Por Pedro Franco
Se intenta imponer el relato de que Uruguay está girando a la derecha. Eso es falso y lo voy a demostrar. Conozco varias personas que no votaron al Frente Amplio (FA) en octubre, los famosos “desencantados”.
Todos ellos tuvieron una motivación en común: castigar al gobierno por sus errores. Pero esta motivación no necesariamente significaba girar a la derecha.
La gente está castigando al FA por no haber tenido suficiente autocrítica, por pecar de soberbio por momentos, por no depurar correctamente la corrupción interna y por no haber sido lo suficientemente efectivo en el combate a la delincuencia.
Los desencantados del FA votaron figuras emergentes, le dieron un mensaje muy claro al partido, pero también se lo dieron a Lacalle.
¿Cómo se explica que habiendo un 10% del electorado desencantado con el oficialismo, el principal líder de oposición no logre capitalizar ni uno de esos votos? Lacalle no sumó votos respecto a su anterior elección. De hecho perdió unos 47.000. Quienes sumaron votos fueron solamente los outsiders, los “nuevos”.
Otro claro ejemplo es la enorme caída electoral de Pablo Mieres, quien se corrió hacia la derecha, se declaró a favor de Lacalle meses antes de las elecciones, y lo votó menos de un tercio de sus anteriores votantes (otro que perdió 50.000 votos).
Habiendo 250.000 exfrenteamplistas que no quisieron votarlo en octubre, Lacalle no sumó ni un solo voto y perdió casi 50.000 votos. Definitivamente el mensaje de la ciudadanía no es el giro a la derecha. Es la renovación, el castigo a los políticos atornillados a sus sillones, el castigo a la demagogia y a la repartija de cargos por amiguismo o nepotismo.
Este problema atraviesa a todos los partidos políticos en mayor o menor medida y es más bien un tema generacional. La renovación ya está hecha, el Parlamento va a ser muy distinto en los próximos cinco años. El mensaje ya está dado.
Ahora la elección es binaria, solo queda elegir entre un modelo progresista y otro neoliberal. Ahora podemos mirar a la región y pensar en todo lo que podemos perder. También podemos mirar nuestro propio país hace 15 años y pensar en todo lo que podemos perder. No nos dejemos engañar por comunicadores y medios que están operando descaradamente para imponer la idea de que Uruguay está girando a la derecha.
Los uruguayos sabemos distinguir entre modelos de país y sabemos cómo cambió el país desde que se empezaron implementar políticas progresistas. No quiero un Mauricio Macri, un Jair Bolsonaro, un Sebastián Piñera. No quiero a Lacalle gobernando, y menos debiéndole favores a Manini Ríos.
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