Hay caras que se repiten. Rostros que, aunque se desconozca su identidad, se vuelven conocidos. Es el caso de una señora baja y flaca, que supera los 60 años, con un bulto de varios centímetros que le sale de su cachete izquierdo, y que suele deambular por el Centro de Montevideo. Ella fue la primera internada contra su voluntad, desde que este domingo se puso en funcionamiento la nueva ley de internación compulsiva.
Los policías la vieron durmiendo en el gélido amanecer de este lunes —con heladas registradas por el Instituto de Meteorología— en la puerta de un supermercado en la avenida 18 de Julio y Yí. Intentaron, sin éxito, que la señora aceptase ser trasladada a un refugio, a una zona más confortable. Pero no quería.
Empezó a ponerse ansiosa —ya tenía antecedentes de agresividad, sucesivas internaciones por salud mental y le había tirado una botella de vidrio a un comensal en un famoso bar céntrico—, por lo cual los policías aplicaron el nuevo protocolo: llamaron a la línea gratuita 0800 8798. Técnicos del Ministerio de Desarrollo Social dieron aviso a los médicos de salud pública (ASSE) y estos, a su vez, la medicaron y decidieron la derivación obligatoria —incluso contra la voluntad de la mujer— al hospital Maciel.
La señora del bulto en la cara —no por discriminación, sino porque es su rastro distintivo— no hubiese sido internada si no existiese la nueva (y polémica) normativa. Una ley que poco agradó a la Sociedad de Psiquiatría y que cabalga a mitad de camino entre los derechos del colectivo a habitar con seguridad su ciudad y los del individuo de recibir o no asistencia.
Según fuentes del Ministerio de Desarrollo Social, la cartera recibió otras denuncias que está procediendo a evaluar. Pero hasta el mediodía de este lunes, la señora que dormía en la puerta del supermercado era la única aplicación concreta de la ley.
La policía, a su vez, trasladó esta mañana una veintena de personas en situación de calle que, en este caso voluntariamente, quisieron irse a un refugio. La ley de Faltas les prohíbe acampar o dormir en áreas públicas, por lo cual tienen que aceptar el traslado o “circular” por la ciudad.
En este sentido, la nueva normativa es vista como “una herramienta más” de la que dispone la policía y los técnicos del Mides para preservar la salud de las personas y su integridad, pero “no significa un cambio de fondo ni un ataque a las causas que llevan a las personas a la calle”.
El Observador había contado en esta crónica cómo es un operativo tipo de la policía previo a la implementación de la ley.