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El Observador | Leonardo Pereyra

Por  Leonardo Pereyra

Columnista político
23 de noviembre 2024 - 5:25hs

Por estas horas, Álvaro Delgado y Yamandú Orsi visitan los alrededores de la cumbre de sus carreras política. Este domingo, uno de ellos ascenderá a la cima y el otro comenzará el descenso de la montaña.

En el fragor de la pelea, mucho se ha escrito acerca de lo que hará el futuro presidente y pocos se han detenido en esa figura que emprenderá la cuesta abajo. Bastan unas pocas líneas para explicar lo que le espera tras esa mala hora.

En el caso de Orsi, llega a esta instancia sin enamorar demasiado a muchos frenteamplistas a quienes les produjo un desapego similar al que los distanció de Daniel Martínez en 2019. Para ambos resultó difícil llenar el espacio vacío que fueron dejando los fallecidos Tabaré Vázquez y Danilo Astori, y un José Mujica en retirada.

Una derrota de Orsi abrirá sin dudas una etapa dolorosa para la izquierda y, probablemente, la labor en la campaña electoral del exintendente de Canelones será evaluada sin mucha piedad.

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Orsi, además, no puede ser reelecto en la comuna canaria y tampoco se presentó a ningún cargo legislativo. En la estructura del Movimiento de Participación Popular (MPP), su influencia perderá peso y el mando del mayor grupo del Frente Amplio quedará en manos de otros dirigentes como el senador Alejandro “Pacha” Sánchez que están prontos para el relevo de Mujica.

Un legislador frenteamplista dijo a El Observador que no está pensando en una derrota y por tanto casi nadie se imagina a Orsi en otro lugar que no sea la presidencia de la República. “La verdad es que no sé qué lugar puede ocupar Yamandú con el Frente Amplio en la oposición. Sólo él sabe a qué aspira, más allá de que seguramente será un militante activo”, agregó.

Una derrota de Orsi abrirá sin dudas una etapa dolorosa para la izquierda y, probablemente, la labor en la campaña electoral del exintendente de Canelones será evaluada sin mucha piedad. Una derrota de Orsi abrirá sin dudas una etapa dolorosa para la izquierda y, probablemente, la labor en la campaña electoral del exintendente de Canelones será evaluada sin mucha piedad.

¿Tendrá un lugar en la presidencia de la fuerza política? ¿se dedicará a la docencia de Historia? ¿ocupará un puesto en el gabinete municipal de Canelones si la izquierda retiene la intendencia? No se sabe.

El caso de Delgado es un tanto distinto. Desde que ganó la interna, al candidato presidencial blanco lo vienen dando por agotado. Desde las propias filas blancas fue cuestionado severamente por elegir a Valeria Ripoll como compañera de fórmula y luego llegó a dudarse de su pase al balotaje debido a una supuesta pérdida de votos a manos del colorado Andrés Ojeda.

Sin embargo, Delgado se ganó su lugar en la segunda vuelta con un porcentaje similar al que obtuvo Luis Lacalle Pou en las elecciones de 2019.

Y llega a este domingo peleándole de igual a igual al Frente Amplio. Entonces, su derrota será menos severa que la de Orsi. Delgado tendrá su lugar en el Senado y seguirá a la cabeza de su lista 404.

La metódica y tal vez virtuosa intromisión del exsecretario de la Presidencia en el armado de las listas del Partido Nacional, se convertirá en vicio y voracidad si pierde. Muchos lo verán como el burócrata que pudo asegurar la continuidad del proyecto lacallista pero no estuvo a la altura. La metódica y tal vez virtuosa intromisión del exsecretario de la Presidencia en el armado de las listas del Partido Nacional, se convertirá en vicio y voracidad si pierde. Muchos lo verán como el burócrata que pudo asegurar la continuidad del proyecto lacallista pero no estuvo a la altura.

Pero, el liderazgo de la oposición recaerá inmediatamente en el presidente Lacalle Pou quien, desde el llano, irá preparando el terreno para intentar volver al poder en 2029.

Además, la metódica y tal vez virtuosa intromisión del exsecretario de la Presidencia en el armado de las listas del Partido Nacional, se convertirá en vicio y voracidad si pierde. Muchos lo verán como el burócrata que pudo asegurar la continuidad del proyecto lacallista pero no estuvo a la altura. Volverá a se “Alvarito”, el conocedor de los recodos palaciegos y los secretos del Rey, pero con un vedado acceso a la nobleza.

Álvaro Delgado y Yamandú Orsi en la Noche de los Cristales Rotos 2024.jpeg

De todos modos, se puede decir que la coalición republicana, con Delgado a la cabeza, está más preparada para perder que el Frente Amplio. En los últimos meses, al influjo de los sondeos de opinión, en la izquierda primó la idea de que los comicios eran pan comido. El desgaste propio de quien ejerce el gobierno –por más que Lacalle Pou mantiene una popularidad cercana al 50%- más diversos hechos que golpearon al oficialismo (los casos Penadés, Marset, Astesiano, entre otros- abonaron la sensación de victoria.

En cambio, debido a las encuestas que lo daban ganador a Orsi en un balotaje por una diferencia apreciable, en la coalición republicana primó durante semanas una sensación de desazón que mutó en esperanza recién en los últimos días.

En la historia uruguaya hubo bestias políticas a las que se les permitió morder el polvo varias veces antes de alcanzar sus objetivos. Es el caso del colorado Jorge Batlle que intentó llegar a la presidencia en 1966, 1971, 1989 y 1994 antes de conseguirlo en 1999. O el de Tabaré Vázquez quien fue electo en 2004, luego de perder en 1994 y 1999.

Pero para Orsi y Delgado seguramente esta será su única oportunidad. El que gane se lleva todo el premio. El otro, deberá trazarse objetivos políticos o personales en donde la Torre Ejecutiva ni siquiera será una silueta en el horizonte.

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