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¿Crees que tienes un mal jefe? Prueba esto antes de renunciar

Hay muchas razones por las que podemos tener una mala relación con quien esté al mando
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13 de agosto de 2018 a las 15:05
Por Tim Herrera
New York Times News Service

Cada año, una persona que trabaja tiempo completo pasa más de dos mil horas en el trabajo, así que lidiar con un mal jefe tiene un impacto inmenso en su felicidad y bienestar general. Cuando es muy grave, incluso puede conducir a síntomas parecidos a los del trastorno por estrés postraumático.

Sin embargo, tener un mal jefe o jefa no siempre significa que debas renunciar (a menos que sea la única solución, más adelante trataremos ese tema). Hay muchas razones por las que podemos tener una mala relación con quien esté al mando pero a menudo se reduce a una comunicación deficiente, o a una total falta de ella, según Mary Abbajay, autora de Managing Up: How to Move up, Win at Work and Succeed with Any Type of Boss.

"Debes pensar en cómo te gusta comunicarte", dijo Abbajay. "Comprender cómo le gusta comunicarse a tu jefe/a, evaluar la brecha entre esas dos visiones y descubrir qué puedes hacer de manera diferente".

"Trabaja con el jefe que tienes, no con el que quieres", añadió.

Según la experta, hay distintos tipos de jefa/es: puedes tener uno fantasma (un gerente que casi nunca se comunica contigo y al parecer nunca está por ahí); uno tipo gaviota (quienes se precipitan y arruinan las cosas, o se precipitan y toman, lo que quiere decir que "caen en picada en un proyecto" y dejan un caos a su paso, o "se sumergen en él y te lo quitan"); o un simple incompetente. Y, por supuesto, muchos son una combinación de esos estilos.

No obstante, lo que hay que tener en cuenta es que a menudo la relación que tenemos con nuestro jefe se basa en la percepción que tenemos de su conducta, y no necesariamente en la realidad. Esto se llama el error de atribución fundamental, y es un sesgo cognitivo que nos lleva a atribuir un comportamiento que nos disgusta al carácter de otras personas, en lugar de a las circunstancias o los factores externos.

"Hay que entender que siempre que vemos un comportamiento en alguien que no corresponde con lo que queremos, tendemos a construir una historia sobre por qué está haciendo eso", dijo Abbajay. "Pensamos: 'Me está ignorando, así que no le importo'. Quizá es cierto, pero otra posible explicación es que en realidad está ocupad o te tiene confianza".

Cultivar una mejor comunicación con la persona al mando es más fácil de lo que parece, y Abbajay tiene un método sencillo para hacerlo. Invítale un café y hazle estas tres preguntas:

¿Cuáles son sus preferencias en términos de comunicación?

¿Cuáles son sus prioridades?

¿Qué es lo que más le molesta?

¡Es todo! Estas preguntas están diseñadas para llegar al núcleo de la relación jefe-empleado, y tener una conversación abierta y sincera sobre ellas puede salvar una mala relación o apuntalar una sólida.

No obstante: "Cuando la comunicación está empantanada, hay que aceptarlo", dijo Abbajay. Las señales de peligro incluyen pasar más tiempo pensando en cómo lidiar con el jefe que trabajando, tener terror de ir al trabajo todos los días y sentirse física o mentalmente exhausto o enfermo.

"Si ya intentaste todo lo que se te ocurrió", añadió, "debes darte la oportunidad de renunciar".

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