Un brazo robótico se desplaza hacia un mate, coloca cuidadosamente la yerba y logra formar la clásica "montañita". Esta tarea, que forma parte de la rutina diaria de muchos uruguayos, fue llevada al laboratorio por estudiantes de la carrera de Ingeniería en Logística de la Universidad Tecnológica (UTEC) en Rivera, para demostrar el potencial que puede tener esta tecnología.
La propuesta surgió como un proyecto final de curso en la unidad curricular de robótica aplicada a logística. El ingeniero Igor Hellwig Baumbach, docente adjunto en robótica, energías y mecatrónica, explicó a El observador que la idea nació para explorar nuevas formas de aplicar la tecnología en tareas no convencionales.
De la industria a la tradición
El brazo robótico fue adquirido con fines industriales. Según Hellwig, el equipo se compró hace unos cuatro años mediante la empresa uruguaya Genba. El robot, de origen danés, costó alrededor de US$ 35.000 hace cuatro años, pero con la incorporación de herramientas, cámara de visión artificial y accesorios, la inversión total superó los US$ 52.000.
En su configuración habitual, el robot trabaja junto a una cinta transportadora real. Está pensado para operaciones como "agarrar objetos de la cinta y colocarlos en un palet". Con estos ejercicios, se busca que los estudiantes comprendan los procesos logísticos reales que ocurren en depósitos y plantas industriales.
Para que el brazo pueda interactuar con precisión, se deben desarrollar soportes específicos para cada elemento. Hellwig explicó que "hay que demarcar bien los espacios, la bombilla, y el robot va a agarrar siempre en el mismo lugar".
La precisión no solo depende de la programación, sino también de estos soportes diseñados para asegurar que cada componente esté en posición exacta. La estructura general se ajusta para que el robot pueda repetir el movimiento millones de veces sin desviaciones.
Un desafío más allá de la logística
El proyecto del mate, impulsado por Rodrigo Pérez y Nahuel Coitiño, no está directamente vinculado a la logística. Según Hellwig, quien trabajó como docente con Emiliano Barboza, fue una propuesta alternativa para que los estudiantes resuelvan un problema complejo. La preparación de la yerba para lograr la "montañita" implica movimientos controlados y delicados, algo que muchas personas no consiguen hacer bien. En este caso, es apoyado por una pequeña estructura de madera.
La dificultad técnica obliga a trabajar con mayor precisión y obliga a que el estudiante aplique todos los conocimientos adquiridos en clase. Este tipo de desafío refuerza la comprensión sobre el comportamiento del brazo y sus limitaciones.
Durante el semestre, los estudiantes reciben formación teórica en programación y física aplicada a robots. Recién después, acceden al laboratorio para implementar los proyectos finales.
Hellwig señaló que el laboratorio se habilita todas las tardes durante aproximadamente un mes. Cada pareja de estudiantes dedica entre 6 y 10 horas adicionales fuera del horario de clases. Se anotan en planillas de horarios y trabajan con el acompañamiento del docente y un colega asistente.
Programación repetitiva, no inteligencia artificial
Aunque el brazo robótico cuenta con una cámara de visión artificial, en este proyecto no se utilizó inteligencia artificial. Hellwig aclaró que el robot ejecuta un programa repetitivo, donde cada paso está definido con exactitud.
La cámara podría usarse para identificar patrones o colores y adaptar la acción del brazo, pero el docente explicó que "todo lo que tiene que ver con cámaras no es tan sencillo", debido a factores como variaciones de luz y sombras. Actualmente, se exploran estas opciones en fases iniciales de investigación.
Otros proyectos: drones y automatización
El proyecto del mate forma parte de una serie de casi 30 desarrollos realizados en la unidad curricular. Entre los ejemplos, Hellwig mencionó el armado de cajas y transferencia entre cintas transportadoras.
Uno de los proyectos destacados fue un "vertipuerto" para drones. El dron aterriza en una plataforma que corrige su posición y permite al brazo robótico cargarlo con pequeñas cargas. Una vez listo, el dron despega sin intervención humana. Este desarrollo mostró la posibilidad de integrar robótica y logística aérea en un mismo sistema.
Un laboratorio diseñado para la industria y el futuro robótico de Uruguay
El laboratorio de UTEC en Rivera tiene 600 metros cuadrados. El espacio fue diseñado para simular un ambiente logístico real, donde se puedan reproducir procesos industriales a escala.
Hellwig adelantó que se trabaja en incorporar un robot móvil con ruedas que podrá colaborar con el brazo robótico existente. Esta combinación permitirá ensayar escenarios más complejos, como el transporte interno de piezas o carga automatizada.
El docente agregó que la adopción de robótica es indispensable para que Uruguay pueda competir internacionalmente. Comentó que "para algunas tareas ya hay que automatizar, porque si no es inviable competir".
Hace dos años, prácticamente no había empresas que vendieran robots en Uruguay. Hoy, varias compañías reconocidas ya ofrecen equipos industriales. Para el docente, esto refleja un cambio irreversible en la industria local.
Formación integral para el mercado
Además de robótica, Hellwig enseña electrónica, mecatrónica y automatismos. Desde el cuarto semestre, los estudiantes aprenden lógica de máquinas, sensores y motores, comprendiendo cómo se integran en los procesos industriales.
El objetivo es que los futuros ingenieros puedan entender y definir qué robot adquirir, cómo instalarlo y cuáles son sus limitaciones. "La idea es que el estudiante salga sabiendo exactamente qué puede hacer un robot", explicó.
El docente insistió en eliminar el prejuicio de que los robots son inaccesibles o innecesarios. Para él, la clave está en comprender las capacidades reales de cada equipo y evaluar su aplicación en cada industria.