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21 de diciembre 2024 - 5:00hs

Aparna Soni estaba en un casamiento familiar en India cuando leyó la noticia de El Observador que daba cuenta de que se había denunciado una “situación de esclavitud en un restorán de Pocitos”. Se trataba de su restorán Moksha.

“No sabía qué hacer. Lo primero que hice fue llamar a un abogado que conocía en Uruguay, y me dijo que tenía que encontrar un abogado penal. Necesitaba solucionar el tema, no conocía la palabra trata o Interpol, por ejemplo, y entonces no entendía de qué me estaban acusando exactamente”, recuerda ahora en una entrevista que dio a El Observador por Zoom desde Estados Unidos, a donde viajó por el trabajo de su marido. Decidió hablar luego de que la Fiscalía archivara por segunda y definitiva vez la denuncia por trata con fines de explotación laboral que le realizaron primero tres y luego dos de sus empleados.

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Esos dos empleados habían renunciado en febrero. Pero cuando se fue de Uruguay en abril, había dejado a los otros tres trabajadores a cargo de los dos locales, ya que tenía el de Pocitos (solo abría en la noche de 19 a 00 hora) y otro en Ciudad Vieja, que funcionaba al mediodía (de 12 a 16 horas). Según contó les dejó dinero para que pudieran costear el trabajo por tres meses, que era lo que tardaría en regresar. Sin embargo, nunca más pudo hablar con ellos porque, luego de la denuncia, Fiscalía les dio protección a las presuntas víctimas y les prohibió comunicarse con ella.

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Después de conocer el resultado de la investigación y de contar detalles de hechos previos y posteriores a la denuncia Soni asegura: “Creo que me hicieron la denuncia para quedarse con mis negocios”.

20241218 Entrevista a Diego Camaño abogado de a Aparna Soni, dueña del restaurante indio denunciada.

Según contó, desde hacía dos años venía en conversaciones con su marido, también denunciado penalmente, sobre la posibilidad de mudarse a Estados Unidos por el trabajo de él. “Estábamos en una pelea familiar y ellos (los trabajadores) sabían porque yo siempre hablaba con ellos para ver cómo podía solucionar el tema. Yo no quería mudarme. Diez años trabajé en Uruguay e hice todo lo que quise, trabajando duro para lograr lo que tenía y aparte era la vida soñada”.

Para buscar un camino intermedio Soni y su esposo habían decidido que ella se repartiría medio año en cada país. “La idea era vivir en Uruguay por la temporada alta de la Ciudad Vieja que es en invierno porque la comida india se come más en invierno. Entonces aprovecharon la situación hicieron unas denuncias para quedarse con los negocios y para complicar(me) la vida”, dice.

En los diez años que vivió en el país logró progresar. Aprendió español, empezó a cocinar como una forma de mantener el vínculo con su familia en India, primero lo hacía para conocidos en reuniones íntimas y fue ganando fama, tras conectarse con el mundo diplomático y empresarial y llegó a participar como jurado del programa Master Chef. Según su relato, para lograr tener más eventos fue delegando a sus empleados el manejo de los restoranes.

Mientras trabajaron los cinco empleados indios en sus locales, se repartían entre Ciudad Vieja, al mediodía, y de noche en Pocitos, donde también dormían. La fiscal Silvana Mastroianni, que revisó y confirmó el archivo dictaminado por su colega María Sigona, afirmó que trabajaban unas 8 o 9 horas, "descansaban entre las tareas que debían desarrollar en los dos restaurantes", "que ganaban entre 30.000 (equivalente a unos $15 mil) y 50.000 rupias (unos $25 mil) por mes, según el caso, y las tareas que desarrollaban, que dicho dinero se lo depositaban en sus cuentas o la de sus familias, que siempre les pagaron, que además podían comer todo lo que quisieran en los locales donde trabajaban (con acceso ilimitado), que les otorgaron prendas de uniforme (remeras y calzado), que además les pagaban el dinero de la propina y que en el lugar donde pernoctaban habian cuatro camas, es decir dos cuchetas".

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En la denuncia habían planteado que los obligaban a realizar jornadas de 14 horas sin pagarles horas extras, sin respetar ningún acuerdo salarial, y con secuestro de documentación, retención indebida de pertenencias personales y humillantes condiciones de vida y que los hacinaban en una pieza junto a otras personas.

La segunda fiscalía que revisó el caso concluyó que “no estaban sometidos, no se les vulneró su libertad, no fueron obligados a realizar trabajos forzosos que vulneraran su dignidad humana, como así tampoco se los engañó respecto a las tareas que iban a realizar en Uruguay ni al salario que percibirían”.

