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10 de mayo 2025 - 5:00hs

La sensación es extendida. Salvo para aquellos que tienen la posibilidad de pagar un seguro privado, la mayoría de usuarios del sistema de salud siente (y vive) que los tiempos de espera para acceder a un especialista son demasiado largos. Que es muy difícil conseguir hora, que si te dan es para dentro de mucho tiempo, que las aplicaciones no funcionan, que si llaman no los atienden.

Esa situación, sin embargo, no coincide con los tiempos que las mutualistas reportan el Ministerio de Salud Pública.

Al analizar los datos de los tiempos de espera del primer semestre de 2024 (último dato disponible), a los que El Observador accedió a través de un pedido de acceso a la información pública, surge que la gran mayoría de las mutualistas cumple con lo establecido en la normativa: menos de un día para las especialidades básicas (medicina general, pediatría, ginecobstetricia), 48 horas para cirugía general y 30 días para el resto de las especialidades.

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¿Por qué la estadística no coincide con la experiencia de los usuarios? Porque esos números, explican desde el Ministerio de Salud Pública (MSP), no miden los que dicen medir.

“Necesitamos mejorar los sistemas de información para medir este tema. Eso es en lo que tenemos que trabajar de manera urgente. El sistema que tenemos hoy para medir los tiempos de consulta no permite medir lo que efectivamente queremos medir”, explicó a El Observador la economista Gabriela Pradere y recientemente designada como presidenta de la Junta Nacional de Salud (Junasa).

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Más allá de que los números no reflejan esa realidad, el diagnóstico es que “existen dificultades”. ¿De dónde sale ese diagnóstico? De los reclamos que la población le hace a los dirigentes políticos, a las autoridades y de los planteos que los distintos colectivos vinculados a la salud. Porque la satisfacción del usuario es también un indicador (subjetivo) de la calidad de la atención.

Los números que releva el MSP tienen varios problemas pero el principal es conceptual: desde cuándo se mide el tiempo de espera. Actualmente, se calcula desde que se registra la demanda del usuario en el sistema. “Hay instituciones que te dicen hoy la agenda no está abierta, llamá tal día a las 6 de la mañana. Esos días que pasan no quedan registrados. O la primera consulta disponible es en Rivera y vos vivís en Tacuarembó. Eso tampoco está contemplado”, insiste Pradere.

El registro y la accesibilidad son, a juicio de la presidenta de la Junasa, los “aspectos más gruesos de la dificultad que tiene el sistema”.

La base de datos que hacen las mutualistas y elevan al MSP, además, muestran la diferencia en cantidad de días entre la fecha de solicitud de la cita y la fecha de la cita médica otorgada. Sin embargo, si la persona pide con un especialista en particular o no le sirve la primera fecha que le ofrece eso no se cuenta. Las instituciones consideran los tiempos de cada una de las citas solicitadas para el primer especialista disponible de cada especialidad y luego hacen un promedio, explican desde el MSP.

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¿Cuáles son las soluciones?

Disminuir “sustantivamente” los tiempos de espera en el Sistema Integrado de Salud fue una de las prioridades presentadas en Colonia por el actual presidente Yamandú Orsi cuando era candidato por el Frente Amplio. Es, también, una de las prioridades del actual equipo del Ministerio de Salud Pública que ya tiene a un grupo trabajando para implementar cambios a distintas velocidades.

Lo urgente, dicen desde el MSP, es mejorar los sistemas de información. Porque además de las consultas con especialistas existen otros tiempos de espera que ni siquiera están regularizados. No existe ninguna norma que defina el tiempo máximo que puede pasar entre que un médico pide un estudio (tomografía, radiografías, biopsias, análisis, etc) para un paciente y efectivamente se lo hacen y le dan una devolución.

Sabemos que los tiempos de espera en muchos de estos aspectos trascienden lo recomendado”, dijo a El Observador la directora nacional de Salud, Fernanda Nozar.

La idea del ministerio es estandarizar los procesos para poder medir los tiempos y definir cuáles son las esperas ideales para una atención de calidad. En eso hay que tener en cuenta si la solicitud es urgente, de emergencia o coordinada, cuánto demora en estar el resultado y qué tanto tiempo pasa para que el médico lo reciba y le pueda dar una devolución al paciente. El sistema de información que sí funciona –que tiene poco más de dos años– es el que vinculado a la coordinación de block quirúrgico.

