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Adderall o la droga del éxito

Take your pills, documental de Netflix, resume en 90 minutos uno de los grandes conflictos de esta era: cómo hacer para producir más y mejor
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23 de abril de 2018 a las 05:00
Si a usted le hicieron creer que menos es más, le mintieron. A medida que el mundo occidental –con Estados Unidos liderando la batuta de cómo debemos comportarnos– corre para llegar a determinadas metas productivas entendemos que el lema de estos tiempos es "Más es más y cuanto más, mejor". Tenemos que ser mejores en el liceo, en la universidad, en el trabajo, en los deportes, en las tareas de la casa, en la educación de los niños. Es urgente que seamos, también, más productivos. Hay un bicho cerebral que nos ordena a los gritos: "Más, necesito más, insaciablemente más". Y así aparece la presión. ¿La conoce? ¿Alguna vez escuchó hablar de ella? ¿Sintió el hormigueo en las manos? ¿El corazón latir como si tuviera taquicardia? ¿La necesidad de dormir menos para hacer más? ¿La obligación de estar más concentrado, más focalizado después de estar incontables horas frente a una computadora para absorber toda la información necesaria para el examen del doctorado que hay que dar al día siguiente? ¿La sensación de angustia en el medio del pecho porque no se llega, jamás se llega? En el norte, en ese país todopoderoso, encontraron la pastilla que anula de un plumazo todas estas preguntas y que, por supuesto, da la solución.

Se llama Adderall y los más atentos habrán escuchado hablar de ella en series (desde Los Simpson pasando por Girls hasta Silicon Valley), películas y hasta hits musicales. Los que no, pueden bucear en los efectos superpoderosos de este fármaco extrapopular en estudiantes universitarios, profesionales en cargos ejecutivos y deportistas de alto rendimiento que se narran en los más de 10 millones de sitios que aparecen en Google. O introducirse de forma voraz y sin mucha anestesia en ese mundo desconocido (Adderall no se comercializa en Uruguay) a través del documental Take your Pills, de la directora Alison Klayman, disponible en Netflix desde marzo.

Sociedad con déficit de atención

"Lo tomo al despertar. Lo tengo al lado del cepillo de dientes para no olvidarme. Los efectos se sienten a los 40 minutos. Comienzo a sudar. El corazón se acelera rápidamente". "Estas son las cinco que te mantienen durante el día. Si es lunes puedes tomar 10". "Un manto de felicidad me cubre, como si fuera una luz cálida". "Podía prestar más atención y mi letra mejoraba. Era muy genial". "Sentía que la mente y el cuerpo cobraban vida". Así, con frenesí, se suceden una detrás de la otra las confesiones sobre los efectos de esta pastilla, diminuta, a veces mitad blanca mitad verde.
Hay, incluso, declaraciones de este tipo: "Siempre estoy bajo el efecto de Adderall. No recuerdo un momento en el que no lo haya estado".

Adderall es la marca –el nombre más conocido– de un fármaco que combina dextroanfetamina y anfetamina. Es, al fin y al cabo, un estimulante que se vende bajo receta médica y que, según el National Institute Abuse on Drug Abuse de Estados Unidos, es utilizado por pacientes con déficit de atención e hiperactividad. Por ende, al igual que la ritalina, se usa, sobre todo, en niños. No obstante, la droga circula más allá de la infancia. ¿Por qué? Sencillo: su efecto parece ser, a corto plazo y sin profundizar en las contraindicaciones, mágico. "Una dosis baja de anfetamina o de otra droga similar puede hacer que un niño y un adulto se torne más prudente y metódico. Van a tender a mantenerse en una actividad por más tiempo aunque no sea interesante", explica el pediatra Lawrence Diller, autor del libro Running on Ritalin, en el documental.


En un momento en que todo –internet, los celulares inteligentes, las redes sociales– lleva a que nuestra concentración sea nula y vivamos buena parte del día dispersos, un medicamento como Adderall es vital para lograr el foco que, naturalmente, perdimos.

Según Take your Pills en Estados Unidos, los adultos son la mayoría de la población que toma estimulantes recetados.

Klayman contó en The Guardian que empezó a trabajar en este proyecto en 2016 después de escuchar las experiencias de muchos de sus amigos con el consumo de estimulantes. "Las buenas, las malas, pero la conclusión es que esto formaba parte de su identidad y me sorprendió mucho que nunca antes hubiera escuchado hablar de eso. Para mí ahí estuvo el punto de inicio de que había algo importante para explorar", dijo la directora.

Las declaraciones de los entrevistados que aparecen en la película repiten sin cesar el mismo concepto sobre los beneficios de la pastilla: "Mayor foco, mayor concentración, más productivos, más efectivos, más competitivos, más ejecutivos".

La película de Bradley Cooper Sin límites de 2011 es la versión ficcionada de esta situación. Un hombre que necesita rendir mucho y hacerlo bien y para ello consume una droga para ser más inteligente.
En la vida real, al igual que en aquella película, la droga no es de fácil acceso. Por ende hay dos opciones. Una: comprarla en el mercado negro (muy habitual en los campus universitarios). Dos: dar con el médico adecuado. En Take your Pills uno de los testimonios cuenta cómo terminó en un coqueto consultorio de Central Park en Nueva York contándole a un doctor que trabajaba en Goldman Sachs y que necesitaba Adderall. El especialista en cuestión entendió el perfil de su trabajo y emitió la receta. El ejecutivo contó, además, que siete compañeros de oficina obtenían recetas allí.

El drama, claro, es cuando empiezan a aparecer los efectos secundarios y no todo es tan maravilloso como al principio. Porque siempre hay que recordar que estas píldoras están pensadas para personas que sufren un trastorno real de déficit atencional que no es lo mismo que no poder concentrarse por la inmensa cantidad de estímulos del siglo XXI. El mánager de artistas Blue lo explica así: "Mucha gente cree que lo tiene porque no se puede concentrar. Pero no puede hacerlo porque la sociedad no nos enseña cómo. Somos la sociedad del minuto. Todo requiere un enfoque menos prolongado. La sociedad tiene trastorno de atención. ¿Dónde está la frontera entre los que nacieron con él y los que crecieron en una sociedad con el trastorno? En ese punto nos encontramos hoy".

El tiempo, la ausencia de él, la necesidad imperiosa de ser los mejores y conseguirlo cueste lo que cueste, son algunos de los tantos asuntos en torno a los cuales gira el documental. "Esta no es una película sobre fármacos o malos médicos, aunque obviamente eso forma parte del entorno. Esta es una realización sobre el Adderall y el deseo competitivo de ser los mejores", comentó la directora a The Guardian. En definitiva, cuando pasa raya, Klayman lo que quiere demostrar es que el éxito que la sociedad estadounidense anhela es cada vez más complejo de obtener. Con o sin droga.

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