Eduardo Espina

Eduardo Espina

The Sótano > OPINIÓN

¿La vemos en la cama o en el cine?

La que algunos críticos consideran la película del año puede verse en casa o en el cine
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13 de diciembre de 2018 a las 05:02

Hoy jueves Cinemateca estrena Roma, una de las películas más promocionadas del año. Se adelanta un día a la premiere en Netflix, en la pantalla chica. No es la primera vez que una película se estrena en salas y al mismo tiempo es accesible enstreaming o descarga continua, pero es la primera vez que una película que fue elegida por uno de los dos críticos principales del New York Times como la mejor del año y que parte de favorita para ganar el Oscar, es accesible en público y en privado al mismo tiempo.

Si prestamos atención al archivo de filmes de la colección de Netflix, podemos concluir en forma inmediata que la empresa proveedora de entretenimiento sabe lo que hace y que podrá recuperar los US$  15 millones que invirtió en la película dirigida por Alfonso Cuarón. Sin embargo, en el plano estrictamente económico Netflix es un misterio, en tanto gasta y gasta, simulando un presupuesto infinito, pero sigue acumulando deuda. Roma es algo así como el favorito en una carrera de caballos, no cualquier carrera, sino el gran premio, por lo que puede convertirse en el comodín de la empresa, de cara a la nueva etapa que puede comenzar en caso de que dicho filme arrase en la noche del Oscar.

Tal como dijeron críticos que han visto la película, uno de los aspectos más destacado de la misma es su fotografía en blanco y negro, realizada con detallismo y meticulosidad por el propio Cuarón, rompiendo así con la tradición de trabajar con su compatriota, Emmanuel Lubezki, primero en la historia del premio en ganar tres Oscar seguidos en la categoría Mejor fotografía, por Gravedad (2013), Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia (2014) y El Renacido (2015). Quienes hayan visto La última película (1971), de Peter Bogdanovich (con memorable fotografía a cargo de Robert  Surtees, ganador también de tres Oscar); Manhattan (1979) Zelig (1983), las dos de Woody Allen (fotografiadas ambas por el maestro Gordon Willis), yEl Artista (2011), ganadora del Oscar y con nominación para su fotógrafo, Guillaume Schiffman, todas ellas filmadas en blanco y negro y concebidas para el cine, saben que la majestuosidad estética adquiere otra magnitud en una pantalla cinematográfica.

La edad del que en Estados Unidos es el principal cliente de Netflix oscila entre los 18 y 30 años, siendo el público que ve varias series al mismo tiempo y practica con regularidad lo que se llama binge de series (atracón). Existe incluso un ranking, el “Netflix's 10 Most Binge Watched TV Shows Of 2018”. En ese target de audiencia, son mayoría quienes ven las series o películas en una tableta, incluso en el teléfono celular tirados en la cama. Quiero suponer que para ellos, la fotografía no es uno de los aspectos disfrutables de una película, de lo contrario, tendrían a una pantalla con considerables pulgadas como prioridad, donde la inversión estética en materia visual hecha por el director adquiere otra dimensión, más cerca del arte que del puro entretenimiento, aunque no tan magnífica visualmente como en un cine.

 

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