En el corto plazo el equipo liderado por la Dirección General de Salud pretende mejorar los tiempos en las especialidades básicas, en los estudios y poner al día el retraso quirúrgico. Para este último punto están trabajando con los que ejecutan los procedimientos: los anestésico quirúrgicos.

Para lograr esos objetivos no descartan tener que modificar algunas normativas y también aumentar los controles. Pero el aumento de la fiscalización no necesariamente ayuda en todos los casos a mejorar el servicio. “Si en un departamento ninguno de los prestadores cumple con los tiempos esperados para una especialidad, pero cuando voy a ver el tema es que no se consiguen médicos que vayan a vivir a esa localidad, yo lo puedo fiscalizar mil veces y ponerle 150 multas pero no le resuelvo el problema a la gente”, apuntó Pradere.

El tema es complejo y requiere de un abordaje desde varios ángulos que mejore la accesibilidad del sistema en general. Porque Uruguay tiene un problema, vinculado a los tiempos de espera, con la cantidad de médicos en el interior del país, particularmente al norte del Río Negro.

“Si uno mira los números en general, Uruguay cumple con la cantidad de médicos por habitante que sugiere la Organización Mundial de la Salud. Pero al ver la distribución en territorio, la cosa se complica”, explicó a El Observador el médico intensivista especializado calidad y administración de salud, Julio Pontet.

Pero los problemas en Montevideo y el área metropolitana no pasan por la falta de médicos.

Cambio cultural

Si bien hay soluciones que necesariamente se deben trabajar desde el lado de la oferta (disponibilidad de recursos, organización de los servicios) en el MSP están convencidos que es necesario un cambio cultural de los usuarios.

Necesitamos mejorar la educación en el uso de los servicios. No es un problema exclusivo de Uruguay pero tenemos una demanda creciente y usuarios que sienten que todo lo tienen que resolver ya”, aseguró Pradere.

La clave es determinar quién tiene que resolver el problema porque no siempre es necesario un especialista. “Entre el 80% o el 85% de las consultas se deberían resolver en el primer nivel de atención”, aseguró Pontet.

El médico intensivista lo ejemplifica de forma sencilla: un paciente consulta por un tapón de cerumen (cera), algo que podría ser resuelto por un médico general. Sin embargo, se lo suele derivar a un otorrino. Y esa consulta no es inmediata y, a su vez, sobrecarga la agenda del otorrino por algo que no era necesario que llegara a ese especialista. O a un usuario le duele la rodilla y va directo al traumatólogo, o tiene acidez y pide por un gastroenterólogo, o…

“Todo este tipo de consultas que se pueden resolver en el primer nivel, muchas veces después le sacan el cupo a gente que efectivamente requiere, por una patología específica, el acceso al especialista”, lamentó la presidenta de la Junasa.

¿Qué puede hacer el Ministerio de Salud Pública para lograr ese cambio? Pradere asegura que se puede trabajar con el área de comunicación para que se integren a las políticas de salud y lograr un cambio a mediano plazo.

Si se avanza solo por el lado de poner más recursos para satisfacer la demanda creciente, dice la economista, siempre vas a ir atrás del problema de manera permanente.

Pontet coincide en que es necesario un cambio cultural y destaca que Uruguay está bien posicionado en comparación con otros países. Eso, aclara, no significa que no haya “oportunidades de mejora”. Para el médico intensivista es necesario trabajar en “redes de asistencia” en los primeros niveles de asistencia.

“En la pandemia funcionó muy bien en el tercer nivel de asistencia (yo era socio de tal mutualista pero sé que en esta otra me va a atender igual y tienen lugar). No pasa en el primer nivel ni en las especialidades”, asegura Pontet y señala que ahí hay una “oportunidad de mejora muy grande” pero que hay intereses y ventas de servicios en juego que no son fáciles de abordar.

¿Y ASSE?

La Administración de Servicios de Salud del Estado está siendo un diagnóstico de las distintas unidades ejecutoras (los distintos hospitales y centros que maneja). Ya tienen información de que dermatología, por ejemplo, tiene retraso en varios lugares y en el Hospital Pereira Rossell detectaron “lista de esperas importantes” también en otorrino y oftalmología

Las autoridades, dijeron desde el MSP, están desarrollando una estrategia intra y extrahospitalaria.

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