En la semana del acuerdo con la Unión Europea, de las diferencias entre los colorados, de la danza de nombres para los cargos del nuevo gobierno, también se supo que dos tercios de los escolares uruguayos caen bajo la categoría de ausentes crónicos. Esto sucede a pesar de que desde hace al menos ocho años hay protocolos tanto para intentar frenarlo como remediarlo cuando se detecta.
El nuevo dato deriva de reportes del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) y demuestra que los alumnos ausentes crónicos aumentaron. Se considera como tal al niño que falta más del 10% de los días de clases. Considerando las inasistencias entre marzo y agosto, el 66,3% de los escolares caen bajo esta denominación.
Eso de faltar el 10% del total de clases impartidas puede parecer poca cosa, pero es muchísimo si se lo mide en consecuencias. El fenómeno no es exclusivo de Uruguay y ni siquiera de los países subdesarrollados. En todos los casos es un factor crítico que adelante el futuro del ahora niño; el ausente crónico del presente tiene más chances de abandonar los estudios, de tener menor rendimiento, e incluso, de verse afectado en sus relaciones sociales. El ausentismo de ahora es, en buena parte, el fracaso de mañana, y ese fracaso puede derivar en diversos problemas: desde dificultades en el acceso al trabajo hasta el nivel de ingresos, pasando por un largo etcétera que incluso se vincula con la seguridad. No todos los niños con ausentismo elevado serán delincuentes, claro que no, pero casi seguro que los futuros cuadros narcos, esos que ahora se matan y matan a temprana edad, provendrán de ex niños con escasas oportunidades.
Las autoridades de la educación y los organismos internacionales que trabajan sobre el tema tienen claro que este es un gran problema. Esa fue la razón por la cual en Uruguay se comenzó a aplicar en este período el Plan Asiste. El informe de Ineed, sin embargo, señala que la tasa de ausentismo aumenta mes a mes. “Este agravamiento del fenómeno refleja que las diferentes medidas llevadas a cabo en el sistema educativo, como las vinculadas al Plan Asiste, no estarían logrando frenar ni revertir la situación". Entre 2019 y 2024 el porcentaje de ausentismo crónico se incrementó en más de 20 puntos; pasó de 46,1% a 66,3%.
El ausentismo escolar es una radiografía bastante ajustada de la inequidad pero, a diferencia de otros fenómenos, afecta a todos los niveles socioeconómicos. Los que más faltan son los niños de contextos desfavorables, pero incluso ha aumentado entre quienes viven en contextos muy favorables, franja en la que supera el 45%.
En el origen de este problema, que se exacerba año a año, hay muchas cuestiones, y una de ellas es la creencia por parte de los padres de que unas pocas faltas por mes no afectarán a sus hijos. Pero la acumulación de ausencias, año tras año, deriva en que demasiados escolares terminan sexto año con una media de un año de faltas: 180 días.
Ceibal experimentó en 2024 con un plan en el que enviaron cartas a los docentes y a las familias alertando sobre el problema, con el objetivo de que se diera un cambio de comportamiento. A unos 10.000 escolares se les mandó información impresa sobre por qué es importante que no falten a la escuela, así como cartas personalizadas en las que se veía la evolución de las faltas de cada niño, en comparación con la media, además de otras comunicaciones a docentes.
Las inasistencias en las familias y docentes que fueron parte del experimento se redujo 6% en comparación con el grupo de control conformado por alumnos que no fueron contactados. El porcentaje parece bajo, pero dos días de aprendizaje no es poco.
De vuelta nos olvidamos de los más chicos, que son los que además la pasan peor en este país. Los candidatos a presidente firmaron antes de las elecciones un acuerdo para “priorizar programática y presupuestalmente a la primera infancia dentro de las políticas sociales contenidas en cada uno de los programas de gobierno, asegurando la coordinación de todos los organismos implicados”. En Uruguay, más del 25% de los niños viven en situación de pobreza, según un informe de Unicef de 2024, que analiza la inversión en infancia en países de altos ingresos, incluido Uruguay. El 20% de los niños menores de 6 años son pobres, un porcentaje que duplica el porcentaje de pobreza en el total de la población (10,1%), según la última Encuesta Continua de Hogares.
Si a la insuficiente inversión en la infancia le sumamos la creencia muy errada de que faltar “unos días por mes” no es para tanto, seguimos comprometiendo el futuro de demasiadas personas, lo que deriva en el compromiso del futuro colectivo de este país. No está demasiado claro qué hará el nuevo gobierno en materia de educación, pero más allá de cambios de planes y de reformas de tono académico, lo que seguimos necesitando como el pan son más escuelas de tiempo completo y de horario extendido.
El ausentismo escolar repercute de forma directa en el desarrollo social de los niños, en primer lugar porque se les reducen las oportunidades de interacción social y tienen menor exposición a situaciones comunicativas diversas. De hecho, la mayoría de los estudios establecen una relación directa y recíproca entre la asistencia a clases y el beneficio en el desarrollo de habilidades sociales y comunicativas en los estudiantes, mencionando que la ausencia reiterada a clases presenciales puede derivar en la pérdida de habilidades de este tipo.
En esta misma línea, se considera que la escuela es la principal fuente de aprendizaje de habilidades de lenguaje, tales como el vocabulario en los niños en edad escolar. Los niños entre 6 y 11 años están expuestos al aprendizaje de por lo menos 3.000 palabras no familiares que son lingüísticamente complejas y a las cuales solo se puede acceder desde los textos escolares o desde la dinámica de enseñanza-aprendizaje en contextos formales, como la sala de clases.
La solución será carísima, pero mucho más caro es lidiar con personas que no están preparadas para insertarse con éxito en el mercado laboral y con las exigencias cada vez más específicas que tiene este mercado. El presidente electo Yamandú Orsi propone duplicar las escuelas de tiempo completo y horario extendido para llegar a 100.000 escolares. Unos 280.000 uruguayos van a la escuela primaria, y bastante más de la mitad faltan, tanto que ya se sabe que los afectará irremediablemente.