Todo indicaba que el Partido Nacional no iba a lograr proclamar su fórmula presidencial tan rápidamente. Las encuestas, que tuvieron para mi gusto un excelente desempeño en términos generales, invitaban a pensar que Juan Sartori lograría tener una distancia importante a su favor respecto a Jorge Larrañaga. Esto, a su vez, tendría como consecuencia que los blancos deberían dedicar un tiempo importante a negociar entre ellos una fórmula que conformara a todos. Sartori votó mucho peor de lo que se esperaba y Luis Lacalle Pou movió las piezas a toda velocidad. No tenía margen para optar por un intendente del interior del sector de Larrañaga como hubiera recomendado el manual. Tampoco podía darle la oportunidad al recién llegado de reclamar públicamente ser considerado a la hora de completar la fórmula. En ese contexto, la opción por Beatriz Argimón, muy montevideana para la tradición blanca, fue una excelente decisión dada su trayectoria política, su experiencia en el Parlamento y su capacidad de diálogo tanto dentro como fuera de filas blancas.
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