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Una taquilla que clama por la minoría

Tres películas con y sobre afroamericanos lideraron los cines estadounidenses alejándose de la esclavitud y la lucha racial
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26 de septiembre de 2015 a las 05:00
Ambas competían por el mismo galardón, pero eso no la detuvo. Cuando el presentador proclamó como Mejor actriz dramática a Viola Davis, protagonista de la serie How to Get Away With Murder, una de sus contrincantes, Taraji P. Henson, se paró de un salto y empezó a aplaudir dando pequeños saltos. Lo que importaba no era la lucha de egos con el Emmy en el centro del forcejeo. Lo que distinguía a ese momento en medio del ir y venir de estatuillas era que Davis se acababa de convertir en la primera actriz afroamericana en ganar el título.

Con la responsabilidad que eso suponía, la actriz se paró tras el micrófono con un mensaje claro, que señalaba que "lo único que separa a las mujeres de color de cualquier otra persona es la oportunidad. No se puede ganar un Emmy por papeles que simplemente no existen".

Este 2015, esa oportunidad también se extendió a Uzo Aduba, quien ganó a Mejor actriz secundaria dramática por Orange is The New Black, y a Regina King, Mejor actriz secundaria en una miniserie gracias a su participación en American Crime.

Atravesados por palabras reivindicativas centradas en la raza (y en la comunidad transgénero, de la mano del equipo de Transparent), los Emmy marcaron una distancia significativa de los Oscar 2015, que tuvieron uno de sus años "más blancos" si se saca de la ecuación al mexicano Alejandro G. Iñárritu (Mejor director). De hecho, en esa ceremonia el discurso que más resonó fue el de la actriz Patricia Arquette, que no se refirió a una minoría, sino a la mitad de la población: el más sumergido de los dos géneros.

Resultados reveladores

A pesar de que los Oscar relegaron casi por completo al filme sobre Martin Luther King, Selma, la taquilla estadounidense parece comenzar a hablar en otro idioma. Antes de que los éxitos de taquilla seguros Pacto criminal y Sicario entraran en el juego, Estados Unidos experimentó cinco semanas consecutivas con películas protagonizadas por afroamericanos a la cabeza.

El primer éxito fue Straight Outta Compton, un drama biográfico que registra los inicios y el declive del grupo de rap N. W. A., que revolucionó el género al popularizar la variante gangsta y el hip hop West Coast. Con respuestas positivas del público y la crítica, Straight Outta Compton incluso llegó a ser catalogada como una de las mejores biografías musicales de las últimas décadas, llevada adelante por un equipo predominantemente afroamericano.

Aunque el relevo vino de la mano de War Room, un drama cristiano, el clamor de la audiencia no se vio replicado por la crítica, que emitió reseñas negativas sobre una película en la que la fe se convierte en el motor de una familia afroamericana. Sin contar con el respaldo de la prensa especializada, War Room logró superar las ganancias de otro filme del mismo rubro creyente, 90 Minutes in Heaven, protagonizado por Kate Bosworth.

La tercera (y la vencida) fue The Perfect Guy, un thriller romántico que venció a la última película de M. Night Shyamalan, The Visit, con una trama centrada en una profesional exitosa que se debe debatir entre su ex novio y un encantador extraño demasiado perfecto para ser real.

Pese a que los logros de Straight Outta Compton eran previsibles, War Room y The Perfect Guy fueron considerados por la prensa como "éxitos sorpresa", una etiqueta que puede ser incómoda si, a largo plazo, los estudios cinematográficos continúan viendo a las películas con protagonistas afroamericanos como un riesgo que solo arroja resultados positivos gracias al azar.

Los números más recientes de la universidad USC Annenberg (Los Ángeles) revelaron esa apuesta aún está lejos de ser aceptada. Tras evaluar los elencos y equipos de los 100 filmes más taquilleros de 2014, identificaron la existencia de 73,1% de personajes caucásicos, que contrastan con 12,5% de personajes afroamericanos.

Más allá de la composición de sus elencos o equipos, que desafían las estadísticas, estas tres películas se distinguen por sus temáticas. Al igual que How to Get Away with Murder, centrada en una profesora de Derecho (Davis) que se ve envuelta en un asesinato junto a cinco de sus más brillantes estudiantes, War Room, Straight Outta Compton y The Perfect Guy no remiten a los horrores de la esclavitud o al pasado y el presente del racismo estadounidense.

No son como Selma (2014), 12 años de esclavitud (2013) o Django sin cadenas (2012). Estos filmes se mueven por la religión, la música y el romance, aspectos que no solo no se intersecan, sino que también demuestran la amplitud de posibilidades y el interés de un público afroamericano que aspira a otro tipo de historias.

En un Estados Unidos post Ferguson, donde la visibilidad se torna clave, la nueva línea es recorrida por relatos que no les recuerden a los afroamericanos sus momentos más arduos, sino que exploren las otras facetas, los roles reales que tienen en el día a día.

Sin embargo, tras los aprendizajes que dejaron los Emmy y esa taquilla de cinco semanas, nada afirma que la industria cambie sus modos, especialmente si los grandes tomadores de decisiones, aquellos sentados en torno a la mesa redonda de la industria del entretenimiento, son los mismos señores blancos de siempre.

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