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28 de septiembre 2024 - 5:30hs

Si hay un momento álgido para el libro en Uruguay es durante la Feria Internacional que se hace cada año en Montevideo. Y si ese es un momento álgido para el libro, también lo es para la Cámara que vela por ese mercado, y por ende para su presidente, Álvaro Risso. Él ya tiene varias ferias encima, pero le sigue pasando igual: los días previos son ajetreados. Cerrar la programación y lograr que todo salga bien es un dolor de cabeza.

Risso, en ese sentido, lo tiene claro: en este país se publica demasiado. Pero, ¿representa esto un problema para el sector? Bueno, hay matices. Y sobre ellos es que habla el presidente de la Cámara Uruguaya del Libro y también socio de la histórica librería Linardi y Risso, donde recibe a El Observador, y en donde se explaya sobre todos los temas que competen a ese corredor de fondo incombustible que, año a año, tiene su fiesta en la Intendencia de Montevideo.

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¿Qué relevancia tiene la Feria del Libro hoy en el circuito editorial?

La mayor. Es la gran oportunidad que tiene el libro en el año de instalarse en la agenda mediática, de que esté en la gente, en la prensa, en la radio, en la televisión. Es el momento en que tenemos la atención de todos los autores, del público, de las autoridades. Además genera un derrame hacia el mundo del libro, hacia las librerías que están de repente repartidas por todo Uruguay que no participan del evento. Las actividades culturales son cada vez más numerosas, este año tenemos 200 en una programación compleja de armar. Tenemos también 37 autores del exterior, de 11 nacionalidades. Y por primera vez vamos a hacer la prueba de llevar la feria a tres fines de semana.

¿Sentís que la Feria, además, está bien rodeada por otros eventos a lo largo del año en el país? ¿Que eso sucede cada vez más?

Ojalá que sí. La feria no pretende ser el evento exclusivo.

La Feria pasa en Montevideo, y si bien hay eventos en el interior, siempre se le hizo más difícil al libro llegar a otros departamentos. ¿Cómo notás que se ha ido desarrollando la descentralización del mercado del libro?

En la Cámara del Libro tenemos detectados unos 200 puntos de venta en todo el país, de los cuales algunos no pueden llamarse librerías, son como multitiendas en las que venden de todo y allí hay libros. Pero sí tenemos identificadas unas 150 librerías a lo largo de todo el país. Ahí la Cámara no puede hacer mucho. Eso es un tema de mercado, de cómo se mueve cada ciudad. Por eso son importantes las ferias del interior, porque promueven al libro, a la lectura, y no solamente en los días que dura la feria. Se intenta que perdure, que no sea un acto concreto. Sabemos que es un mercado complejo, chico, pero no pasa solo en Uruguay. Las opciones que hay hoy en día en materia de entretenimiento son tan grandes, es todo tan amplio, que el libro tiene que competir con una cantidad de cosas que antes no existían y eso presenta nuevos desafíos y también una realidad: el libro demostró, sigue demostrando, que es un corredor de fondo. Han pasado cinco siglos y sigue allí.

Álvaro Risso presidente de la cámara Uruguaya del libro.

Da la sensación de que el uruguayo es "comprador" de libros. ¿Hay un incremento en las ventas en los últimos años? ¿O se mantienen estables?

No se puede decir que haya un incremento, pero sí que se sostienen, y eso es bastante. Cualquiera se da cuenta de que Montevideo hay muchas librerías y que no hay una gran rotación de ellas, como sí lo hay en el rubro gastronómico, por ejemplo. El mundo de las librerías en Montevideo es bastante estable, no hay grandes aperturas ni grandes cierres, por el contrario, van pasando los años y tenemos un muy buen número que se mantienen.

Volviendo a la Feria, ¿hay algún aspecto que detectan que podrían reforzar? Uno mira la lista de invitados extranjeros de los últimos años, por ejemplo, y si bien aparecen buenos autores, no hay ninguno de alto perfil.

Sí, todos los años la ambición que tenemos es que venga un gran autor. Todos los años traemos muy buenos autores, además de que los uruguayos se presentan en la feria, quieren estar en ella y eso es muy importante. Pero más allá de eso, traer uno o dos grandes nombres es una meta que siempre nos ponemos, pero es muy difícil.

¿Por un tema de presupuesto o porque Uruguay no termina de seducirlos?

Por un tema de agenda. El escritor te viene a lo largo del año, pero no necesariamente puede venir en la fecha de la feria. Es como pedirle a Paul McCartney que toque el 31 de diciembre en la Rambla. Viene cuando tiene disponible, cuando coincide con su gira. En esto es igual. Si pensás en nombres grandes, Irene Vallejo estuvo el año pasado y fue fantástico. Pero no estuvo en la feria. Tampoco Alessandro Baricco o Mircea Cartarescu. Hacerlos pasar en la fecha de la feria, que vengan exclusivamente para esto, es complicado. Pero estamos trabajando en eso.

¿Han pensado equipararla con otros eventos más masivos de la región que sí logran atraer grandísimos nombres, como la Feria de Buenos Aires?

