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¿Quién es el nuevo dueño de Tiffany? Un perfil de su carrera

Bernard Arnault fue el responsable de la compra más costosa de la historia en la industria del lujo
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27 de noviembre de 2019 a las 13:22

Por Vanessa Friedman

Este lunes por la mañana, LVMH Moët Hennessy Louis Vuitton, la mayor empresa de artículos de lujo del mundo, anunció que le había hecho una propuesta (que fue aceptada) a Tiffany & Co., la empresa estadounidense de joyería famosa por sus cajas azules, Truman Capote y Audrey Hepburn.

El responsable de la compra más costosa de la historia en la industria del lujo fue Bernard Arnault, el fundador, presidente y mayor accionista de LVMH. Si no sabes quién es, en realidad deberías saberlo.

Información básica

Arnault, de 70 años, es uno de los hombres más ricos del mundo, valuado en US$ 106.900 millones hasta el lunes por la mañana, según Forbes. De nacionalidad francesa, se convirtió en el padrino de la industria moderna del lujo. Prácticamente inventó el concepto (y no estoy exagerando).

Aunque su padre generaba sus ingresos en la construcción, Arnault detectó muy pronto las oportunidades que ofrecía la operación de un grupo de empresas familiares artesanales con el propósito de profesionalizarlas y aprovechar sus fortalezas en beneficio del grupo. El millonario explicó que concibió la idea cuando visitó Nueva York en los años ochenta, se subió a un taxi y descubrió que el conductor nunca había escuchado hablar sobre De Gaulle, pero sí conocía la marca Dior. En ese momento surgió la idea que daría origen a todo un imperio.

El imperio

LVMH es un grupo de 75 marcas (sí, escuchaste bien, ¡75!) de sectores tan variados como el minorista, moda, relojes, joyería, vinos, licores, belleza y hospitalidad. En este espacio no podemos mencionarlas todas, pero algunas son Dior, Vuitton, Fendi, Celine, Pucci, Marc Jacobs, Hennessy, Dom Pérignon, Bulgari, Tag Heuer, la tienda departamental de París Le Bon Marché, Sephora, el grupo hotelero Cheval Blanc, Moët & Chandon, Fenty, DFS Group, Make Up For Ever y Krug (para mencionar solo unas cuantas).

LVMH es tres veces más grande en términos de capitalización de mercado que su rival más cercana, Kering (que agrupa a Gucci, YSL y Alexander McQueen), y cinco veces más grande que Richemont (propietaria de Cartier, Chloé y Net-a-Porter). Ocupa el segundo lugar en la clasificación de las empresas más valiosas de Europa, con una capitalización de mercado de más de 200.000 millones de euros, solo detrás de la empresa de petróleo y gas Royal Dutch Shell.

Cómo lo hizo

Arnault aplicó los principios de los amos del universo, los piratas corporativos de Nueva York en los años ochenta, al lujo europeo.

Comenzó en 1985, cuando le compró al gobierno francés una empresa textil en quiebra llamada Boussac, que casualmente incluía una vieja casa polvorienta llamada nada menos que Dior. Vendió todo lo demás, pero conservó Dior y comenzó a construir a partir de ella. En 1989 planeó la toma de control de LVMH, una operación tan hostil que dejó pasmada a la comunidad empresarial francesa y le ganó el sobrenombre de “el lobo con abrigo de casimir”.

Creó el concepto de tienda insignia como templo de la marca y su modelo de negocios consistió en adquirir nombres de abolengo profundamente arraigados en la historia europea e instalar al frente diseñadores jóvenes y dinámicos para sacudir la imagen de las marcas y darles actualidad cultural. Eso sí, siempre ha puesto la marca antes que al individuo, decisión que lo convierte, dependiendo de la perspectiva, en un genio o en una sanguijuela que le chupa la sangre a la creatividad.

Como quiera que sea, es evidente que Arnault ama sus marcas (con frecuencia acaricia las bolsas que más le gustan) y seguirá invirtiendo en nombres que generen pérdidas durante años hasta que logre llegar al equilibrio creativo perfecto.

¿Cómo es en realidad?

Solo sus amigos cercanos lo saben con certeza. Es alto (mide alrededor de 1,82 m), delgado y de voz suave, colecciona arte contemporáneo (que se encuentra exhibido por todas partes en las oficinas centrales de LVMH en la avenida Montaigne de París), es un jugador de tenis serio y un talentoso pianista.

También es muy competitivo. Ha dicho que quiere la empresa número uno, porque sabe que no podrá ser el tenista número uno ni el mejor pianista concertista. Sin embargo, cuando cortejaba a su segunda esposa, la pianista canadiense Hélène Mercier, sí recurrió a la galantería de tocar para ella. La pianista afirma que se dio cuenta de que sus intenciones eran serias cuando vio lo nervioso que estaba.

Dentro de la empresa, casi todos lo conocen como “B.A.”. Cuando alguien les pide a sus colegas que lo describan, por lo regular se encogen de hombros muy a la francesa y dicen: “Es del norte”, como si eso explicara todo. Ya saben: es más frío y más gris allá en Normandía.

La familia

Tiene dos hijos de su primer matrimonio, Antoine y Delphine, y tres del segundo: Alexandre, Frédéric y Jean. Cuatro de ellos trabajan en LVMH. Antoine es director ejecutivo de Berluti, presidente de Loro Piana y director de comunicaciones e imagen del grupo; Delphine es vicepresidenta ejecutiva de Louis Vuitton, integrante del consejo ejecutivo de LVMH y creó el premio LVMH para diseñadores jóvenes, el premio más lucrativo para diseñadores emergentes en la industria de la moda. Alexandre es director ejecutivo de Rimowa, la marca de equipaje, y Frédéric es director de estrategia y medios digitales de Tag Heuer. Uno de los juegos más populares entre los kremlinólogos de LVMH es “¿Quién es el sucesor?”. Hasta ahora, nadie lo sabe.

¿Ya no va a comprar más?

Por supuesto que sí. Tan solo este año concretó un acuerdo con Rihanna para abrir una nueva casa de lujo con ella, y el año entrante LVMH reabrirá la tienda departamental/hotel/spa La Samaritaine en la orilla derecha del Sena en París, tras una renovación que tardó quince años y requirió una inversión de mil millones de dólares. Este año también suscribió un convenio de coinversión con Stella McCartney, quien de esta forma se ha integrado al grupo, además de convertirse en asesora especial para la división de sostenibilidad. Hace algún tiempo consideró la posibilidad de comprar Armani y desde hace mucho corren rumores de que le encantaría añadir Chanel al grupo.

¿Cuáles son sus planes?

¡Extensión comunitaria! Hace poco (y debido a cierta influencia de sus hijos), el lobo comenzó a cambiar de piel. En 2014 construyó en el bosque de Bolonia la Fundación Louis Vuitton, un extraordinario museo de arte contemporáneo diseñado por Frank Gehry (con su propia colección corporativa de arte contemporáneo), que será un regalo para la ciudad de París. Así mismo, convino en aportar 200 millones de euros para la restauración de la catedral de Nuestra Señora de París tras el incendio que sufrió este mismo año, y LVMH donó once millones de dólares para combatir los incendios forestales en la Amazonía. Ahora también habla mucho más acerca de la sostenibilidad.

¿Así que ahora es todo ternura y amabilidad?

Bueno, tampoco hay que exagerar.

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