Si bien existen contactos regulares entre la primera y segunda potencia mundial para solucionar las diferencias, incluso con reuniones de alto nivel desarrolladas esta misma semana, en los últimos meses el presidente Donald Trump ha continuado profundizando el conflicto. Como prueba de ello, ha aumentado el número de productos importados desde China que se ven afectados por la aplicación de mayores aranceles, medida que llevó a la imposición de medidas espejo por parte del país asiático. Como resultado, gran parte del comercio entre Estados Unidos y China está actualmente sujeto a aranceles. Si bien Trump ha logrado reducir el déficit comercial con China, las medidas tomadas también están influyendo negativamente en la actividad económica de ambos mercados.
De hecho, la industria manufacturera de las principales potencias se está viendo resentida por la guerra comercial, ya no solo en el caso de las directamente involucradas, sino también en otras economías con un perfil netamente exportador. Entre los países más golpeados se encuentran Alemania, Japón, Corea del Sur y Taiwán. Preocupa especialmente el caso de la principal economía de la Unión Europea, donde el desempeño de su industria manufacturera es el motor de desarrollo de Europa.
Los recientes datos de la OCDE sobre el crecimiento económico en la zona euro, también fueron revisados a la baja, previendo tasas del 1% para este año, estimación que es compartida por el Banco Central Europeo. En el caso de la Unión Europea, no solo se hace mención a la posible intensificación de la guerra comercial y su afectación directa e indirecta en los países europeos, sino también a la incertidumbre que genera el brexit y la inestabilidad política en algunos países del bloque.
El escenario comentado tiende a empeorar, ya que, en el marco del fallo de la OMC sobre la histórica disputa entre Airbus y Boeing, iniciada por reclamo de Estados Unidos en 2004, la administración de Trump anunció la aplicación de aranceles a algunos países europeos por US$ 7.500 millones. La medida busca afectar principalmente a los países directamente involucrados en las ayudas ilegales (créditos a la empresa en condiciones muy favorables) otorgadas a la empresa Airbus, en este caso Alemania, Francia, Reino Unido y España. El anuncio realizado por Estados Unidos refiere a 150 productos que tendrían aranceles del 10% al 25%, medida que tiene por objetivo resarcir un daño económico que Estados Unidos considera de más de 11 mil millones de dólares. Debe tenerse en cuenta que Europa espera también contar con la posibilidad de aplicar aranceles por los apoyos que el gobierno estadounidense le ha concedido a Boeing.
Las reacciones no se hicieron esperar desde el lado europeo, acusando a Trump de no mostrar voluntad alguna de diálogo, mostrando firmeza a la hora de defenderse si Estados Unidos avanza con las medidas anunciadas. Lo cierto es que un conflicto comercial que incluya a la Unión Europea podría generar un escenario económico negativo de difícil cuantificación, lo que es probable no pueda ser sostenido por Trump en plena campaña electoral.
De hecho, son varios los analistas que avizoran una desaceleración del crecimiento de la primera potencia mundial para el año que viene, lo que además coincide con la evolución de varios indicadores en dicho país. Por otro lado, además de la debilidad interna del presidente por el escándalo surgido por las conversaciones con el presidente de Ucrania, el número de empresas y actores políticos que reclaman a Trump un cambio en su política comercial es cada vez mayor.
Para dimensionar el posible impacto de la guerra comercial, cabe recordar que, en 2018, Estados Unidos exportó a China US$ 120 mil millones, mientras que en la Unión Europea colocó nada menos que US$ 320 mil millones. Desde el lado de las importaciones, la primera potencia mundial adquirió US$ 530 mil millones desde China y US$ 500 mil millones desde la Unión Europea en el mismo año. No solo se trata de un porcentaje muy relevante del comercio mundial de bienes, sino que, debido al componente de insumos y bienes intermedios comercializados entre dichos actores, son relaciones clave para mantener en funcionamiento el sistema de comercio mundial.
La realidad económica internacional y la nueva coyuntura política que enfrenta Estados Unidos indicaría que el margen de acción de Trump para seguir adelante con la guerra comercial en curso se agota, pero mucho más aún si la misma la hace extensiva a la Unión Europea.
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