Es miércoles a media mañana y estacionar a metros de la entrada del emblemático edificio de Ancap no fue ninguna odisea. Son tiempos de coronavirus. “En el piso 3 no me responde nadie en ningún interno”, me dice el portero. “Si tenés su celular llámalo directo”, me sugiere. Un ascensorista se ofrece a llevarnos con el fotógrafo al piso 3 y de inmediato nos interpela: “¿Vieron el último video de España? Es tremendo”. La pandemia está presente en todos lados. La sede central del ente estatal parece un edificio silenciado y apagado: apenas unos 40 empleados –de una plantilla que supera los 200– concurrieron a trabajar a su lugar habitual ese día. De todas formas, la empresa hace una minuciosa planificación con su personal para evitar que cualquier traspié en el corazón de su negocio deje de bombear sangre a la economía: el refinado de combustibles en La Teja.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá