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28 de agosto 2025 - 5:00hs

Era principios de 2020. La humanidad estaba aterrada por un diminuto virus que empezaba a infectar en todos los continentes y llevó a la Organización Mundial de la Salud a decretar el estadio de pandemia. Por entonces se hablaba de que la sociedad iba a salir fortalecida, con más confianza, con más respeto sobre el otro y capacidad de autocontrol ante tamaño estrés.

No solo se nota en un ausentismo que llevó a elevar las alertas de la Administración Nacional de Educación Pública —y darle prioridad en el próximo mensaje presupuestal—, sino que se traduce en un impacto en los desempeños en matemática y lectura.

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De hecho, el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed), que ya había advertido sobre el “deterioro de la convivencia” en los centros educativo y en el vínculo de la escuela con la comunidad, ahora dio un paso más en sus estudios y demostró que la “motivación y autorregulación del aprendizaje” son de los aspectos que más terminan influyendo en los resultados educativos.

Para decirlo sencillo: un estudiante con mejor en su autorregulación cognitiva (capaz de aprender a aprender, ver qué estrategias le sirve para mejorar su performance) va a ver incrementadas las chances de que le vaya mejor en las pruebas de matemáticas y lectura.

Tan potente es el aspecto de las habilidades socioemocionales que atraviesa a todos los contextos.

La nueva evidencia del Ineed coincidió con la llegada a Uruguay de Jess Whitley, catedrática en la universidad de Ottawa (Canadá) en investigación sobre inclusión, salud mental y asistencia escolar. Vino por una actividad organizada por Ceibal y a hablar, justamente, sobre por qué los niños y adolescentes se están ausentando cada vez más de clase. De ello habló con El Observador:

“No diré que los padres sean los culpables como a veces se dice. El ausentismo no es exclusivo del sistema educativo uruguayo. Los factores que más contribuyen al ausentismo, estamos viendo en estudios con estudiantes, son los asociados a la salud mental, a la ansiedad. Hay una preocupación entre muchos estudiantes de que el sistema educativo es incierto. Aquella vieja idea de la necesidad y valor de la escuela y el liceo se fue perdiendo. Tampoco hay una asociación entre la asistencia a clase y el futuro éxito académico”.

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Whitley se ríe con picardía a cada pregunta porque nota cómo lo mismo que visualiza en Canadá, también lo está escuchando en las conversaciones que mantiene en Montevideo. Y es entonces que aclara:

“La salud mental es un concepto muy amplio que incluye cosas muy positivas y muy buenas en la vida, como por ejemplo la interacción social, el conocimiento de uno mismo, la capacidad para resolver problemas, que es diferente de la enfermedad mental. A veces existe la confusión y se piensa que hablar de salud mental es solo pensar en depresión o suicidios. Puede que a veces el límite no sea tan claro. Pero lo que mas vemos en los estudiantes tras la pandemia, y de manera creciente, es que no ven en el centro educativo un lugar seguro”.

—¿Refiere a seguridad como sinónimo de violencia?

“No necesariamente. Vemos que en las casas hay dificultades, se vive con cierto estrés y estado de alerta constante. A veces son problemas económicos, a veces de violencia intrafamiliar, a veces es el sentir poca pertenencia a la escuela, sentirse aislado. Y hay un núcleo duro cuya sentimiento de inseguridad es tan grande que acaban faltando a clase”.

El Instituto Nacional de Evaluación Educativa demostró en otros reportes que ese padecer de los alumnos no es muy distinto al malestar que manifiestan los docentes: menos sentido de pertenencia, más desmotivación, sobrecarga administrativa…

Whitley vuelve a reírse: “En Canadá nos pasa lo mismo, los maestros están desbordados”.

—¿Qué dicen sus investigaciones al respecto?

“En la investigación sabemos que el bienestar de los estudiantes y la asistencia de los estudiantes está directamente conectada también al bienestar de los docentes”.

En Canadá empezaron a usar inteligencia artificial generativa para colaborar en algunas rúbricas, usan espacio de trabajo compartido aunque sea en Google para la colaboración de los docentes, y, “siempre con uso ético y responsable”, se está intentando “que la tecnología sea una aliada en disminuir la carga administrativa” para que el tiempo de calidad sirva para mejorar las habilidades socioemocionales y de aprendizajes en general.

En Uruguay, el Ineed ya había identificado que “las tres dimensiones de las habilidades socioemocionales relevadas en Aristas empeoran: la motivación y autorregulación, las habilidades interpersonales y las habilidades intrapersonales. Se destaca especialmente la caída en las habilidades interpersonales, cuya magnitud es mayor a las otras dos y, además, es constante en todo el periodo”.

Pero, aclara el Instituto, “las habilidades interpersonales tienen un efecto positivo sobre los desempeños, pero solo hasta cierto punto, a partir del cual parecen volverse contraproducentes. Lo mismo sucede con la regulación emocional, dentro de las habilidades intrapersonales. Esto implica que, así como resulta fundamental reconocer la incidencia de las habilidades socioemocionales sobre los desempeños, también es necesario considerar que su desarrollo debe ser equilibrado”. O, dicho en criollo, focalizarse en cada escolar en concreto.

Temas:

pandemia escuelas Uruguay Ineed ausentismo salud mental

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