Sí, pero significa un cambio muy drástico, sería cambiar toda nuestra estructura anual. Lo evaluamos y fue votado negativamente por el colectivo del mundo del libro. Tampoco queremos ser la hermana menor de una feria, cuando eso no nos asegura que ese autor que va a Buenos Aires venga luego a Montevideo. Además la simultaneidad es muy compleja porque en esos eventos participa muchísima gente de Uruguay. Es una complicación montarla una arriba de la otra.

Este viernes la Biblioteca Nacional difundió los datos del último informe de ISBN, sobre la cantidad de registros de títulos que se hacen anualmente. En 2023 se registraron 2808 títulos, y desde 2019 se incrementa año a año. ¿En Uruguay se publica demasiado?

Para mi gusto, sí. Pero que viva a la libertad. El libro tiene muchos actores que buscan publicar: están las editoriales, las empresas, están los autores que hacen sus propias publicaciones. Hoy además bajó mucho el costo de imprimir porque se pueden hacer tirajes pequeños. Entonces alguien que tiene escrito un poemario, que tiene un libro de relatos, que es amateur en la literatura pero se quiere sacar las ganas de ver su libro publicado porque se lo quiere regalar a su familia y a sus amigos, lo puede hacer. Y eso pasa muchísimo. Tal vez son libros que no tienen la calidad suficiente para ingresar al mercado comercial de librerías, pero suman al número y existen. De todos modos, si bien el número de libros publicados en 2023 es una enormidad, no es récord: en 2018 se llegó aproximadamente a 3200. De esos libros diría que tal vez una minoría integra el circuito comercial. Igual son un montonazo, porque si a eso le sumas todo lo importado es una locura.

Álvaro Risso presidente de la cámara Uruguaya del libro.

Entonces, teniendo en cuenta que la cantidad es grande pero hay que tomar en cuenta todas esas particularidades, hablar de un mercado saturado no sería lo más certero.

La palabra saturado suena a algo imposible de manejar, y el mercado hoy es manejable. Lo que sucede es que al haber tantos títulos, al ser tantos los nuevos, los libros duran cada vez menos en las librerías. En las vidrieras tienen una vida efímera y muy selectiva. La arquitectura de las librerías no puede contener todo lo que se importa y lo que se imprime acá. De ahí la importancia de la feria, porque es una gigantesca librería que se arma en el atrio de la carpa de la Intendencia y permite que todos estos días se liberen los fondos editoriales y estén junto a las novedades. Pero, más allá de eso, la libertad del mercado me parece clave en el mundo del libro. ¿Cuántos autores jóvenes el año pasado surgieron entre esos 2800? Lo que sucede es que a veces es muy difícil sacar la cabeza y hacerte visible, ver el diamante entre todo el carbón, pero de alguna forma es la oportunidad.

Y muchas editoriales publican volúmenes grandes de títulos por un tema comercial.

Hay estrategias, claro. Y no solo las multinacionales, las independientes también. Es una forma de tener presencia permanente.

¿Sentís que las editoriales independientes están bien integradas al circuito comercial?

Hablemos de independiente como lo que no es multinacional. Si lo ponemos así, es evidente que es un mercado interesantísimo, y que los últimos años tuvo un crecimiento de actores nuevos que se han especializado en la narrativa y un poco menos en poesía. A todos nos interesa la bibliodiversidad, que se publiquen todos los géneros, sobre todo que se publiquen aquellos que se venden poco, y para eso necesitamos a las editoriales pequeñas, las que muchas veces no tienen como fin en sí mismo ganar dinero, sino subsistir y seguir editando. Por supuesto que para eso hay que vender, pero bueno, comercialmente son más jugadas en el sentido de que publican autores no tan comerciales, libros no tan populares, temas que no son de fácil acceso al público. Esas editoriales que se juegan la ropa por esos autores que son muy buenos pero que a veces no llegan al público amplio son claves para cazar talentos, para dar a conocer esos nuevos nombres que aparecen en las letras uruguayas. Antes eran jugadores outsiders y ahora están dentro del sistema. Ya no encontrás sus libros solamente en ferias perdidas o especiales, están en el circuito.

Como lector y como alguien que tiene una mirada global sobre el sector, ¿cómo has visto el desarrollo de la literatura uruguaya en los últimos años?

Más allá de la Cámara, por mi trabajo en la librería tengo que leer mucha obra nacional, y me doy cuenta de que en un momento hubo una laguna de nombres, que fue cuando Benedetti, Galeano, Onetti y Vilariño dejaron de producir. Creo que todas estas editoriales nuevas, independientes, que se juegan por autores jóvenes, están logrando poco a poco encontrar nuevos nombres como para lograr que la literatura uruguaya salga de fronteras otra vez. Nos quedan los Premios Cervantes de Ida Vitale y Cristina Peri Rossi, es cierto, pero no son nombres nuevos, tienen una trayectoria fantástica.

Se me ocurre, de los recientes, el nombre de Fernanda Trías, por ejemplo.

Sí, ella es el nombre que emerge en estos años. Bueno, eso es lo que precisamos. La línea de Fernanda Trías, escritores jóvenes que vayan ocupando esos espacios que Peri Rossi y Vitale, que son nuestros mitos vivientes, van a ir dejando, y que ya nos dejaron anteriormente Benedetti, Onetti, Galeano, Levrero, Felisberto.

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