El libro IQ and the Wealth of Nations (2002), de Richard Lynn y Tatu Vanhanen, generó gran polémica desde su publicación, principalmente por sus conclusiones sobre la correlación entre los coeficientes intelectuales (CI) promedio de los países y su desarrollo económico. Uno de los hallazgos más notorios para el público latinoamericano fue que Uruguay se posicionó como el país más inteligente de la región, con un CI promedio de 96, superando a otras naciones como Argentina (94) y Chile (93).
Este tipo de afirmaciones provocaron interés, pero también críticas por su metodología. Los autores sostienen que existe una correlación directa entre el promedio de CI y el PIB per cápita, sugiriendo que las naciones con mayores puntajes de inteligencia también tienden a ser más ricas. Según ellos, esta relación está mediada tanto por factores genéticos como económicos, creando una especie de retroalimentación positiva: los países más ricos pueden ofrecer mejores condiciones educativas y de salud, lo que a su vez influiría en un CI más alto.
Sin embargo, este enfoque no ha estado exento de controversia. Críticos de la obra, como los investigadores Susan Barnett y Wendy Williams, cuestionaron en su estudio The Predictive Validity of IQ la validez de los datos y señalaron que muchas de las comparaciones entre países eran "arbitrarias y metodológicamente débiles". Los datos sobre CI en algunos países fueron extrapolados de estudios pequeños y antiguos, lo que, según varios académicos, hace que los resultados sean poco fiables. Por ejemplo, para muchos países africanos y latinoamericanos, los datos de CI se basaron en pruebas aplicadas a un número reducido de estudiantes o se calcularon a partir de países vecinos con condiciones socioeconómicas similares.
¿Por qué Uruguay es el país más inteligente de América Latina?
En el caso de Uruguay, aunque la conclusión de que es el país más inteligente de América Latina puede parecer halagadora, es importante tener en cuenta que el estudio no refleja una medición exhaustiva y actualizada de la población uruguaya, sino que se basa en datos limitados y estimaciones. De hecho, algunos expertos, como el psicólogo Earl Hunt en su obra Human Intelligence (2011), han señalado que los estudios de CI a nivel nacional no siempre son útiles, ya que las disparidades dentro de un mismo país pueden ser enormes, dependiendo de factores como la educación y la nutrición.
Otro aspecto relevante es la crítica a la visión determinista de los autores sobre la inteligencia y la riqueza. Algunos académicos argumentan que el CI es solo un factor entre muchos que influyen en el desarrollo económico de una nación. Otros señalan que la inteligencia es un constructo complejo, influenciado no solo por factores genéticos, sino también por el entorno cultural, social y económico. En este sentido, estudios como los de James Flynn sugieren que el aumento del CI en las naciones desarrolladas podría deberse más a mejoras en la educación y la salud pública que a factores innatos.
A pesar de las críticas, IQ and the Wealth of Nations sigue siendo una obra de referencia en el debate sobre la relación entre inteligencia y economía, aunque su metodología y conclusiones continúan siendo ampliamente debatidas. El caso de Uruguay, como el país más inteligente de América Latina según este estudio, es solo un ejemplo de cómo las estadísticas pueden ser interpretadas de diferentes maneras dependiendo del prisma teórico y metodológico con el que se analicen.
La tabla con algunos de los principales resultados por país, según el estudio IQ and the Wealth of Nations (2002)
¿Es Uruguay el país más inteligente de América Latina? Un estudio controversial que aún genera debate
¿Es Uruguay el país más inteligente de América Latina? Un estudio controversial que aún genera debate