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Un río de libertad sin Manini Ríos

Un río de libertad sin Manini Ríos: escribe Carina Novarese
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03 de diciembre de 2023 a las 05:00

Si en algo nos podemos poner de acuerdo los uruguayos, 50 años después del inicio de la dictadura, es que el 27 de noviembre de 1983 fue un día de esperanza y unidad, a pesar de que las heridas, de uno y otro lado (si es que se puede decir que hubo “bandos”), seguían abiertas y ardían demasiado. Recuerdo muy poco lo que sucedió ese día porque apenas ingresaba en la adolescencia, porque vivía en el interior, porque no miraba informativos ni leía diario y tampoco, seguramente, escuchaba con atención lo que hablaban mis padres. Pero tengo grabada en la memoria la imagen, que se grabó tal vez mucho después en mi memoria, de calles repletas de uruguayos unidos y en paz, en un momento solemne cuyo alcance no llegué a comprender hasta muchos años después, desde una posición no de protagonista de lo que sucedió entonces pero sí de protagonista de lo que sucedió después.

Por todo lo anterior y muchos más, es que celebré la decisión de la inmensa mayoría del sistema político de sumarse a la iniciativa de conmemorar ese día en particular, el día en que las piezas de la esperanza se comenzaron a alinear hacia una salida hacia la democracia. Me pareció correcto y necesario que allí estuvieran las principales autoridades de gobierno, encabezadas por el presidente Luis Lacalle Pou, los expresidentes, los actuales presidentes del resto de los partidos que podemos tener y votar en este presente, y que en aquel pasado estaban total o en parte aún proscritos. Me hizo sentir orgullo de mi país, con sus debilidades y errores a cuestas, porque en pocos días (casi) todo el sistema político legitimado por los ciudadanos se coordinó para estar en un acto imprescindible.

Por eso considero maniqueos y poco felices los argumentos que eligió el líder de Cabildo Abierto, el partido más nuevo legitimado por el voto ciudadano, para intentar excusar su ausencia, y la de los legisladores y jerarcas de su fuerza política. Según explicó en su espacio semanal en radio Oriental, desde el primer momento manifestaron que tenían “algún tipo de incompatibilidad con la proclama que fue leída”. Manini dijo que pidieron “hacer algunos cambios”, pero “no fueron considerados, lamentablemente”.  

La proclama, calma y medida, fue discutida ampliamente por todo el resto del sistema político que eligió sumar, incluso si hubieran elegido alguna otra palabra o expresión. Como eligieron hacerlo 40 años atrás quienes tenían la responsabilidad de guiar la salida hacia la democracia, y se embanderaron detrás de las palabras escritas con maestría por Enrique Tarigo y Gonzalo Aguirre. Hubo muchas diferencias en esos años de transición, incluyendo la forma en que debía hacerse la transición (Pacto del Club Naval incluido), pero ese 27 de noviembre las diferencias no fueron las protagonistas, porque ese día histórico era para demostrar la fuerza responsable de un país entero que fluía en los miles de personas que rodearon el Obelisco.

El segundo argumento, el principal para Manini, es que en estos 40 años “no siempre hubo democracia plena”, como se planteó en el acto. “En esa proclama se habla de que en estos 40 años se cumplió siempre con las reglas del sistema democrático, y nosotros dijimos que no siempre se cumplieron con las reglas, que no siempre hubo democracia plena en el verdadero sentido de la palabra”. 

El senador Manini Ríos dijo que el Parlamento desconoció dos consultas populares sobre la ley de caducidad, lo que valoró como una “tomadura de pelo al pueblo”. Se refería a las dos consultas que se hicieron en 1989 y 2009 para derogar la ley de Caducidad, en las que los uruguayos votaron mayoritariamente a favor de mantener la amnistía aprobada en 1985. Para Manini, “esa voluntad popular fue olímpicamente desconocida por una mayoría circunstancial muy exigua en el Parlamento”. “Realmente pensamos que fue una tomadura de pelo al pueblo uruguayo, que decide una cosa y en el Parlamento se decidió otra. En esa situación claramente no se aplicaron las reglas del juego democrático como se deben aplicar”.

En 40 años de democracia, gobernantes, opositores y ciudadanos hemos cometido muchos errores. En los primeros años hubo incluso momentos tensos de incertidumbre, que vistos desde este presente con instituciones sólidas, pueden parecer menores pero que fueron preocupantes según relataron los protagonistas de la época. Es fácil dar por sentada la democracia cuando funciona. Como tantas cosas, valoramos lo que tenemos cuando ya no lo tenemos. 

La actitud de Manini Ríos, incluso considerando el lugar que se merece para discutir sus argumentos, es de una profunda falta de valor a la democracia que le permitió ser el líder político que hoy es, con la representación parlamentaria importante que tiene Cabildo Abierto. Si intentó mantener una mal entendida lealtad con algunos sectores militares u otros ciudadanos uruguayos que disienten profundamente con las posiciones políticas agudamente críticas del rol que jugaron los militares entonces e incluso ahora, esta no era la forma hacerlo. 

El 27 de noviembre de 2023, los partidos políticos uruguayos renovaron su compromiso con “la democracia y la construcción de una convivencia pacífica y en libertad”. Esta vez fueron jóvenes los que leyeron la nueva proclama que tendió un puente de 40 años con el mismo final de 1983, ese grito que debería ser el único norte que nos una a los ciudadanos, por encima de predilecciones políticas o diferencias de opinión y de puntos de vista: “¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la República! ¡Viva la democracia!”. Esas palabras, al menos públicamente, Manini Ríos no las pronunció. 

Cabildo Abierto prefirió las medias tintas con un tema que no las admite, la democracia. Ni su líder ni sus representantes estuvieron en el acto, aunque a último momento circuló una declaración en la que el partido manifestó que adhería a “la conmemoración del acto”, que consideró “una contundente demostración ciudadana a favor de la democracia y el pluralismo”. “Hace 40 años se comenzaba a cerrar un triste y doloroso período de violencia entre uruguayos, en el que se atentó contra las instituciones democráticas y se incumplió la Constitución”, dice el texto, en el que se pide que “las nuevas generaciones de orientales aprendan las lecciones de la historia, pero que no hagan propias las enemistades de las generaciones pasadas”.Tiene razón Cabildo Abierto, es hora de dejar atrás enemistades, lo que no significa olvidar, porque ya sabemos qué sucede con las naciones que olvidan su pasado. Manini Ríos podría haber comenzado a predicar con el ejemplo.

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