Javier Conde

Javier Conde

Es periodista de la sección Mundo de El Observador

Mundo > Marta Lagos

"La pandemia visibiliza el declive de las democracias latinoamericanas"

La directora fundadora de Latinobarómetro y el filósofo Carlos Castillo, desde Chile y México, observan el estado de las democracias y los riesgos que se avecinan
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22 de junio de 2020 a las 05:00

¿Qué países saldrán mejor librados de la pandemia: aquellos gobernados por democracias o aquellos donde están instalados regímenes autoritarios o con aspiraciones a serlo? 

¿Qué tendencias se reforzarán en la pospandemia: la búsqueda de más democracia y de preservación de las libertades o por el contrario se acentuarán los rasgos descendentes de la democracia a nivel global?

El impacto total de la pandemia en el mundo –apunta la prestigiosa revista Foreign Policy– tomará “probablemente años” en poder juzgarse.

Sí advierte FP que hay razones para preocuparse porque la pandemia apareció –y se propagó y estragó países y sistemas sanitarios–  en el período más difícil para la democracia desde el final de la Guerra Fría, tres décadas atrás.

La mirada de FP, como corresponde a su trayectoria de referencia en el análisis de la política internacional, es global.  Pero, qué ocurrirá en el ámbito de esta América Latina donde la pandemia aún late fuerte y se sabe, se vive, la precariedad institucional de sus democracias.

Baste recordar esos meses finales de 2019, cuando no había asomos del coronavirus, en los que Chile fue sacudido por violentas protestas, como antes las padeció Ecuador, y de las que no se libró ni Perú ni Colombia. Un período, además, en que acabó, y de mala manera, el largo mandato (o mandatos) de Evo Morales en Bolivia.

Junto con la emergencia de los gobiernos de Jair Bolsonaro, en Brasil, y Andrés Manuel López Obrador, en México, de procedencias muy distintas pero con gestos, formas y dichos que los meten en esa categoría del “populismo” tan en boga. 

Una apuesta de “reforma”, en nombre del pueblo y por el pueblo, que se lleva por igual a élites criticables como a instituciones democráticas –los parlamentos, por ejemplo– apuntados como problemas y no como soluciones.

Desde Santiago de Chile, Marta Lagos, directora fundadora de Latinobarómetro  –que por más de dos décadas ha escrutado la región de arriba abajo–  se prepara para reanudar con el cese de las cuarentenas sus informes sobre los “cambios valóricos” de las poblaciones, en este caso, sobre el impacto que ha causado la pandemia. 

Hay una premisa, que Lagos esgrime, consolidada por esos años de análisis de la región. “Lo que sí sabemos es que se ha sobrestimado el grado de consolidación que tenían las sociedades y las democracias en América Latina”, dice. 

Lagos recuerda que se “han ignorado” los datos que Latinobarómetro viene publicando desde 2010 y que se resumen en una frase, corta pero contundente: “esta democracia latinoamericana está en declive”.

En el punto más al norte de la región, el filósofo mexicano Carlos Castillo, –que dirige el área editorial del think tank (laboratorio de ideas) Fundación Rafael Preciado Hernández, encargado de elaborar las ideas de políticas públicas del Partido Acción Nacional (PAN)– guarda en la memoria una frase del presidente López Obrador sobre la pandemia. “Me vino como anillo al dedo”.

El mandatario mexicano –dado a la chanza y con un vocabulario que lo conecta con vastos sectores populares – soltó la frase en uno de sus programas mañaneros con los medios. “Es decir, la pandemia es una oportunidad para impulsar su proyecto reformador, que aprovecha el confinamiento para avanzar”

Para Castillo, ese proyecto “atenta contra los contrapesos y equilibrios democráticos” que el país se ha dado por 30 años, cuando empezó México a salir de esa “dictadura perfecta” que ejerció por más de medio siglo el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Para Lopez Obrador “la urgencia sanitaria es secundaria frente a la implantación de su proyecto político”, sostiene Castillo.

Viene de mucho antes

“Lo que va a hacer la pandemia es visibilizar ese declive democrático, pero no lo produjo y hay una gran diferencia, ya estaba antes”, dice Lagos.  Lo que ocurre en Brasil, ya ocurría, dice; lo que sucede en México, ya se sabía, e igual en Nicaragua, Guatemala, El Salvador…“no podemos comenzar a culpar a la pandemia de unos males que vienen de largo tiempo”.

Lagos descarta de plano una relación entre el estado de la democracia y el desempeño frente a la pandemia. Y ejemplifica: Chile, su país, con una “democracia consolidada” enfrenta serias dificultades en el combate de virus, mientras Paraguay que “no es una gran democracia” le está yendo muy bien; o Brasil, “que podía ser un ejemplo para la región”, pero es “una catástrofe”.

–No hay una relación directa entre una cosa y otra…lo que más preocupa es que se acentúan los rasgos ya vistos. El carácter populista y arbitrario de Bolsonaro, de Bukele (El Salvador), el nivel de autoritarismo en Nicaragua, en Venezuela, donde no ha pasado nada nuevo en cuanto al grado autoritario de su gobierno, pero hay ahora encima una crisis alimentaria, de falta de comida.

Una observación en línea con lo que también apunta Foreign Policy: la pandemia ha reforzado principalmente las tendencias democráticas negativas existentes, proporcionando a los gobiernos no liberales un incentivo y una excusa para las tácticas represivas.

Castillo, por su parte, anota a México en esa lista de reforzamiento antidemocrático. Dedicado también a la preparación de notas e informes, este filósofo mexicano advierte tres ejes en la actuación de López Obrador: uno, de polarización social, cuando al principio de la pandemia la identificó como una enfermedad que “solo le daba a los ricos”.

Según Castillo, ese ha sido un mensaje recurrente: “se trata de contraponer clases sociales, trabajadores contra empresarios, círculos de las mafias  –donde caben críticos, académicos, periodistas– contra su gobierno popular”.

El segundo eje es la centralización de decisiones en la figura presidencial. “No es el partido, no es el gobierno, es él, López Obrador, que tiene otros datos sobre la crisis económica, que desprecia las denuncias de género y dice que las llamadas a un teléfono de ayuda son inventadas o cuestiona las decisiones del instituto electoral”.

 Y un tercer eje de actuación es la presentación de proyectos en los congresos estatales, “que a veces se aprueban y otros se rechazan”, pero que para Castillo son “ensayos” de lo que pudiera llegar a ocurrir en México si el presidente consolida en junio de 2021 las mayorías que ya tiene en muchos estados y en la Cámara de Diputados.

La era política

De lo que sí Lagos culparía a la pandemia es de cortar 20 años de progreso económico. “Vamos a ser mucho más pobres que antes”, asienta. Pero, advierte, en ese terreno América Latina tiene experiencia, “un doctorado en pobreza”, al que ahora se sumarían capas medias. “Y esos sectores medios van a liderar las protestas futuras, en Chile, en Argentina, en Brasil”.

Un retroceso con respecto a una década o más atrás, cuando en varios países de la región, al amparo del mayor valor de las materias primas, promovieron esa movilidad social que sacó de la pobreza a amplias capas de la población. 

Lagos lo ve así, como un retroceso, y, aunque advierte que “sin comida no hay democracia”, apunta que una sociedad pobre pero con una distribución homogénea de la riqueza de que disponga “puede ser una democracia”.

También destaca que por mucho tiempo América Latina puso el énfasis en la economía y se olvidó de la política y, en ese sentido, avizora la “era de la política” que, más allá de la pandemia, produzca un vuelco en estas sociedades de democracias precarias

"Se vivió por  30 años para las reformas económicas. Las décadas que vienen van a ser las de la transformación de los Estados, de la institucionalidad de la política, que tiene que ser transparente, rendir cuentas, con partidos estables porque lo que ahora hay es una gigantesca corrupción y una cantidad de liderazgos populistas que se toman el espacio porque no hay liderazgos y partidos sólidos. Viene la era política, porque sino no avanzaremos en la democracia", sostiene.

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