Ricardo Peirano

Ricardo Peirano

Reflexiones liberales

¿Quién le teme a los liceos privados?

Los tres exitosos liceos surgidos por iniciativa privada en la cuenca de Casavalle parecen ser una espina clavada en la educación pública
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08 de marzo de 2015 a las 00:00
Los tres exitosos liceos surgidos por iniciativa privada (dos de inspiración religiosa y uno de inspiración laica) en la cuenca de Casavalle parecen ser una espina clavada en los estamentos más ideologizados de la educación pública. Antes habían recibido críticas de jerarcas de menor nivel o de los gremios docentes como ADES, cuyo presidente Emiliano Mandacen dijo muy suelto de cuerpo y yendo contra toda la evidencia acumulada por años que “no enseñan nada”. Pero esta semana fue la directora de Secundaria, Celsa Puente quien los cuestionó severamente por la preselección de alumnos y por el hecho de que se pida el involucramiento de padres u otros familiares de los alumnos. Puente, además de señalar que los resultados de estos liceos y los de la enseñanza pública no son comparables por la razón de la selección, llegó a decir que “no está de acuerdo con estas instituciones” y que le causan “preocupación”.
No sabemos si Puente pretende cerrar estos liceos, o quitarles la habilitación para funcionar o simplemente si expresa su malestar porque la existencia y el éxito de estas instituciones constituyen una “preocupación real” pero estrictamente personal para ella. Al menos sabemos que la ministra de Educación María Julia Muñoz no tiene preocupación alguna por su existencia aunque si tiene reservas en cuanto a la comparación lisa y llana de resultados con los de la enseñanza pública. Y también sabemos que el dirigente sindical Richard Read no solo no tiene preocupación alguna con estos liceos sino que los tiene en buena consideración y desea hacer un liceo semejante para los hijos de los trabajadores del sindicato de la bebida (que también tendrá selección). Eso sí, Read tendrá que discutir con sus pares del PIT-CNT la instalación del liceo pues parece que la idea no ha caído muy bien en la central sindical y ya ha recibido críticas.
Pero la “preocupación” debería surgir, no de las autoridades de Secundaria y no por la existencia de estos liceos, sino de los padres de una enorme cantidad de chicos y porque sus hijos no reciben una adecuada educación secundaria por parte del estado e incluso un 40% de ellos no termina la Secundaria. Y también de todos los ciudadanos que ven como se ha deteriorado la otrora elogiada enseñanza pública. Claramente, es un proceso de décadas donde ha imperado la desidia, la politización, y la escasa o nula preocupación por el alumnado. Basta recordar las críticas y los boicots que recibió Germán Rama en los años noventa por su idea de introducir la escuela de tiempo completo y cómo ahora todos se agarran a esa idea como tabla de salvación.
Pero hay un punto de las críticas de Celsa Puente que conviene tratar especialmente porque va a un aspecto medular de la educación. Es el que se refiere a la presencia de algún representante familiar de los alumnos en estos liceos. Puente no lo ve como positivo; más bien, parecería sostener que los padres o familiares deberían estar alejados del proceso educativo ya que del mismo se ocupa el estado. Olvida Puente y muchos que piensan como ella, tanto en el ámbito público como en privado, que el Art 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobado por la ONU en 1948 establece el derecho de los padres en la elección de la educación de sus hijos. Dice, en efecto, el apartado tercero de dicho artículo que “los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”. Y el artículo 68 de nuestra Constitución dice: “Todo padre o tutor tiene derecho a elegir, para la enseñanza de sus hijos pupilos, los maestros o instituciones que desee”.
Es básico porque a los padres compete en primer lugar la elección de la educación que deseen para sus hijos, cosa que luego en la practica no pueden llevar a cabo. Pero cuando pueden, y cuando se involucran en el proceso educativo, se logra una mayor eficacia y no solo aquella que se mide en resultados académicos. Es que los padres no solo tienen el derecho de elegir la educación que quieren para sus hijos sino que tienen el deber de estar involucrados en la misma porque la familia y la escuela son ámbitos complementarios de la educación. Por eso, si se busca la clave del éxito de los liceos privados en Casavalle, hay que mirar muy atentamente al involucramiento familiar. El respaldo familiar es clave en la buena educación, tanto pública como privada. Por algo, en los regímenes totalitarios, se pretendió excluir totalmente a la familia de la educación.

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