Una experiencia capaz de estimular el espíritu emprendedor

Por momentos las instalaciones de Kibón quedaron chicas. El frío conspiró para que en las pausas la gente prefiriera no salir a la gélida rambla, pero sobre todo el interés que despierta año a año la Mega Experiencia Endeavor, hizo que muchos se quedaran fuera de actividades como las mesas de mentores. Más allá de que esté organizada por Endeavor, la Mega Experiencia ha logrado trascender la institución y convertirse en un imperdible de la que se apropia todo el mundillo emprendedor. Esta edición mostró esa condición con más fuerza por contar con la primera feria de stands de las organizaciones de apoyo y la presentación del Mapa del Ecosistema.

Pero lo fundamental sigue estando en la visible y apasionada adhesión de los referentes y de empresarios destacados. Bastaba con ver por ejemplo a Martín Guerra (director de Incapital, ex dueño de Pronto!), en una animada charla durante una pausa, con jóvenes que le contaban su proyecto; o presenciar el rigor respetuoso de las preguntas de Ariel Pfeffer (Trillonario) o de Juan Berchesi (Isbel) –en la definición del Concurso Emprende – que más allá de la etapa muy inicial de los proyectos presentados, apuntaron donde debían como cuando los cuadros "grandes" de fútbol le juegan de igual a igual a los que claramente no están en las mismas condiciones.

1.400 fueron las personas que asistieron a la Mega Experiencia 2015 en las instalaciones de Kibon

Se destacó el cierre sobre intraemprendedurismo, con una "previa" del director de Tecnología para Latinoamericana de Microsoft, Eduardo Mangarelli, y la charla protagonizada por el fundador de Collokia, Pablo Brenner, y el presidente del Centro Ceibal, Miguel Brechner, entrevistados por el fundador de Infocorp, Gabriel Colla.

Satisfacción superior

La elección de Colla –conocido por impulsar la generación de spin-offs, proyectos de extensión, y emprendimientos "internos" en su propia empresa– pareció en principio la adecuada para hablar de cómo potenciar al intraemprendedor, el empleado que genera innovación.
Y luego se confirmó cuando Colla asumió totalmente el papel de "periodista", negándose a hablar de su propia experiencia y "presionando" de forma divertida para que Brenner y Brechner contaran anécdotas y no "teorizaran". Y también porque en sus preguntas se deslizó ese conocimiento que da la experiencia: ¿Qué condiciones hay que generar para mantener el espíritu emprendedor dentro de las organizaciones? ¿cómo se aborda la reticencia a innovar en una empresa de la que no se es dueño? Uno siente la obligación de contagiar, pero ¿cómo se fomenta esto en una sociedad que penaliza tanto el fracaso?

Brechner opinó que hacer andar una idea y llevarla a la realidad genera una satisfacción superior a cualquier incentivo, y que mucho de ese espíritu emprendedor sale "del estómago". El problema, subrayó, es cuando a nadie le interesa mejorar y no hay quienes vean a la empresa como propia más allá de no ser el dueño.
Por su parte, Brenner reconoció que hay mucho de ego en la motivación para emprender: "quiero mostrarle al mundo que hago algo mejor que los demás".
Recomendó medir bien los riesgos y ponerse metas "agresivas pero realizables", ya que a veces se proponen objetivos tan grandes y que llevan tanto tiempo, que "la gente se cansa".
Por su parte, Brechner señaló que para mantener vivo el intraemprendedurismo hay que saber liderar y tener claro hacia donde se va –si no se "marea a la gente"– y defender "a muerte" el ver siempre "el vaso medio lleno".

Ambos coincidieron en la necesidad de darle el derecho al intraemprendedor de tomar decisiones y equivocarse. "Todas las organizaciones cometen errores. Si es de buena fe, no pasa nada. El fracaso es parte de la vida: el que dice que solo le fue bien es un mentiroso", sentenció Brechner.

Una startup en el Estado

Brechner recordó cómo, durante la primera presidencia de Tabaré Vázquez, comenzó con el Plan Ceibal –que entrega una laptop a cada escolar, a la que considera una startup adentro del Estado– al copiarle la idea a "un señor de EEUU que quería hacer computadoras por US$ 100". Investigó durante seis meses y pidió una entrevista con Vázquez, que le concedió 15 minutos: "Puse el reloj, marqué y en 14 minutos y medio le expliqué. Me dijo: hagámoslo".

Le decían que estaba loco, pero hubo quienes no quisieron perderse la oportunidad de ver si se podía hacer, entre ellos el propio Pablo Brenner, que colaboró con el proyecto. Para Brenner, lo que "Brechner hizo bien" fue rodearse de jovenes que "no sabían que era una locura".