Una nueva encuesta global publicada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) revela que la mayoría de la población mundial observa el avance de la inteligencia artificial (IA) con mayor expectativa que temor.
El informe, presentado bajo el título “Una cuestión de elección: las personas y las posibilidades en la era de la inteligencia artificial”, forma parte del Informe sobre Desarrollo Humano 2025 y explora el vínculo entre IA y bienestar humano, con énfasis en lo que las personas piensan, esperan y temen ante este cambio tecnológico.
El estudio se basa en una encuesta desarrollada entre noviembre de 2024 y enero de 2025, que alcanzó a más de 21.000 personas en 21 países, cubriendo el 63% de la población mundial.
Los resultados de la encuesta
Según los resultados, el 60% de los encuestados considera que la IA contribuirá a crear nuevos empleos, una señal de optimismo que contrasta con la tradicional narrativa de reemplazo tecnológico.
A su vez, el 50% admite que su trabajo podría ser automatizado, lo que indica que, aunque el riesgo es reconocido, no predomina el miedo al desempleo.
Solo un 13% de las personas expresa temor de que la IA provoque pérdida de empleo directa, una proporción baja en comparación con otros estudios internacionales previos. Este dato sugiere una creciente aceptación de la IA como herramienta de apoyo antes que de reemplazo, sobre todo en regiones donde el empleo informal y la falta de oportunidades tradicionales aún son desafíos estructurales.
¿En qué lugares hay más entusiasmo con la IA?
El informe muestra que el entusiasmo es especialmente fuerte en los países con bajo y medio desarrollo humano. Allí, un 70% de los encuestados espera que la IA incremente su productividad laboral, y dos tercios anticipan que comenzarán a usar IA en áreas clave como educación, salud o empleo durante el próximo año. Esa proyección supera ampliamente el uso actual, que ronda el 20% de la población.
La expectativa de adopción de IA crece más rápido que su implementación efectiva, lo que refuerza la necesidad de políticas de acceso equitativo.
Sin embargo, el PNUD advierte que la brecha de acceso a la infraestructura digital sigue siendo una barrera fundamental, sobre todo en contextos donde el acceso estable a electricidad e internet no está garantizado.
Esta limitación podría condicionar la posibilidad real de que los sectores más vulnerables se beneficien del despliegue tecnológico. Como señala el informe, "la verdadera brecha no estará en el acceso, sino en cómo se use la IA para aumentar capacidades humanas".
Las diferencias de percepción según género y edad
Las diferencias de percepción también se expresan según el género y la edad. Incluso con niveles educativos similares, los hombres reportan mayor uso de herramientas generativas de IA para el trabajo que las mujeres.
Además, las personas jóvenes son más optimistas sobre el impacto de la IA en sus vidas. En particular, declaran sentir menos pérdida de control futuro debido a la expansión de la tecnología, a diferencia de los grupos mayores de 60 años, que muestran mayor preocupación.
Otro punto que el informe pone sobre la mesa es la dimensión cultural de los modelos de IA. Un análisis comparativo indica que las respuestas generadas por ChatGPT se alinean más con los valores culturales de los países con desarrollo humano muy alto, y se distancian considerablemente de los valores expresados por personas en países de menor desarrollo. Esto plantea desafíos importantes sobre la representatividad y la diversidad cultural en el diseño de sistemas inteligentes, que podrían reproducir sesgos geográficos o sociales.
El PNUD destaca que las percepciones públicas globales no son neutrales: funcionan como indicadores de lo que las personas están dispuestas a aceptar, usar o rechazar en relación con la IA. En ese sentido, el informe subraya que el desarrollo tecnológico no debe ser visto como inevitable ni como ajeno a la acción política. Las decisiones que se tomen hoy —sobre educación, regulación, gobernanza y distribución— determinarán si la IA amplía o restringe las oportunidades de desarrollo humano.
Entre las recomendaciones centrales del documento se encuentra el llamado a construir una “economía de la complementariedad”, en la que personas y máquinas trabajen en conjunto, aprovechando las ventajas únicas de cada parte.
Esto requiere, entre otras cosas, modernizar sistemas educativos y sanitarios, garantizar conectividad universal y establecer regulaciones claras que prioricen la agencia humana en el diseño, implementación y uso de la IA.
Por último, el informe remarca que las percepciones no son abstractas ni menores. Son la antesala de la acción social, política y económica en torno a una tecnología que redefine el trabajo, el conocimiento y la participación ciudadana.
“El futuro de la IA será el que las personas estén dispuestas a construir, no lo que los algoritmos impongan”, afirma el documento.