Espectáculos y Cultura > ENTREVISTA JOSEFINA LICITRA

"El libro me permitió ver al MLN de un modo menos romántico"

La periodista y editora, autora del libro 38 estrellas, relata detalles sobre la fuga de militantes políticas de la cárcel de Cabildo en 1971
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27 de septiembre de 2018 a las 05:00

Llega de mañana a Montevideo y sabe que le esperan decenas de entrevistas. No reniega, le gusta hablar sobre la historia que contó. Sobre sus padres militantes y la romantización del movimiento tupamaro, y sobre cómo su trabajo como periodista la ayudó a conocer el espejo en el que se reflejó aquella generación. El olvido en el que cayó la fuga de 38 presas políticas de la cárcel de Cabildo en 1971 fue uno de los motores que la llevó a querer contar esta historia en un libro que recrea el escape pero también un momento histórico del país, las relaciones humanas y la historia mirada desde otro ángulo. Mirada desde las mujeres. De su rol opacado en el MLN, de los mandatos y de cómo viven ellas hoy aquel episodio habló la escritora argentina Josefina Licitra con El Observador.

 

Durante buena parte del libro pone el foco en el rol secundario que jugaban las mujeres en el MLN. En sus charlas con las protagonistas, ¿ellas hacían referencia a eso?

No. En absoluto. Es una lectura mía con la que estaban de acuerdo cuando yo la mencionaba pero no era un tema central en el relato de ellas. No había una lectura resentida con el pasado sino que relacionaban esa desigualdad de género con una marca de época que era propia de ese momento. Y yo puedo entenderlo también. En esa época había ciertas conquistas del feminismo que eran vistas por los movimientos de izquierda de América Latina como casi conquistas burguesas. Había tantas prioridades de lucha más urgentes que la de igualdad de género que no era un tema que se planteara.

¿Cree que ese rol secundario hizo que esta historia no se haya contado tan profundamente?

Yo creo que sí. Los que trabajaron este tema, Marisa Ruiz y Rafael Sanseviero con "Las rehenas" cuentan en qué medida los silencios históricos son silencios políticos también, y hacen que la memoria desaparezca de su línea de tiempo a ciertas voces, en este caso a las voces de las mujeres. No creo que haya formado parte de una estrategia deliberada, simplemente sucedió así. La historia la cuentan los que ganan y yo creo que la historia la cuentan los hombres hasta cierto momento. Ahora las cosas cambiaron y la historia se está contando de manera más igualitaria. Pero hasta no hace mucho, salvo excepciones no hay historias donde las mujeres tengan un lugar preponderante, entonces ¿por qué pensar que el movimiento tupamaro iba a ser distinto? Es revestirlo de un nivel de vanguardia que no tenían. La izquierda siempre fue bastante conservadora en términos de género y en términos sexuales.

Hace referencia en el libro a lo mal que se veía la homosexualidad en el movimiento.

Sí. Porque respondían a una moral de la época. Pensar que eran distintos es un error. En el MLN no escaparon de la lógica reinante en la sociedad. Eran muy filosos y muy sensibles en algunos aspectos pero en otros eran muy convencionales.

¿Conocía algo de la historia del MLN más allá del perfil del expresidente José Mujica que escribió años atrás?

Había como un relato en palabras que yo conocía, sobre todo a través de mi padre. Cuando yo era chica mis padres militaron en una fracción muy chiquita del ERP estudiantil (Ejército Revolucionario del Pueblo). Tenían 19 o 20 años y siempre hubo hacia Tupamaros una mirada muy romántica. Era como todo lo que ellos hubieran querido ser y no fueron nunca.

Usted contó alguna vez que incluso los idolatraban de alguna forma.

No es que había tanto diálogo sobre los Tupamaros, pero es una palabra que a mí me quedó como de mucho cariño. Siempre hubo mucha empatía con Uruguay y la izquierda uruguaya en mi familia, porque mi padre se exilió y durante el exilio nuestro punto de encuentro era Montevideo. Y yo no sabía nada del movimiento, pero es como si hubiera crecido con una connotación de que era algo bueno.

