Dwight Einsenhower, Winston Churchill y Omar Bradley tiran al blanco con carabinas M-1 poco antes del Día D
Miguel Arregui

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“Esta noche vamos”: a 75 años del Día D

El desembarco aliado en Normandía, una gigantesca operación anfibia que precipitó la derrota de Hitler
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06 de junio de 2019 a las 16:24

“Esta noche vamos” le telegrafió el primer ministro británico Winston Churchill al líder soviético Josif Stalin en la tarde del 5 de junio de 1944. 

Por entonces unos 23.000 paracaidistas estadounidenses y británicos se aprestaban a saltar tras las líneas alemanas en el norte de Francia. Y luego, de madrugada, 57.000 infantes estadounidenses y 77.000 británicos y canadienses cruzaron el canal de la Mancha en 5.400 barcos de todo tipo y desembarcaron con sus pertrechos en las costas de Normandía, la primera línea de la Europa del norte controlada por Adolf Hitler y la Alemania nazi.

Se cumplen 75 años del Día D, cuando los anglo-norteamericanos lanzaron la operación Overlord (Ser Superior), el mayor ataque anfibio de la historia.

De Galípoli a Normandía

Desde la segunda mitad de 1942, después de tres años de derrotas casi constantes en la Segunda Guerra Mundial, los aliados habían logrado frenar y dar vuelta la marea arrolladora del Eje (Alemania, Italia y Japón), tras grandes batallas como Midway, El Alamein, Stalingrado, Kursk y la invasión a Italia. 

El 4 de junio de 1944, un día antes de iniciarse Overlord, los anglo-estadounidenses habían entrado en Roma.

En el Este, la Rusia soviética peleaba desde 1941 batallas colosales, de las más numerosas y sangrientas de la historia. La Alemania nazi retrocedía desde 1943, mientras sus ciudades e infraestructura eran pulverizadas desde el aire por los anglo-estadounidenses y sus submarinos destruidos en el Atlántico.

La enorme superioridad económica y militar de los aliados, en una guerra total y de largo plazo, hacía prever la derrota de los alemanes, quienes, sin embargo, se mostraban tan diestros y resueltos en la defensa como antes lo habían sido en el ataque.

Mientras el presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, básicamente quería triunfar en Europa y hacer regresar sus tropas a casa, y era complaciente con Stalin, el británico Churchill pensaba en la posguerra y temía la acción soviética en Europa central y en los Balcanes.

Churchill, de 69 años, también tenía grandes aprehensiones sobre Overlord, probablemente influido por desastres como el  de Galípoli, el gran fracaso en territorio turco que ideó tres décadas antes, durante la Primera Guerra Mundial, o la fallida incursión en Dieppe en 1942. 

La Fortaleza Europa
En 1944 la Alemania nazi desplegaba un millón de soldados en los 3.800 kilómetros de su Festung Europa (Fortaleza Europa): una cadena incompleta de tropas y fortificaciones que se extendía por la costa entre el norte de Noruega y la frontera de Francia con España. Otras unidades de reserva podían desplazarse rápidamente hacia el frente en caso de ataque.

Las tropas alemanas en la primera línea costera de Francia, en general de menor calidad relativa, estaban al mando del mariscal de campo Erwin Rommel, un hombre pesimista de 52 años que se había vuelto leyenda por la audacia y rapidez de sus ataques en el norte de África con el poco numeroso Afrikakorps

Él creía que “si el cuarto día, a más tardar, no hemos logrado arrojar el enemigo al mar, la invasión habrá triunfado”. Los invasores serían vulnerables durante el desembarco; luego el tiempo correría a favor de su consolidación.

Pero Rommel no pudo esconder sus panzer cerca de la costa, como deseaba, para contraatacar de inmediato, pues Hitler los conservó bajo su mando directo. 

El día del desembarco aliado Rommel se hallaba en Herrlingen, Alemania, debido que creyó que el mal tiempo imposibilitaría un desembarco, y a que su esposa cumplía 50 años.

Francia estaba bajo dominio alemán desde 1940. Los aliados no la asaltaron por Calais, el punto más cercano y mejor defendido, sino por cinco cabezas de playa en un frente de 100 kilómetros en Normandía, entre Caen y la base de la península de Cotentin. Era un terreno menos defendido y más apto para los desembarcos —y para hacer valer la absoluta superioridad aérea y naval.

El jefe militar fue el general estadounidense Dwight “Ike” Einsenhower, de 53 años, quien ya había liderado tres grandes desembarcos: en Africa del norte, en Sicilia y en la península italiana. Era paciente, administraba los egos de sus generales y se llevaba bien con Churchill. 

