1 de septiembre 2024 - 20:40hs

El presidente Javier Milei y el ex mandatario Mauricio Macri están empezando a entender, a puro "golpe de realidad", que tienen que trabajar juntos, pero no revueltos. Y que el momento de medir quien "la tiene más grande", ya pasó.

Es más: durante la última de las cuatro cenas que tuvieron, en la que decidieron cambiar el menú de milanesas a entraña, ambos sellaron un acuerdo que lleva como título un concepto que venimos anticipando desde hace días: "Coordinación parlamentaria". Era lo mínimo que le venía pidiendo Macri a Milei, desde el minuto uno, para coexistir. Y también le venía pidiendo que se involucrara más, porque los ruidos políticos de los bloques libertarios estaban empezando a poner en riesgo las buenas noticias de la economía.

El resultado es la foto tomada el viernes, en la Casa Rosada, en la que se pueden ver, además de Guillermo Francos y Karina Milei, a Cristian Ritondo, Berti Benegas Lynch y José Luis Espert, entre otros.

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Falta un pequeño-gran problemita por resolver: si habrá un interbloque entre La Libertad Avanza y el PRO, y quién será el que lo conduzca. Ritondo se lleva muy bien con Milei y con Macri. ¿Lo convalidarán Karina Milei y Santiago Caputo?

El presidente aclaró, más de una vez, que no es un "libertarado", ni un negador. Para decirlo sin vueltas: acepta que los bloques de La Libertad Avanza, tanto en el Senado como en Diputados, son un verdadero despelote.

De hecho, en el reportaje que le hice, se hizo cargo de haber echado, sin contemplaciones, tanto a Lourdes Arrieta como a Francisco Paoltroni.

Pero Milei no los había terminado de desplazar cuando las audiencias, ávidas de más escándalos, se frotaban las manos con otra nueva lucha en el barro de X, entre las diputadas Lilia Lemoine y Marcela Pagano.

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También parecen prematuras e inconvenientes las diferencias entre Milei y Victoria Villarruel. En el reportaje que le acabamos de hacer, el presidente esgrimió una batería de argumentos que pueden ser entendidos como elogios o cómo una fuerte señal de que pretende marcarle fuerte la cancha. Por un lado, define a Villarruel como una "profesional de fuste". Y por el otro deja en claro que, como compañera de fórmula, la eligió él, y nadie más que él, y no "para que sea un decorado".

Por un lado, insiste que Villarruel tiene su propia agenda, y que no es la del gobierno. En especial la agenda que defiende a los militares de la dictadura. Agenda que no comparten millones de argentinos que votaron por Javier Milei. Y por otro Milei explica que Villarruel está en todo su derecho de tenerla y seguirla. Aunque no es juez ni tenga capacidad para reabrir ninguna causa.

Embed - Villarruel realizó un acto "por las víctimas del terrorismo"

Por un lado, Milei no se escandaliza cuando Villarruel se muestra contraria a que el gobierno proponga a Lijo para integrar la Corte. Y por el otro le baja el precio: dice que su opinión no es relevante porque ella no vota.

Mientras tanto, a Villarruel, Lemoine la atiende fuerte, y habla de la maldición de los vices:

Embed - Lilia Lemoine: "Villarruel tiene una agenda propia y eso está mal"

Sin embargo, con Macri, el presidente dice que las cosas están cada vez mejor. De hecho, nos anticipó que, de cuatro demandas específicas que Macri le había hecho durante la última cena, él había cumplido con tres y que cuando el ex presidente le reclamó por la cuarta, él le recordó: "Sobre el cuarto punto no te había prometido nada".

Quizá Milei haya empezado a encontrar la manera de, por un lado, satisfacer algunas de las demandas del presidente de PRO, y, por el otro, dejarle en claro que, al fin de cuentas, quien decide qué, cuándo y cómo hacer las cosas es el presidente de la Nación. Y que para eso fue votado.

De hecho, casi en la mitad del reportaje, y cuando nada lo hacía prever, Milei hace una defensa de Santiago Caputo como nunca la había ensayado, por lo menos en público, hasta el momento. Y les manda un tiro por elevación a quiénes lo critican. Les dice, palabra más, palabra menos: "Quieren convertir a Santiago Caputo en un monje negro porque son unos cobardes. Porque no tienen el coraje de enfrentarme directamente a mí".

Milei, de alguna manera, le está hablando no solo a Mauricio Macri. También les habla a los gobernadores de Juntos por el Cambio, quienes se quejan de ser peor tratados que la mayoría de los gobernadores de Unión Por la Patria. Y, por supuesto, ahora Milei también les está hablando a los diputados y senadores nacionales de Juntos por el Cambio y otras fuerzas políticas, quienes, cada tanto, le imputan al presidente "que no se deja ayudar".

Hay, en el fondo, una diferencia de diagnóstico sobre cómo estará la Argentina a la hora de votar para las elecciones de medio término del año que viene. Milei y Santiago Caputo están seguros de que el país estará mucho mejor, y que quizá no necesiten de Mauricio Macri ni de ninguna otra figura de Juntos por el Cambio para ganar la competencia electoral por amplia mayoría.

Macri y los más relevantes dirigentes del PRO consideran exactamente lo contrario. Es más: calculan que, si terminan rompiendo con Milei y presentando listas propias, la división terminará favoreciendo de votos al peronismo, y pondrá en jaque la potencia de las denominadas fuerzas del cielo.

Hay una cuenta sencilla, para la provincia de Buenos Aires, que están haciendo todos los consultores a quienes le piden datos predictivos. Es la siguiente: si las elecciones fueran hoy, una fuerza en la que Cristina Kirchner, Sergio Massa y Axel Kicillof aparezcan unidos superaría a cualquier candidato solo, de La Libertad Avanza o de Juntos por el Cambio.

Pero Unión por la Patria o como se llame, siempre en la provincia de Buenos Aires, podría perder si Milei, Macri y el resto de Juntos por el Cambio se pusieran de acuerdo para derrotarlos. En especial si Kicillof sigue cometiendo tantas torpezas políticas, como la de aparecer al lado de Fernando Espinoza, procesado por el delito de abuso sexual simple.

A esta altura de la vida, tanto Milei como Macri deberían comprender que el apoyo popular ni las buenas noticias duran para siempre. Que no hay que tirar tanto de la cuerda, porque un día se rompe y será una mala noticia para los dos. Que no se puede cantar victoria antes de tiempo. Que el último escándalo de proporciones bíblicas que atraviesa a todo el peronismo, llamado Alberto Fernández, también, un buen día, se puede olvidar. Como todo. Porque eso es lo que nos viene mostrando la historia reciente de la Argentina. Y porque no se puede descartar que, negadores y cínicos, como son, una vez más, pretendan volver.

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