El año de la “calma” llega a su fin. Como acontece al cierre de cada período de gobierno —sin discusión presupuestal mediante— bajan los paros y los peros. La pandemia del covid-19 empieza a quedar lejos. Y la llamada transformación educativa sigue su marcha. Pero el síndrome del “banco vacío” no cede. Se agrava el ausentismo de los escolares uruguayos.
Dos nuevos reportes temáticos del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) se meten con lo que se ha dado en llamar “el talón de Aquiles” de la escuela pública uruguaya: la asistencia escolar. Los estudiantes ausentes crónicos —como le dicen los técnicos a aquellos que faltan más del 10% de los días de clases que tuvieron la chance de asistir— vienen en aumento. Y previo al cierre del año lectivo en curso (solo tomando la inasistencias acumuladas entre marzo y agosto), dos tercios de los escolares (66,3%) ya cargaba ese mote por ausentismo frecuente o severo.
El problema no es nuevo ni exclusivo de un gobierno. Pero ni troyanos y espartanos de la pedagogía local han logrado revertir la tendencia. ¿El problema? El Ineed advierte que, por más cambios curriculares y buenas intenciones, es imposible garantizar el derecho a la educación si los alumnos no van a clase.
La Administración Nacional de Educación Pública lo tiene claro. Cuando algunas autoridades discutían con representantes del Banco Interamericano de Desarrollo cuáles eran los mejores indicadores para seguirle el pulso al sistema educativo local, los investigadores extranjeros fueron categóricos: no son las pruebas PISA, ni la repetición, o el tan discutido egreso en Secundaria… sino el ausentismo y la desvinculación educativa.
Los inspectores de Primaria también lo saben: si no sucede el acto educativo (porque los actores protagónicos no están en el escenario), todas las transformaciones son “cáscara vacía”. Fue entonces que impulsaron el Plan Asiste que, al juzgar por los datos preliminares de Ineed, aún no dio buenos resultados.
El informe reza: "Uno de los aspectos a destacar del análisis es que la tasa de ausentismo acumulado continúa aumentando mes a mes. Este agravamiento del fenómeno refleja que las diferentes medidas llevadas a cabo en el sistema educativo, como las vinculadas al Plan Asiste, no estarían logrando frenar ni revertir la situación".
“El análisis detallado del fenómeno del ausentismo crónico entre los años 2019 y 2023 (y el reporte 2024) en las escuelas públicas de Uruguay evidencia una tendencia preocupante hacia el aumento de la inasistencia de los alumnos”, concluye el Ineed.
Y ese incremento se da en casi todos los tipos de escuela, contextos y departamentos.
Mal de muchos, consuelo de ...
Los varones faltan más que las niñas. Los alumnos más chicos se ausentan más que los más grandes. Los de escuelas rurales cuentan con más inasistencias que los de las ciudades. Y, sobre todo, los niños de contextos más desfavorecidos van menos a clase que los más acomodados.
La foto de los primeros trimestres de 2024 da cuenta de estas inequidades que se expresan en la gráfica interactiva a continuación:
Pero cuando se observa la película más amplia, teniendo en cuenta años cerrados, el Ineed da cuenta de un agravamiento de la situación en casi todos los sectores. ¿Por qué? Así como la Institución hipotetiza que los niños de escuelas rurales faltan más por las inclemencias climáticas o los alumnos más chicos porque se enferman más o tienen mayor dependencia de sus padres, dice: “en los últimos años ha habido un mayor incremento en los quintiles de ingresos más altos, lo cual sugiere que la pandemia afectó también a los sectores más favorables”.
El Observador había publicado un estudio de Ceibal y Primaria que descubrió que los padres “subestiman” las inasistencias escolares. De hecho, en el reporte se evidencia cómo faltar a clase dos o tres veces al mes “está bien” y no enciende alertas entre las familias.
En esa línea, el Ineed aclara en su nueva investigación que "aunque los días de paro y alerta meteorológica presentan un aumento en las ausencias, no se observan variaciones en el perfil de quienes no asisten en mayor y menor medida durante el resto del año escolar".
En este cierre del año de la "calma", los escolares uruguayos ya perdieron en promedio 16 días de clases de los 115 lectivos. Hay una cuarta parte de los estudiantes que faltó más del 20% de las veces. Ese síndrome del "banco vacío" está particularmente presente en los niños de contextos más desfavorecidos. Son ellos, según el Ineed, quienes "tienen más probabilidades de ser crónicamente ausentes y presentan los menores niveles de exposición a clases". O, lo que es lo mismo, son quienes más van a ver descendidos sus aprendizajes, su motivación, su socialización y su derecho a educarse.