Una mujer francesa a quien se le ordenó no trabajar para su empleador está ahora demandando por acoso y discriminación, a pesar de haber recibido su salario completo durante dos décadas.
Laurence Van Wassenhove, exempleada de telefonía móvil de Orange, parece vivir el sueño de muchos: recibir un sueldo sin trabajar, pero ella dice que es un estilo de vida "muy difícil de soportar".
Según consignó el medio argentino Clarín, Laurence recibió su salario completo durante los últimos 20 años sin hacer ningún trabajo para ellos, pero afirma que ya no puede soportar ser excluida del trabajo, a pesar de que adaptaron su rol a su discapacidad.
Esta asistente de recursos humanos sufre graves problemas de salud, como epilepsia y hemiplejia, una parálisis que solo afecta un lado del cuerpo, lo que significa que no puede ir a trabajar.
La empresa sostiene que sus enfermedades le impiden trabajar normalmente.
Laurence también es madre de dos hijos, uno de ellos autista, y aunque recibe su salario, esto no la salva de enfrentar órdenes de desalojo y dificultades económicas.
Trabajó como empleada en Orange, anteriormente conocida como France-Telecom, pero debido a su condición le ofrecieron un puesto de secretaria para satisfacer sus necesidades de salud.
La empresa francesa Orange, ex France-Telecom, es el centro del reclamo de Laurence.
Después de que la empresa fue adquirida por Orange, Laurence solicitó un traslado a otra región de Francia en 2002, y ahí comenzaron sus problemas laborales, que duraron dos décadas.
Un informe de medicina laboral de Orange confirmó que el puesto no era adecuado para ella. La pusieron en lista de espera, luego en licencia por enfermedad y finalmente le ofrecieron la jubilación por discapacidad.
No obstante, Orange continuó empleándola y pagándole su salario completo mientras no le asignaban ningún trabajo.
Laurence Van Wassenhove recibe su salario desde 2004 y no va a trabajar por decisión de la empresa.
Laurence se autodenomina "una secretaria marginada" y afirma que Orange hizo esto para presionarla a dejar su trabajo.
Además, denuncia que en 2015, tras su queja ante el Gobierno y la Alta Autoridad de Lucha contra la Discriminación, Orange designó un mediador, pero hubo pocas mejoras.
Dice que se siente desperdiciada al estar encerrada en su casa: "Estar en casa, cobrar y no trabajar no es un privilegio. Es muy duro de soportar".
El abogado de Laurence, David Nabet-Martin, afirma que ella sufre de depresión debido a sus severas y aislantes circunstancias.
Según Nabet-Martin, "para una persona con discapacidad, el trabajo significa tener un lugar en la sociedad, reconocimiento y vínculos sociales".
En una declaración al periódico francés La Depeche, Orange afirmó haber hecho todo lo posible para garantizar que Laurence trabajara en las mejores condiciones posibles y que tuvieron en cuenta su "situación social personal".
También dijeron que "se había planeado un regreso al trabajo en un puesto adaptado", pero que nunca se concretó porque, al parecer, Laurence estaba regularmente de baja por enfermedad.