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24 de agosto 2024 - 5:00hs

Hacer reír es peligroso. Bueno: querer hacer reír a alguien es peligroso. Porque sucede que si no tenés ese talento natural que lo permite, no hay mucha vuelta: lo que vas a generar, a lo sumo, es vergüenza ajena. Por eso es muy fácil detectar a las personas que nacieron con esa capacidad. Valeria Bertuccelli, por ejemplo. Da igual si la argentina está en una de las geniales y monocordes comedias de Martín Rejtman o si usa la piel de la Tana Ferro en Un novio para mi mujer, o si está en una entrevista y se pone a hablar de la vida: ella te va a hacer reír. Distintos registros, abordajes del humor, instancias; Bertuccelli nació para eso.

También se puede decir que nació para estar delante de una cámara, y que a sus 54 años, por otro lado, está aprendiendo a estar del otro lado. En 2018 escribió y dirigió su primera película, La reina del miedo, que además protagonizó, en un papel que le dio un premio en el festival de Sundance. Seis años después, Bertuccelli repite en ese triple rol, acompañada sin embargo por Mora Elizalde en la dirección, y por ella y Malena Pichot en la idea que luego decantó en el guion.

Iba a ser una serie, terminó siendo su segunda película, se llama Culpa cero y se estrenó en cines el jueves.

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Culpa cero la tiene como protagonista una vez más. Ahora Bertuccelli es Berta Muller, una exitosísima y acaudalada escritora de libros de autoficción a la que le pasa lo peor que te puede pasar en esta época: la cancelan. ¿Por qué? En una noche de copas sueltas, su asistente (Justina Bustos) revela entre hipidos que ella es quien le escribe los libros en realidad. Y, para peor, unas horas después se descubre que sus textos están llenos de plagios a Séneca, Buda, Marco Aurelio, Gandhi y otros ilustres. La caída en desgracia será un sacudón para Berta, y también para su círculo íntimo: su abogada y mejor amiga (Cecilia Roth), su editor (Martín Garabal) y su hija.

Embed - Culpa Cero | Tráiler Oficial | Star Distribution

La comedia, en este caso, parte de un lugar claro: el patetismo en el que se hunde su personaje. Y ese punto de partida, según le cuenta la propia Bertuccelli a El Observador desde Buenos Aires, ha sido un factor clave para sus dos películas estrenadas, y una más que tiene en las gateras.

Siento que todo sale de un mismo lugar, que tiene que ver con algo que parte desde lo patético, de cuando uno siente que está en una situación patética. Lo patético es algo muy real, expuesto, que genera situaciones de vergüenza o ridículo, pero seguro hay algo muy verdadero ahí. Lo patético, además, es dramático y gracioso a la vez. Siento que eso ya me gustaba cuando tenía 18 años y tenía un dúo cómico en teatro, esa mezcla de que te estás riendo y te dan ganas de llorar. Para mí ahí está el humor, pero el dolor también. Están muy al lado el uno del otro. Cuando me preguntan si me gusta más la comedia o el drama, para mí es lo mismo. Van de la mano”, dice la actriz y directora.

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Lo patético, además, en Culpa cero se aferra a fenómenos bastante contemporáneos. En la historia de Berta hay dardos en forma de comedia mordaz hacia la cultura de la cancelación, el manejo de la salud mental, el mundo editorial, el mundo de los ricos, el abuso de poder.

De lo mejor de la película, de hecho, es la forma en la que aborda este último tema. La relación entre Berta y Marta, su asistente, es asimétrica, por momentos violenta y reprochable, pero escapa a cualquier construcción arquetípica barata y deja entrever, de paso, la inteligencia de las tres guionistas a la hora de darles vida a esos vínculos. Culpa cero, en ese sentido, es ácida y, en esa acidez, muy inteligente.

“El humor te permite entrar un poco más flojo a cualquier tema, uno no se pone como todo pretencioso. Es como si a través del humor uno pudiera prestar más atención. Siento que favorece, y la película en ese sentido tiene una manera relajada de pensar”, comenta en ese sentido Bertuccelli.

Pasaron años desde La reina del miedo —que se puede ver en Disney+— al rodaje de Culpa cero, y en ese interín la actriz empezó a asimilar más el rol de directora, a aprender de aquellas cosas que le habían salido bien en su debut. Dice, sin embargo, que todavía le sirve pensar las películas delante de cámaras. Desde allí, casi que a la manera de una dirección a la vista de todos, setea el tono y el ritmo que quiere imprimirle a su ficción.

“Para dirigir a los demás actores me ayuda mucho estar actuando. Siento que hay algo que se va marcando mucho desde el tono, el ritmo, y casi sin decirlo, porque estoy ahí adentro. Lo voy actuando y siento que todos lo empezamos a seguir. Se arma de manera suave, es una forma de llevarlo. Con respecto a mí, a mi actuación, el tono me queda claro desde la escritura. Como lo escribí, siento que me sale fácil. Lo que sí me pasa es que termino, me veo y pienso ‘me fui un poco al carajo’”, rie.

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Luego recuerda: “En La reina del miedo llegué a la dirección de una manera muy intuitiva y desde la experiencia como actriz, pero había cosas que ni tenía en la cabeza. En esa primera película tenía muy en cuenta el ritmo de la película y de las escenas, y de lo que yo sentía que tenían que llegar a ser dramáticamente, y en ese sentido me parecía que estaba bien y me ayudó a que tuviera ese tono que tiene, de tensión. Pero nunca tenía presente los cortes, por ejemplo. Era un poco como la rana René entrando y saliendo de cuadro. Yo seguía el personaje, pero nunca tuve el respiro o la práctica de pensar en los cortes. En esta lo pude pensar ya hasta desde el guion.”

A Bertuccelli, entonces, la comedia le queda bien porque evidentemente nació para ella y, ahora, encima, le está buscando nuevas vueltas. Culpa cero es otra prueba de su solvencia detrás de cámaras. Delante, está probado hace tiempo.

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