. También lo probaron en Elche y Getafe.

Para él "fue una experiencia impresionante porque practican cosas que acá no se ven. Por ejemplo, el control y los pases. Cuando se hace fútbol, no quieren hacer dos millones de goles como en los entrenamientos nuestros. Se aplican primero en tener el control del balón. Control y pelota. Las canchas son de césped sintético y entonces, jugando así, dando el pase justo, la pelota ni pica porque se juega por abajo. Aprendés muchísimo". Allí se quedó en la casa con el Lele Cabrera cuando él jugaba en Real Madrid Castilla.

Su hermano Guillermo, de 22 años, dejó el fútbol. Es que había ido a casa de un amigo en Porto Alegre a ver el Mundial de Brasil 2014 y cuando volvía, su ómnibus volcó cerca de Rocha.

Marcos siente un profundo orgullo por él. "Estuvo seis meses muy grave. La parte derecha de su cuerpo le quedó muy lastimada. Hace poco que empezó a caminar con bastones canadienses y aún no recuperó del todo la visión en sus ojos", explica.

De todas maneras, estudia negocios internacionales en la Universidad de Montevideo. "Yo lo llevaba a facultad. Es un crack", añade.

Está claro que papá Andrés y mamá Verónica tienen de qué sentirse orgullosos, mientras Constanza, su novia, espera paciente aún la hora de casarse.

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