Einsenhower aceptó ayudar a los “franceses libres” liderados por el general Charles de Gaulle, un hombre de 53 años tan brillante como arrogante, a los que armó y encuadró entre las tropas estadounidenses. A cambio de la resuelta colaboración de la “Resistencia” francesa, los estadounidenses dejarían que los franceses libres participar en la toma de París y administraran las zonas liberadas de Francia, que no quedarían bajo el control militar de los invasores. De Gaulle comenzó a recuperar el marchito orgullo francés, y de paso neutralizó a los comunistas, muy activos en el “maquis”.

“Ike” Einsenhower sería presidente de Estados Unidos por el Partido Republicano entre 1952 y 1960; en tanto De Gaulle presidiría Francia durante 12 años, en tres etapas diferentes.

Entre muertos, heridos, desaparecidos y prisioneros las bajas aliadas en el Día D rondaban las 12.000, la mitad estadounidenses. Estos sufrieron muchas pérdidas en las unidades paracaidistas y en la playa llamada "Omaha" en clave, donde desembarcaron al pie de la artillería alemana. Pero en los restantes puntos los ataques salieron bien. 

El contraataque alemán

Adolf Hitler, entonces con 55 años, era un hombre envejecido y agotado. Se enteró de la invasión después de las 10 de la mañana, pues nadie se atrevió a despertarlo mientras dormía en su refugio de Baviera, en el sur alemán.

Después de muchas vueltas, Hitler resolvió mantener el grueso de sus blindados en reserva, pues seguía creyendo que el ataque vendría por Calais, aunque ordenó que se enviaran contra los desembarcos dos divisiones panzer de elite que estaban cerca. Demorarían entre uno y dos días en llegar a las playas tras sufrir graves pérdidas por los ataques aéreos aliados.

Al 10 de junio los hombres desembarcados sumaban 400.000 y a fines de mes eran 900.000. El transporte de pertrechos, combustibles y alimentos entre el sur de Inglaterra y Normandía fue una proeza logística, y también una muestra de la enorme superioridad industrial de los aliados. 

En 12 de junio, seis días después del Día D, los alemanes iniciaron como represalia una ofensiva contra Londres y otras ciudades con misiles V-1, un arma imprecisa. En tres semanas las V-1 mataron más de 2.700 británicos y destruyeron 10.000 viviendas.

El 8 de setiembre comenzarían a utilizar la V-2, un misil imparable debido a su velocidad de 5.000 kilómetros por hora, diseñado por el joven Werner von Braun, quien se convertiría en las décadas de 1950 y 1960 en el padre de la exploración espacial estadounidense.

Pocos días después del Día D, que fue seguido por una gigantesca ofensiva soviética en el Este, muchos altos oficiales alemanes, incluido Rommel, admitieron que la derrota del III Reich era solo cuestión de tiempo.

El 17 de julio Rommel fue gravemente herido después que dos cazas británicos Spitfire atacaran su automóvil en Normandía. Tres meses después fue intimado a suicidarse para evitar el juicio por su vínculo con los conspiradores que el 20 de julio hirieron a Hitler con una bomba colocada en uno de sus bunkers.

La ruptura del frente

Los alemanes defendieron con tesón casi cada metro de Normandía. Los estadounidenses, al mando del teniente general Omar Bradley, un intelectual de 51 años, tomaron Cherburgo, pero el puerto estaba destruido.

Las tropas anglo-canadienses, que dependían del mariscal inglés Bernard Montgomery, de 56 años, un hombre vanidoso y cauteloso que había adquirido gran prestigio al derrotar a Rommel en el norte de África, sólo pudieron tomar la ciudad de Caen tras un mes y medio de ataques masivos.

Esa y otras ciudades fueron demolidas por los ataques aéreos aliados, para mayor padecimiento de los civiles. 

A finales de julio los aliados en Normandía estaban bien pertrechados y listos a romper el frente alemán, a los que superaban en proporción de dos a uno.

En agosto, las tropas estadounidenses encabezadas por los blindados que azuzaba el presumido y belicoso George Patton, de 58 años, rompieron el frente y arrollaron a los alemanes. El 25 de agosto De Gaulle estaba en París, y los rusos en territorio polaco, como al principio de la guerra.

Dos meses y medio después de Overlord los alemanes se retiraban masivamente hacia sus fronteras. Vendrían otras batallas, pero la suerte estaba echada.

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