Estaba en una reunión de trabajo en la redacción del diario El Economista cuando los vidrios de las ventanas estallaron. No sonó ninguna alarma, pero Marisol Rojas supo que debía protegerse. Junto con el resto de los periodistas que participaban del encuentro, corrió hasta la puerta de emergencia para bajar las escaleras, pero enseguida empezaron los temblores: dos terremotos habían sacudido Ciudad de México.
"No se podía caminar", contó aún nerviosa Rojas a El Observador. Los periodistas estaban en una oficina del cuarto piso y no sabían cómo reaccionar. "No sabíamos si era mejor subir un piso más o quedarnos", relató la periodista una hora después del terremoto que los tomó por sorpresa.
Cuando hay un temblor, en México se suelen activar alarmas para avisar a los habitantes, pero esta vez no ocurrió. "No sonaron las alarmas" y "no hubo tiempo para movernos", explicó Rojas.
"Terminaba la junta editorial. Yo estaba en mi computadora rodeada de cristales y todo ocurrió demasiado rápido", dijo. Luego del terremoto, "se reportaron varios daños de caída de edificios en la
Colonia Roma, en la Condesa y en el Wall Trade Center de México", agregó.
Como medida de seguridad, la periodista todavía aguarda fuera del edificio. "Estamos esperando que los de seguridad nos permitan entrar" y que "nos digan qué va a ocurrir", dijo.
Rojas, que se desempeña como periodista deportiva en El Economista, contó que esta tarde se celebraba el
clásico de la Copa Mx entre América y Cruz
Azul, pero que ahora el estadio Azteca "está coartado".