Si fuera Maradona —con quien comparte el gusto por la pelota y las querencias políticas— hubiera dicho que este 21 de febrero le cortaron las alas porque sin elecciones, para las cuales fue inhabilitado, el imbatible Evo Morales es la mitad de sí mismo. Incluso ganó las desgraciadas votaciones del 20 de octubre. Lo que pasó entonces fue que se empachó. En la misma jugada metió la mano, como el diez en el gol aquel, y pretendió driblarse todos los procedimientos, como el otro tanto memorable. Pero Morales, que tiene un apellido sin tacha, esquivó la poética maradoniana. “Mi inhabilitación es un error jurídico”, dijo desde Buenos Aires. “Es un golpe a la democracia”. Un gol...¿qué?
Donald Trump, siempre incorrecto, lo llamó “Mini” Mike porque para ser presidente le resulta insuficiente un tipo que mida 170 centímetros. Bernie Sanders, la sombra muy alargada que pasa por detrás durante el debate demócrata de esa semana en Las Vegas, considera, en cambio, que la chequera del magnate candidato es tan suficiente que raya en lo inmoral. Cuentan que cuando Michael Bloomberg ocupó la alcaldía de Nueva York mandó a instalar cronómetros en las oficinas para controlar lo intangible. Detesta, confesó él mismo, perder el tiempo.
Caravirus
¿Tiene rostro el Covid-19? Mientras la ciencia se afana a contrareloj en hallar una cura que frene la epidemia, una estudiante de la India del Colegio Politécnico Sardar Vallap Bhai Patel en Bhopal, al centro de este otro país superpoblado, que limita al norte con el epicentro chino, le puso dientes y sangre, una palidez de cadáver, ojeras hondas y negrísimas y esa mirada lánguida que, aunque viva, percibe el pánico. Era tan solo un concurso inter colegial de caras pintadas, en el que participaron medio centenar de estudiantes, y, una entre ellos, apeló a su miedo más próximo. No se supo quién ganó.
Corea del Sur es la duodécima economía mundial. Uno de los tigres asiáticos que ha crecido a ritmo sostenido, modernizándose e incorporándose al mundo global. Otros asuntos, sin embargo, enfrentan barreras más duras que las comerciales, sostenidas en tradiciones antíquisimas. Lee So-jeong, de 43 años, lleva casi la mitad de su vida metida dentro de un canal de televisión hasta que el director general de la cadena pública KBS advirtió que había llegado su momento. Madre de un niño de seis años, Lee es una rara avis entre las mujeres profesionales de su país que tienen que optar entre ser madres o tener una carrera. "Sentía que no era ni buena madre ni buena periodista", recuerda Lee, de su regreso de la maternidad. Ahora entra todas las noches de la semana en muchos hogares de su país y evita “dar lecciones a los telespectadores”. Ella, que padeció esas lecciones, sabe de qué va el curso.
Tobías Rathjen salió de caza el miércoles por la noche. De 43 años, alemán, seguía militando en la idea de la raza superior. En los bares de la pequeña ciudad de Hanau, cerca de Frankfurt, encontró a sus presas: un búlgaro, un bosnio, cinco turcos, un par más kurdos: nueve en total. Soltero involuntario, al que su alto estándar le dificultaba conseguir pareja, con la cabeza embotada de teorías conspirativas, dejó un extenso documento y un video en los que exponía sus planes de exterminio en un montón de países. Angela Merkel alertó de inmediato sobre el veneno del odio. Familiares y conocidos de las víctimas se entregaron a la oración. Los lobos siguen al acecho.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá