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9 de agosto 2024 - 5:00hs

Hay temas que nos atraviesan y hay momentos que llaman a la reflexión, análisis y posición. Soy de los convencidos de que la democracia, si bien perfectible, es el régimen de convivencia que más podría asegurar el ejercicio de las libertades y el desarrollo más pleno del ser humano. No en vano la participación popular ha logrado alcanzar avances significativos a lo largo de la historia y en particular desde el desarrollo de la segunda mitad del siglo XX.

Esos avances implican el reconocimiento de mayores derechos, el respeto a realidades diversas, la incesante búsqueda de participación con mayor igualdad en la distribución de los ingresos nacionales y la disminución de la pobreza y la pobreza extrema. Aún asumiendo esta progresión, son senderos sin un punto final.

Por todo lo que le falta transitar a las sociedades y porque en esencia los pueblos deben avanzar en base al respeto del disenso, es que los valores democráticos deben ser reivindicados, a pesar de las olas de descontento por la usual desconexión entre las elites y la gente. Los marcos democráticos deben reivindicarse para todas las latitudes y en todas las instancias. La doble vara deslegitima.

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Es claro que, por cercanía geográfica, por tener un sentido legado histórico de los libertadores de América, la situación en Venezuela afecta de un modo particular a nuestra sociedad, que con orgullo muestra los índices de aprobación más altos a la democracia en toda América Latina.

Dos preguntas con sesgo socioeconómico sobre Venezuela

De la falta de transparencia y credibilidad del último proceso electoral ya se ha hablado y escrito; hay muy buenos análisis y de los otros. Sin embargo, dos preguntas con sesgo socioeconómico me han invadido de forma sistemática:

¿Por qué un país de las características de Venezuela termina apartado de las bases democráticas? ¿Qué ha sido de su gente?

Las cosas no suceden “porque sí” ni de “un día para el otro”. Hay condiciones que son el germen. Venezuela ha sido históricamente un país con incidencia relevante de personas que viven bajo la línea de pobreza (enfoque monetario) y distribución muy desigual, agravado en la década de 1990 por las crisis del petróleo y la inestabilidad política local. En medio de esa crisis generalizada, los niveles de pobreza monetaria alcanzaron un pico en el año 1996, según datos oficiales, al 76% de las personas (42% de personas en pobreza extrema).

Para 1998, cuando Hugo Chávez gana por primera vez las elecciones presidenciales, todavía más de la mitad de la población (51%) estaba en pobreza monetaria y uno de cada cinco venezolanos (21%) seguía en pobreza extrema. Es notorio que la figura de Chávez surge por las necesidades sociales de nuevas respuestas a problemas históricos y profundos. Esa situación se mantendría incambiada en los primeros cuatro años de “chavismo”.

Sin embargo, apoyado por la recuperación del petróleo a nivel internacional, entre 2003 y 2007 las personas en situación de pobreza pasan de ser 61% a 33% de la población, en tanto que la pobreza extrema disminuye de 30% a 9% de la población.

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Venezuela- Nicolas Maduro y Diosdado Cabello, desvelan una pintura gigante del rostro de Hugo Chávez

Venezuela- Nicolas Maduro y Diosdado Cabello, desvelan una pintura gigante del rostro de Hugo Chávez

Los venezolanos vieron por primera vez en décadas un periodo relativamente prolongado de marcada reducción de la pobreza, cosa que a modo de spoiler, no volverían a ver hasta nuestros días. Ese período alimentó al movimiento gobernante y posiblemente fortaleció su base de apoyo social en esos años, a riesgo de erosionar la calidad de las instituciones.

Un pilar de la democracia es la política estadística. La publicación de datos oficiales, creíbles, transparentes y oportunos describen la realidad para conocerla en profundidad y transformarla. La manipulación, ocultamiento o suspensión de datos es un alejamiento definitivo de las bases democráticas.

Ya con Nicolás Maduro como presidente, desde el año 2014 el Instituto Nacional de Estadística (INE) local dejó de publicar datos socioeconómicos y en particular, los datos sobre pobreza. Como el sol no se puede tapar con un dedo, es notable el rol que ha debido jugar desde ese momento hasta hoy la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, liderada por la Universidad Católica Andrés Bello, que ha sustituido de buena manera las estimaciones en la materia. En efecto, ha constatado un notable incremento de la pobreza con años críticos en 2015 y 2016, alcanzando picos del 90% de la población.

Otro dato incontrastable de la realidad de un país que posee privilegios relativos en dotación de recursos naturales escasos, es la diáspora. La emigración de venezolanos se encuentra dentro de los mayores y graves fenómenos migratorios luego del de Siria. Se estiman más de 7 millones de personas que han abandonado el país, esta modificación estructural de la base poblacional, difícilmente pueda revertirse en su totalidad. Habrá daños permanentes.

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Venezuela

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Desde 2016, el envío de remesas ha tenido un rol creciente como fuente de ingreso de una porción importante de hogares venezolanos. De acuerdo con algunas estimaciones, las remesas de migrantes se ubicaron en US$ 3.500 millones en 2021 (Cepal, 2021), un monto que equivaldría aproximadamente al 8% del Producto Interno Bruto (PIB) de Venezuela. Un PIB que se ha sacudido a niveles inéditos. El país ha perdido tres cuartas partes de su producto, con ello el incremento de los niveles de pobreza descritos, la explosión del fenómeno migratorio y la pulverización de la clase media.

Para 2020 se verificaba que aproximadamente nueve de cada 10 familias que era considerada de clase media a principios de la década pasada, ya no lo es. La clase media cumple rol fundamental en la base social democrática moderando a los extremos. Una clase media sólida implica distribución equitativa de la riqueza y menores tensiones sociales.

La economía sucumbe, sumiendo en la pobreza a la población y condenando a buena parte a la emigración. No hay sustento humano que justifique el mantenimiento de una elite política responsable. Así como en el pasado las condiciones sociales fueron el germen del cambio, no tengo dudas que esta vez también lo será.

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