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¿6 de enero en Brasil?

¿6 de enero en Brasil? Opinión, por Nicasio del Castillo
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19 de octubre de 2022 a las 05:01

Por Nicasio del Castillo (*)

Los cuestionamientos de Donald Trump al resultado de las últimas elecciones presidenciales en los Estados Unidos provocaron múltiples conflictos sociales que culminaron con los disturbios que llevaron a la toma del Capitolio el 6 de enero del 2021. Dados los múltiples pronunciamientos emitidos por el presidente Jair Bolsonaro sobre la posibilidad de fraude electoral, es válido preguntarse si una situación similar se está fermentando en Brasil con respecto al balotaje del próximo 30 de octubre.

Bolsonaro ha puesto sistemáticamente en tela de juicio la integridad del sistema electoral de su país. Este fue el tema de una reunión que se llevó a cabo en el Palacio Presidencial en junio de este año a la que fueron convocados docenas de diplomáticos extranjeros basados en Brasilia. Supuestamente en esa reunión, en la que se le dio al tema un cariz de política internacional, Bolsonaro iba a presentar evidencia de casos específicos de fraude en las últimas dos elecciones.  En lugar de esto, solo repitió acusaciones de “hacking” y de posibles intentos de sabotage a su re-elección por parte de algunos miembros de la Corte Suprema. Se refirió también a la posibilidad de tener que involucrar a los militares para asegurar que las elecciones fueran limpias. Según reportó el Financial Times, muchos de los diplomáticos presentes se llevaron la clara impresión de que Bolsonaro estaba preparando el terreno para impugnar el resultado electoral en caso que no le fuera favorable. 

Este mensaje fue reiterado en actos políticos como cuando Bolsonaro, arengando a una multitud de seguidores, les manifestó que para él estas elecciones tienen solo tres resultados posibles: que lo arresten, que lo maten o que las gane. O, como cuando proclamó que si no llega al 60 por ciento de la votación es porque hay fraude.

Si bien Lula sigue siendo, según las encuestas, el favorito para ganar el balotaje, Bolsonaro viene con el “momentum” resultante de haber votado en la primera vuelta mucho mejor de lo que se pronosticaba. Prevaleció en forma convincente en el crucial estado de Sao Paulo donde las encuestas lo daban perdiendo por más de ocho puntos porcentuales.

Por otro lado a Lula, con sus 76 años y la decepción de haber sido forzado a ir al balotaje, se le debe hacer difícil mantener el vigor de su campaña. En vista de esto, es muy posible que termine ganando, no por la diferencia de alrededor de cinco puntos porcentuales que dan ahora las encuestas, sino por un margen mucho más ajustado de quizás no más de uno o dos puntos. Es difícil imaginar a Bolsonaro aceptando graciosamente ese resultado.   

Especulando sobre qué pasaría en ese bastante probable escenario, uno pensaría que en última instancia las instituciones se respetarían y que Bolsonaro no lograría mantenerse por la fuerza en el poder. Para lograrlo, necesitaría el apoyo de los militares. Dada su previa carrera militar y la estrecha relación que, como presidente, mantuvo con las fuerzas armadas, esta es una posibilidad que no puede descartarse del todo. Afortunadamente, los golpes militares en esta región ya son parte de un pasado lejano. 

El verdadero riesgo es que se generen disturbios sociales difíciles de contener. El electorado brasileño esta claramente polarizado. La temperatura ha subido a niveles extremos debido a la agresividad de ambos candidatos. Corrupción, alcoholismo y canibalismo son ejemplos de temas frecuentes en la campaña electoral. Todo esto con el efecto intensificador de los medios modernos, en particular, del “social media”. En esta atmósfera convulsionada, un presidente que cuestione la validez del resultado electoral puede constituir el detonante para ese tipo de disturbios. La violencia consiguiente puede irse de las manos. Bolsonaro incitó en varias oportunidades a sus seguidores a adquirir armas. Un estribillo recurrente en sus actos políticos es “El pueblo armado jamás será  esclavizado”.

Irónicamente, de ganar Bolsonaro las elecciones, puede darse el efecto perverso de que, al haber sembrado la duda sobre la integridad del sistema electoral, sean los seguidores de Lula los que se subleven.

Es perfectamente posible que, gane quien gane, el resultado se respete y Brasil tenga una elección ordenada y un período post-electoral pacífico. En ese caso, estos comentarios deberán tomarse como simples elucubraciones alarmistas de alguien que, habiendo vivido más de cincuenta años en Estados Unidos, nunca hubiera imaginado las escenas de hordas que, instigadas por el entonces presidente Trump, trepaban por las paredes del Capitolio. 

(*) Contador uruguayo que completó el International Tax Program en la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvard y ejerció su profesión desde Nueva York.

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