En la entrevista por Zoom, Soni se pone a llorar cuando recuerda el momento en el que la denuncia se hizo pública: “La gente que me conocía me empezó a mandar mensajes y mi Instagram explotó y la gente me mandó unos mensajes tan horribles”.

¿Qué te decía la gente?

Me decían que soy una esclavista, que soy abusadora, que me van a mandar presa, que como gente horrible qué va a pasar con mi hija. Como yo era una figura pública la gente tenía derecho de hablar cualquier cosa. Incluso hubo abogados que no quisieron tomar el caso, como me denunciaron yo ya era culpable.

Los problemas que había tenido con los denunciantes

Dos de los tres que presentaron la denuncia inicialmente habían renunciado al trabajo a mediados de febrero. Uno de ellos, que era chef, había llegado a Uruguay en enero para suplir al anterior que había querido regresar a India. Se trataba de un trabajador con experiencia, de cerca de 40 años.

“Yo le hice unas pruebas y cuando tenía que dar el feedback, le dije que no cocinaba rico, cocinaba bien pero no cocinaba al paladar uruguayo, que es diferente. Como es mi restaurante, mi menú, tenía que cocinar a mi manera. Entonces ahí empezó todo el tema de que estábamos chocando en muchas cosas. Él me decía 'vos ni sos una cocinera, ¿qué sabes de la cocina? Yo estoy cocinando hace 17 años'”.

Según cuenta Soni se negaba a lavar y alegaba que era “el chef”. “Pero Uruguay no es un país así. No puedo tener un head chef porque mi negocio no es un five star hotel. Somos negocios pequeños”.

“El día de San Valentín yo llegué a las siete al restaurante de Pocitos y él estaba dormido en la cama. Y lo llamé, ¿por qué no está en la cocina? Y ese día de noche me mandó un mensaje diciéndome que no quería trabajar más conmigo. Me dijo: 'Te estás metiendo mucho en mi trabajo, no me dejas trabajar'”, relató.

Agregó que al día siguiente le dijo que se iría pero que no quería volver a India. “Después entendí que querían venir a Uruguay para sacar los documentos uruguayos”.

Soni afirma que el otro trabajador que la denunció había venido como cocinero pero cuando llegó se dio cuenta de que no sabía cocinar. “Me había mentido y no pudo cocinar. Entonces yo le di el trabajo que pude, para lavar, para atender una cena, sirviendo, cosas así. Porque no sabía". "Él se fue también al dia siguiente, sin decir nada”.

Pese a que ella les había pedido que le dejaran una carta de renuncia, no lo hicieron, dice.

“Un conocido vio mi horno en el restorán que abrieron”

La fiscal Sigona archivó el caso en agosto, tras concluir que no había indicios de trata, que tenían "plena disponibilidad ambulatoria, tenían redes sociales, teléfono celular, mantenían reuniones con otras personas, muchas de ellas de la India con las cuales no existe barrera idiomática. "Tal es así, que incluso, al día de hoy los denunciantes han podido progresar en nuestro país y abrir su propio negocio de comida india”, escribió la fiscal.

Soni cuenta que al viajar a India les dejó cerca de US$ 10.000 para que pudieran pagar a los proveedores y mantener lo locales abiertos. Pero no pagaron a nadie, ya que la denunciaron y se quedaron con esa plata. Afirma que en marzo, poco antes de irse se había enterado de que los empleados estaban buscando local para alquilar. “Buscaban locales en su tiempo libre, hasta fueron a unos conocidos nuestros para pedir plata para el depósito. Cuando yo escuché todo eso, ya sabía que algo estaba mal, pero igual yo tenía mucha confianza en ellos".

El penalista Diego Camaño, quien la defendió junto a Rodrigo Martínez, afirma que iniciarán acciones legales para reclamar una indemnización porque la denuncia y la exposición pública le generaron un daño grande. "También hay dineros que quedaron en cuentas de estas personas que todavía no han devuelto pese a que se lo hemos reclamado", dice.

20241218 Entrevista a Diego Camaño abogado de a Aparna Soni, dueña del restaurante indio denunciada.

Camaño destaca que pudieron “demostrar la inocencia de Aparna en estos delitos que son complicados”. “La Fiscalía hizo una investigación muy eficaz y se pudo saber la verdad, que realmente las cosas no eran como se habían planteado inicialmente”.