¿Y eso cuánto influyó en su trabajo periodístico sobre este tema?

Fue un punto de partida, fue una de las razones por las que tenía muchas ganas de hacer el libro. Entender en qué espejo se reflejó la generación de mis padres. Pero también, más allá de ese punto de partida el trabajo sobre el libro me permitió ver al movimiento de un modo cada vez menos romántico y tratar de entender que hubo cosas que estaban bien y otras que no. Sigo teniendo una relación muy empática con el MLN y la historia de Tupamaros pero hay cosas que no puedo acompañar de ninguna manera.

Eligió destacar especialmente en gran parte del relato la figura de María Elia Topolansky. ¿Por qué ella?

Me pareció inteligentísima. Fue profundamente generosa en su entrevista, todas lo fueron en distinta medida. María Elia me sumó una mirada global sobre el movimiento y sus virtudes y defectos, me pareció honesta y me permitió articular literariamente el libro. En paralelo tiene una relación gemelar con Lucía, una figura pública con un nivel de poder en este momento muy alto, y esa relación me parecía fabulosa. Que dos gemelas por una diferencia política que yo entiendo que no era -visto en perspectiva- tan importante, se dejaran de hablar dentro de la cárcel en los días previos a fugarse me parecía alucinante.

¿Y no destacar a Lucía Topolansky también es una decisión?

Lo que pasó con Lucía es que siempre la entrevisté en el Senado. Ella ya era legisladora y era mucho más cuidadosa con su relato. Para que un personaje crezca necesitás alimentarlo de lo que te dice, y Lucía fue más medida. Y por otro lado francamente el personaje que me parecía como más fuerte era el de María Elia. No lo medí por los roles que ocuparan en el presente.

María Elia no tuvo hijos, Lucía tampoco. Usted hace referencia a la maternidad y a lo mal visto que estaba en un momento dentro del movimiento. ¿El hecho de que muchas no hayan sido madres tiene que ver con esa idea, con que se les pasó la vida en la cárcel o con que simplemente eligieron que fuera así?

Yo creo que las tres cosas. El movimiento no prohibía la maternidad pero la desaconsejaba, y uno puede entender que tenía cierto sentido si ibas a estar viviendo clandestino y haciendo acciones armadas. No me parece descabellado. Creo también que como era un movimiento en el que la disciplina era un valor muy alto muchas deben haber obedecido ese consejo de un modo que después en algún momento de tu vida te puede traer preguntas. A mí eso me conmovió mucho. Cuando me di cuenta de que toda la edad fértil de esas mujeres pasó entre rejas. Me generó una empatía de género muy fuerte.

¿Cómo percibe que ellas ven hoy aquel hecho del que fueron protagonistas?

Les pasaron tantas cosas en la vida en esos años que es como si hubieran normalizado una serie de episodios que para mi, cada uno de manera individual es un libro. La toma de Pando, la fuga de las estrellas, los secuestros en la cárcel del pueblo. Ahí si, a diferencia de los varones, tienen un relato muy suave de épica. No es "uh, mirá lo que hicimos". Cuando hice el perfil de "Pepe" y hablaba con hombres eran mucho más vehementes en sus recreaciones de la historia. En cambio ellas no.

"A Joaquín, para que conozca". Esa es la dedicatoria de su libro. ¿Qué quiere que su hijo conozca?

Que hubo una historia increíble protagonizada por mujeres y que hubo un momento en el que nadie más habló de ese tema.

 

La recomendación de Luis Ortega para llevar el libro al cine
"Pensá muy bien. No le des ese libro a cualquier persona. Es tan maravilloso que es muy fácil arruinarlo". Ese fue el consejo del director de cine Luis Ortega cuando empezaron a aparecer productoras y directores que plantearon la posibilidad de llevarlo a la pantalla grande. Por el momento, a Licitra le da vértigo el solo hecho de pensarlo, pero le gusta que haya personas que se hayan sensibilizado con la historia "realmente, no oportunistamente".

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