La forma en que nos emocionamos determinará la salud presente y futura. A tal punto que nos podrá salvar de una enfermedad instalada o arrebatarnos la vida.
Ante cada emoción, el cuerpo reacciona a nivel físico y químico. Las hormonas, la circulación, la presión arterial, la piel, la microbiota y digamos el organismo completo se afecta para bien o para mal. El cuerpo mente queda involucrado en cada emoción. Cuando las emociones, el modo particular de emocionarse, se mantiene en el tiempo, genera cambios establecidos. De allí que nos podamos enfermar o sanar a partir de las emociones.
Emociones como el miedo, el enojo, la ira, modifican intercambios internos y predisponen a enfermedades cardíacas, diabetes, cáncer, entre otras muchas. Estas emociones sostenidas en el tiempo alertan al sistema inmune y la consecuente inflamación. Uno de los males más generalizados en la actualidad. Según la OMS las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo. Sin duda que las emociones juegan un juego en el desarrollo de la enfermedad como en la posibilidad de curar. ¡Somos seres emocionales!
El descanso insuficiente en cantidad o calidad facilita la inadecuada gestión de las emociones. Debido a que el umbral de tolerancia desciende, promoviendo respuestas más impulsivas y menos reflexivas. Otros hábitos como el ejercicio físico también están implicados en la posibilidad de gestionar en forma adecuada las propias emociones. Sucede que el ejercicio genera la secreción de hormonas tales como las endorfinas, la dopamina y la serotonina, todo lo cual repercute en el bienestar y el humor, aumenta la tolerancia y la gestión de las emociones.
La nutrición también influye. Los déficits de vitaminas por ejemplo, afecta el humor a tal nivel que podría generar depresión, ansiedad, desequilibrios digestivos, inflamación, activación del sistema inmune y también la salud mental. La evidencia indica que los hábitos del sueño, el ejercicio y la alimentación se relacionan con la gestión emocional. Sin embargo, no es suficiente.
¿Qué más se requiere para que las emociones jueguen a favor de la propia salud? Ni más ni menos que transitar un proceso continuo de autoconocimiento. La reflexión sobre uno mismo nos ofrecerá la posibilidad de ser libres y no monigotes de las emociones. Tengamos presente que las emociones se relacionan con las interpretaciones, con las expectativas, con las experiencias vividas y las memorias almacenadas, además de con el estado físico-mental del momento.
Cuando las personas nos sentimos bien, tenemos mayor disposición a emocionarnos de forma positiva. Ante las diversas situaciones podremos gestionar mejor nuestras emociones. Las emociones generan procesos fisicoquímicos que impactan en nuestros órganos y sistemas. Procesos imperceptibles en su mayoría pero que actúan profundo y con impacto. Un minuto de pensamientos negativos y sus emociones asociadas, afecta por horas al sistema inmune. ¿Te imaginas si esta situación se sostiene día tras día? Sin dudas disfunciones a todo nivel hasta la enfermedad.
No es la emoción sino lo que hacemos con ella lo que nos afecta a nivel interno, tanto en la mente como en el cuerpo y el cerebro sino también a nivel de nuestras relaciones y por qué no de nuestros proyectos.
Ni actuar ni callar la emoción, se trata de reconocerla. La gestión de las emociones tiene que ver con un proceso de consciencia. Que es la capacidad de darse cuenta y actuar en función de lo que cada uno elige para sí y para su entorno. Estos procesos de dedicarse a uno mismo, conlleva valentía pero paga con resultados constatables y positivos.
¿Para qué la mirada reflexiva de uno mismo? Debido a que es la única manera de adueñarse de lo que pensamos, sentimos y actuamos. La emoción surgirá a partir de eventos que dependen de uno mismo o no. La elección de cómo usarla, eso sí, depende de uno mismo.
La buena noticia es que podemos reconocer la emoción, aprender sobre el propio mecanismo en uno mismo y elegir. Elegir los pensamientos que favorecerán las emociones que elegimos, elegir las emociones que promoverán determinados pensamientos y elegir cómo actuaremos en consecuencia. Decíamos que el proceso requiere valentía, así como también garantiza salud, bienestar y felicidad.
Emociones y pensamientos son un binomio que impactará en nuestro presente y futuro. Gestionar nuestras emociones solo sucede a partir del autoconocimiento, el cual podemos alcanzar a partir de la autobservación, procesos de desarrollo, técnicas de relajación.