Consultado sobre los reclamos laborales que los trabajadores habían anunciado, Camaño dijo que hubo unos reclamos astronómicos que consideraron "una presión". En algunos casos se negoció en el Ministerio de Trabajo y se les pagó lo que se les debía (eran cifras de entre $75 mil a $100 mil de pagos pendientes). Para el resto que no aceptó esos pagos y reclamaba mucho más dinero (más de $ 700 mil) quedó abierta la vía del juicio laboral. "Hasta el día de hoy ellos no han iniciado esos juicios. Lo único que hubo fueron instancias de negociación en el Ministerio de Trabajo", señala Camaño.

"Perdí mi nombre, perdí mis ahorros pero quiero volver a Uruguay"

Soni dice que aunque perdió todo lo que tenía en Uruguay quiere volver porque le tiene mucho cariño al país y siente gratitud por lo que pudo hacer. "Perdí mi nombre, perdí mis ahorros, perdí todo lo que tenía pero quiero volver”.

Dijiste que perdiste todo, ¿qué pasó con tus cosas?

Ellos me manejaban todo mi restaurante. Hasta el año pasado yo estaba delegando todo a ellos para poder hacer más cosas, más eventos, para poder viajar, para ver qué iba a pasar con el tema de mi marido que estaba por mudarse a los Estados Unidos. Ellos tenían mi tarjeta de crédito, mi tarjeta de débito.

¿Por qué tenían tus tarjetas de débito y crédito?

Porque hacían las compras ellos, pagaban a proveedores, pagaban los costos diarios. Yo tenía confianza plena y se quedaron con la plata.

¿Cuál es la situación actual de los restaurantes?

Tuve que cerrar porque no tenía a nadie para cuidarlos y aparte la plata que yo dejé a ellos para manejar mi restaurante para tres meses no pagaron a nadie. Además, la mitad de las cosas desaparecieron. Un amigo me llamó y me dijo que vio uno de los hornos en el restaurante de ellos. Tuve que pagar a los proveedores con las cosas que tenía en el restaurante, con el mobiliario. Tuve que entregar los locales. Los dueños no querían que yo siguiera con los alquileres después de todo ese tema penal.

¿Qué vas a hacer ahora? ¿Querés volver?

No sé qué voy a hacer. Yo ahora estoy feliz que por lo menos terminó ese tema, pero tengo otras cosas pendientes. Como amo Uruguay y como mi hija es uruguaya, y como soñé mi vida, el año pasado compré una casa, la estoy pagando. Es un préstamo muy grande. Entonces si hay una chance para volver, obviamente voy a querer volver. Pero con todo este tema, no estoy bien psicológicamente, estoy haciendo terapia. Estoy sin un peso, en deudas, no sé cómo voy a poder volver y poder seguir. Pero te juro con mi mano en mi corazón que sí, quiero volver a Uruguay para reabrir mis restoranes.

¿Por qué amás tanto a Uruguay?

Porque me dio una oportunidad. Yo fui la primera persona en traer esta comida a Uruguay. No había ni un restaurante de comida india. No solamente eso, traje la cultura, traje las especias, traje... Estaba haciendo muchas cosas culturales también. Entonces traje toda la cultura.

La fiscal dijo que uno de ellos se quedaba en tu casa, ¿por qué esa confianza? ¿Lo conocías de antes?

Era uno de los primeros que había llegado para trabajar conmigo, era un tipo joven, muy buen trabajador. Para nosotros no eran empleados, eran parte de la familia, porque nosotros no teníamos familia en Uruguay y ellos tampoco. Ellos tenían la llave de mi casa, él cuidaba a mi hija mientras yo estaba trabajando.

¿Cómo los contrataste? Porque en la denuncia se mencionaba a un agente que estaba en Brasil, lo cual daba la pauta de que podía tratarse de algún reclutador vinculado a trata.

No, era toda mentira. Solo una de las personas que trabajó conmigo, que no me denunció, vino de una empresa de recursos humanos. Y el primer chef que llegó, que ya se fue a India, era el cuñado de éste. Esta persona era de Brasil, era un chef hindú que trabajaba en un restaurante hindú en Iguazú. Comí ahí, hablé con él y le ofrecí si quería venir a trabajar a mi restorán. Al resto lo contacté por familiares en India. De dónde vienen casi todos, trabajan mucho en la cocina. Y entonces, cuñados, hermanos, siempre te recomiendan. Pensaba que eran como mi familia, pero parece que no.

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Aparna Soni restorán indio Trata de personas denuncia archivada

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