El default de la deuda local de mi país no sorprendió a nadie. Hace por lo menos dos años que prestigiosos economistas vienen propugnando como si fuera una solución técnica (que he disputado agriamente) algún formato de licuación, desde encaje obligatorio a emisión de un bono a largo plazo, para la deuda en pesos originada en los múltiples papeles con diferentes nombres que se usaron crecientemente durante los últimos 18 años para absorber los pesos emitidos alegremente desde Duhalde hasta hoy. Las advertencias que al principio del mandato de Macri realizamos algunos profesionales sobre la aberración de pagar con una mano una tasa descomunal para forzar la esterilización de lo que se emitía con la otra mano, fueron descalificadas hasta groseramente por el gobierno de entonces. Como antes y ahora lo fueron por otros gobernantes.
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