Entre 2018 y 2023, Uruguay enfrentó la sequía más grave en casi un siglo, con consecuencias directas en el abastecimiento de agua para la población y la producción. El área metropolitana, y particularmente Montevideo, fueron las zonas más afectadas.
En junio de 2023, el embalse de Paso Severino, principal fuente de agua para la ciudad, llegó a estar en apenas el 1,7% de su capacidad. Ante ese escenario crítico, el gobierno declaró la emergencia hídrica y comenzó a analizar opciones de respaldo, entre ellas el aprovechamiento de embalses ubicados corriente arriba, que tradicionalmente abastecen al ganado y al riego agrícola.
Fue en ese contexto que la Dirección Nacional de Aguas (DINAGUA), dependiente del Ministerio de Ambiente, recurrió a la cooperación internacional. El ingeniero ambiental Tiago Pohren y su equipo se apoyaron en capacitaciones y datos de la NASA para desarrollar una herramienta en línea que permitiera monitorear los embalses del país y responder con mayor precisión a la crisis. “La NASA proporciona los datos confiables que son necesarios para responder a las crisis del agua en cualquier parte del mundo”, explicó Erin Urquhart, gerente del programa de recursos hídricos de la agencia en Washington.
La vinculación con la NASA había comenzado un año antes, en 2022, cuando técnicos uruguayos participaron en un taller en Buenos Aires coordinado por el Grupo de Trabajo Interinstitucional sobre el Agua (ISAT).
La actividad, organizada por la NASA junto a otras instituciones estadounidenses, se centró en el desarrollo de herramientas para gestionar los recursos hídricos de la cuenca del Río de la Plata. En esa instancia, el programa ARSET de la NASA introdujo a los participantes en los principios de la teledetección y en cómo traducir imágenes satelitales en información aplicable. “Colaboramos con nuestros socios y con expertos locales para traducir los datos en información útil, utilizable y pertinente”, explicó John Bolten, científico principal de la NASA para ISAT y jefe del Laboratorio de Ciencias Hidrológicas en el Centro Goddard.
La propuesta de Pohren fue construir una herramienta capaz de integrar imágenes de los satélites Landsat (de la NASA y el Servicio Geológico de Estados Unidos) y de las misiones Sentinel (operadas por la Agencia Espacial Europea dentro del programa Copernicus). Con esos datos, el sistema podía detectar cambios en la superficie de los embalses uruguayos.
Para ello, empleó distintos indicadores ópticos que permiten diferenciar agua de suelo, vegetación o estructuras urbanas. Entre ellos se incluyen el Índice Diferencial de Agua Normalizado (NDWI), el NDWI mejorado y el Índice Automatizado de Extracción de Agua, todos basados en la combinación de bandas de luz visible e infrarroja.
Cuando DINAGUA aplicó la herramienta en 2023, los resultados fueron claros. Si bien se identificaba agua en otros embalses, las cantidades eran insuficientes frente a la demanda del área metropolitana. Pohren explicó que, incluso si se liberaba toda esa reserva, la mayor parte no alcanzaría a llegar hasta Paso Severino ni a la toma de Montevideo.
Ese diagnóstico permitió evitar medidas que hubieran resultado costosas y poco efectivas. En agosto de 2023, las lluvias repusieron los embalses y el país pudo dar por terminada la emergencia, pero la experiencia consolidó un sistema de monitoreo que hoy sigue en funcionamiento.
Tecnología satelital como activo permanente
La herramienta desarrollada por DINAGUA dejó de ser un recurso de urgencia para transformarse en una plataforma de uso cotidiano en la gestión del agua. En 2024, Pohren presentó el sistema en un nuevo taller internacional del ISAT, donde compartió la experiencia uruguaya con gestores hídricos de distintos países, con la expectativa de que el modelo pueda replicarse en otros contextos afectados por sequías. Actualmente, los técnicos nacionales continúan utilizando la plataforma para identificar y monitorear represas, embalses de riego y otros cuerpos de agua relevantes para la planificación territorial.
Paralelamente, Pohren mantiene contacto con nuevas misiones de observación de la NASA que podrían complementar la herramienta. Entre ellas, destaca la misión de Topografía de las Aguas Superficiales y Oceánicas (SWOT), que permitirá medir directamente la altura de los embalses, y la misión conjunta NISAR, lanzada en julio de 2025 por la NASA y la ISRO de India.
Este satélite brindará información mediante radar, lo que permitirá detectar agua más allá de las limitaciones de nubosidad o de la hora del día. “Si llegara a ocurrir de nuevo una sequía, con las herramientas que tenemos ahora, estaremos mucho mejor preparados para entender cuáles son las condiciones de la cuenca y, luego, hacer predicciones”, señaló Pohren.